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El mundo|Martes, 16 de agosto de 2016
El canciller turco no descartó cancelar el pacto sobre los inmigrantes

Turquía acusa a la Unión Europea

Ankara exige que se respete el acuerdo que anula la exigencia de visados para los turcos a cambio de que ese país reciba refugiados. Desde la vigencia de ese pacto, el número de migrantes que llegan a Grecia se redujo de 1700 diarios a 89.

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Policías y rescatistas turcos buscan sobrevivientes luego del atentado de ayer, en el sur del país.

Con la crisis de los refugiados en el foco de la tensión y a un mes del fallido golpe de estado en Turquía, Ankara y la Unión Europea (UE) atraviesan uno de los momentos más conflictivos, que se refleja en las últimas opiniones del ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu, quien acusó ayer al bloque de ejercer hostilidad hacia su país y no descartó que el pacto migratorio pueda cancelarse antes de octubre. Si bien las relaciones entre la UE y Turquía empeoraron de forma gradual en los últimos tiempos, la tensión entre ambas partes se exacerbó tras la intentona golpista del 15 de julio. Por estas horas, se viven momentos delicados.

Hace unos días, Ankara advirtió que su rol en materia de asistencia a los refugiados podría ser más terminante: si el bloque regional no anula la exigencia de visados para los ciudadanos turcos, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan dejará sin efecto la continuidad del acuerdo para la devolución de refugiados. Pero la apuesta pareció redoblarse ayer en la voz del titular de Relaciones de Exteriores turco, quien fue más a fondo: “Nos hemos esforzado como prácticamente ningún otro país en cumplir todas las condiciones para un ingreso en la UE. Pero lo que estamos recibiendo de una parte de la UE son exclusivamente amenazas, insultos y un bloqueo total. Me pregunto: ¿qué crimen hemos cometido? ¿Por qué esta hostilidad hacia Turquía?”, dijo en una entrevista concedida al diario alemán Bild.

Y fue más determinante al ser consultado por la cancelación del pacto sobre las migraciones: “No quiero hablar del peor escenario, las conversaciones con la UE continúan pero está claro que o aplicamos todos los tratos al mismo momento o los ponemos todo a un lado”. Cavusoglu se refirió además al consenso alcanzado entre el bloque y Ankara para enfrentar la crisis de refugiados y recordó que existen acuerdos donde queda claramente establecido que en octubre habrá un régimen de libre visado para todos los turcos.

“Y cuando me remito a estos acuerdos existentes, de repente muchos se muestran irritados. Pero no puede ser que todo lo que es bueno para la UE se implemente por nuestra parte, pero Turquía no reciba nada a cambio”, remarcó el canciller turco. Como consecuencia de este pacto, que entró en vigor en marzo, Turquía aceptó recibir refugiados llegados a las costas griegas a cambio de una ayuda de 3000 millones de euros durante dos años y el compromiso europeo de permitir a sus casi 80 millones de ciudadanos circular sin visado por la UE.

A lo largo de este último mes, el propio Erdogan se encargó de subrayar el poco apoyo que había recibido desde Occidente tras el fallido golpe que, según el ejecutivo turco, fue orquestado por el clérigo Fethullah Gülen, referente político autoexiliado desde 1999 en Estados Unidos, país que es reticente a darle la extradición. En varias oportunidades, el presidente turco acusó a la UE y a Occidente de apoyar al terrorismo al tiempo que puso como ejemplo el respaldo del presidente ruso, Vladimir Putin, con quien, sin embargo, las reuniones de la semana pasada dieron frutos bilaterales, estancados durante algún tiempo por varios puntos de enfrentamientos.

Pero las asperezas con Occidente –históricos socios de los turcos nucleados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)– se tensaron con las críticas y rechazos de la UE por las masivas purgas, pero sobre todo lo que no digieren desde el bloque son los discursos a favor de la reintroducción de la pena de muerte y la negativa de Erdogan a suavizar una represiva ley antiterrorista. Estos puntos amenazan en primer lugar el acuerdo migratorio con la UE, que pronostica con temor nuevas oleadas de refugiados y comprometen el futuro de las conversaciones sobre su entrada en el bloque comunitario.

Concretamente, desde que entró en vigor el acuerdo se redujo el número de migrantes que llegan a las islas griegas de 1700 diarios a una media de 89; según el diario El País de España, Grecia vive un tímido aumento de llegadas tras el frustrado golpe. “La comisión tiene un plan A, que es hacer que el acuerdo funcione”, insisten desde la Comisión Europea, encabezada por Jean-Claude Juncker, quien admitió que el pacto peligra. Por su parte, el gobierno griego también se mostró alarmado y teme que pueda producirse un nuevo aluvión de refugiados si fracasa el pacto.

Desde que a fines del año pasado se cerraron las fronteras, Grecia siente que asumió sola todo el peso de la migración, con excepción de Italia, que es un foco de preocupación, y de Alemania, que acogió a más de un millón de personas. El ministro de Migración griego, Yanis Muzalas, reconoció que no se puede hablar abiertamente de la necesidad de un plan B, porque sería admitir que el acuerdo fracasó, pero aseguró que Atenas se está preparando para eventualidades.

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