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El mundo|Domingo, 21 de agosto de 2016
EL PLAN ECONOMICO DE HILLARY CLINTON Y DONALD TRUMP A OCHENTA DIAS DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN ESTADOS UNIDOS

Para EE.UU. todavía es la economía, estúpido

Hillary gana en las encuestas, pero la economía del país gobernado desde hace ocho años por demócratas no está en su mejor momento: en la crisis, los sectores medios y bajos perdieron una porción importante del poder adquisitivo.

Por Nicolás Lantos
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Los candidatos se disputan el voto de una clase trabajadora que no se ha recuperado de la crisis del 2008.

Desde Nueva York

En 1992, el gobernador de Arkansas, Bill Clinton, rompió todos los pronósticos al vencer al presidente George H. W. Bush en su búsqueda por la reelección. Un año antes de los comicios, Bush, que había llevado exitosamente a los Estados Unidos a la guerra en el Golfo Pérsico, contaba con el 90 por ciento de aprobación de la opinión pública, pero en campaña fue demolido por el demócrata, que entendió que en última instancia lo que se evalúa a la hora de elegir al inquilino de la Casa Blanca es el bolsillo. La frase “la economía, estúpido”, escrita en un pizarrón del centro de campaña, se transformó en el slogan principal en su camino a la presidencia.

Veinticuatro años más tarde, su mujer Hillary, tras desarrollar una excepcional carrera política por su cuenta, está cerca de seguir sus pasos. A ochenta días de los comicios, todas las encuestas le dan una ventaja amplia sobre su rival, el republicano Donald Trump, tanto a nivel nacional como en los estados clave. Sin embargo, la economía del país gobernado desde hace ocho años por demócratas no está en su mejor momento: luego de la gran crisis económica de 2008 se recuperaron el crecimiento y el empleo pero en el camino los sectores medios y bajos perdieron una porción importante del poder adquisitivo.

La distribución del dinero entre los sectores más concentrados y la clases populares pueden ser uno de los grandes ejes de debate en las semanas que quedan para los comicios. En el equipo de Trump citan encuestas que marcan que ese asunto está primero entre los factores que evalúan los votantes y también que hay un amplio descontento con la marcha de la economía: “Ese puede ser el camino a la victoria”, señala un asesor del magnate, fuera de micrófono, en diálogo con Página/12.

Por eso, Trump presentó en las últimas semanas un plan económico destinado a seducir a la clase media y baja mediante quitas de impuestos, proteccionismo para crear puestos de trabajo, pero del lado demócrata no hubo aún una propuesta concreta, aunque Clinton detalló en varios actos de campaña algunos de los ejes principales, que van en la dirección contraria a los de su rival: más impuestos para la punta de la pirámide de forma tal de poder financiar más gasto del Estado en forma de beneficios sociales y un ambicioso plan de infraestructura destinado a generar empleo. En los próximos días, aseguran cerca de la candidata, habrá novedades al respecto.

Trumponomics

La base del plan del candidato republicano se basa en la propuesta de eliminar los impuestos federales para todos aquellos que ganan menos de 25 mil dólares por mes, y reducir la carga de las categorías superiores al mismo tiempo que se reforzaría el control para evitar la evasión y la contabilidad creativa. El dinero que se dejaría de percibir por esta vía sería compensado con un fuerte recorte del gasto público y una reducción sustancial del déficit comercial. Es “el plan impositivo más revolucionario desde Reagan”, se jactó en un acto en Detroit, hace algunos días.

En un artículo publicado en el diario Wall Street Journal, Trump prometió políticas que “permitan a la clase media mantener la mayoría de sus deducciones mientras se eliminan aquellas que utilizan los más ricos” de forma tal que “con más dinero en el bolsillo, crezca el gasto en consumo y los ahorros para la educación” al tiempo que “baje la deuda personal” de los ciudadanos.

Una pata central de la propuesta del magnate tiene que ver con una intervención proteccionista en la balanza comercial del país. En su plan, el recorte de impuestos a las grandes corporaciones permitirá que mejoren su competitividad, y pretende que así decidan repatriar puestos de trabajo que las empresas de capital estadounidense relocalizaron en otros puntos del planeta en los últimos años. Además prometió intervenir más en comercio internacional para sostener las ventajas comparativas del país y renegociar acuerdos como el NAFTA y el inminente Tratado Trans Pacífico.

El gasto, estúpido

A diferencia de Trump, que promueve una reducción sustancial del gasto público esperando que la inversión salga de bolsillos privados, la candidata demócrata parece inclinarse por una participación activa del Estado a la hora de inyectar dinero en la alicaída economía local. Para tener esa plata disponible, su propuesta, tomada en parte de la plataforma que presentó durante las primarias su rival el senador socialista Bernie Sanders, es aumentar significativamente los impuestos de los ricos y de las corporaciones. Otro punto que tomó de las propuestas de Sanders fue la suba del salario mínimo federal, que hoy está en siete dólares y medio, hasta diez o más dólares.

A falta de un programa económico detallado, en el que su equipo está trabajando y que podría presentarse en los próximos días, es útil remitirse a su sitio oficial de campaña, HillaryClinton.com: “Es indignante que los multimillonarios puedan regirse por reglas diferentes a las que aplican a las familias trabajadoras, especialmente en lo que refiere a pagar sus impuestos justos y correspondientes dice allí.

Hillary propone exenciones impositivas para la clase media así las familias pueden lidiar mejor con sus gastos. Y va a solventarlo subiéndo los impuestos de los más ricos y eliminando las lagunas legales en el código tributario”. La ex secretaria de Estado también propone un plan de infraestructura centrado en rutas, puentes, transporte público, puertos, aeropuertos y acceso a internet internet. Para lograrlo, propone fundar un banco de desarrollo para dar créditos a emprendimientos privados y estaduales por hasta 250 mil millones de dólares, según los cálculos de su equipo. Otros 250 mil millones saldrían directamente del gasto federal e iría destinado a las obras de mayor calibre.

En conjunto, esto ayudaría a crear puestos de trabajo y reactivar sectores que permanecen deprimidos desde 2008, sostiene Clinton. “En mis primeros cien días, voy a trabajar con ambos partidos para aprobar un plan que cree la próxima generación de empleos de calidad. El corazón de ese plan será la mayor inversión en infraestructura en décadas, incluyendo un banco de infraestructura que atraiga dinero del sector privado y lo ponga a trabajar”, según asegura la candidata en su web oficial.

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