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El mundo|Jueves, 1 de septiembre de 2016
Cayó la economía 4,9 por ciento en el primer semestre. Más de diez millones de desempleados

El peor momento de los últimos 25 años

Los analistas anticipan además que este año la economía brasileña cerrará con una nueva baja, siendo la primera vez desde 1930 que se repite esa situación dos años consecutivos. El desempleo superó el 10 por ciento.

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Los pronósticos anticipan que la retracción en Brasil seguirá al menos hasta fin de año.

La destitución de Dilma Rousseff coincide con el peor momento económico de Brasil de las últimas décadas. La recesión en ese país se prolongó en el segundo trimestre de este año y acumuló en la primera mitad del año una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) de 4,9 por ciento, su peor desempeño en 25 años. Respecto del primer trimestre de este año, la contracción fue del 0,6 por ciento, según datos divulgados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) ayer, en momentos en que se votaba en el Senado la salida de Rousseff. Si bien la destitución fue por motivos netamente políticos, la caída del consumo y ajuste del gasto público colaboraron en fogonear el malestar social, según analiza el economista y politólogo Eduardo Crespo. Los analistas anticipan además que este año la economía brasileña cerrará con una nueva contracción, siendo la primera vez desde 1930 que se repite esa situación dos años consecutivos.

El consumo de las familias fue el principal motor de la economía brasileña por muchos años gracias a la reducción de la pobreza y al aumento del empleo y la renta, pero desde 2011 viene perdiendo fuelle. Desde el año pasado, el gobierno de Rousseff inició su segundo mandato pero con un perfil más contractivo en materia de política monetaria, con un esquema de altas tasas de interés, y ajuste fiscal. El PT aplicó un plan de austeridad que incluyó “aumentos de tarifas públicas y recortes del gasto estatal, especialmente de las erogaciones sociales y la inversión pública”, explicó a este diario Crespo, profesor de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, Brasil.

El objetivo declarado fue reducir el déficit fiscal y preservar las notas de calificación de riesgo de las agencias internacionales, algo que no logró Rousseff. En cambio, profundizó la crisis económica. “El austericidio provocó una caída de 3,8 por ciento del PBI durante el año pasado. El desempleo se disparó a la cifra record de 10,1 por ciento, que representa unos 10,4 millones de trabajadores”, explicó el analista. Esta semana se conoció que el desempleo en Brasil llegó al 11,6 por ciento en el tercer trimestre, la mayor desde que comenzó la medición en 2012. Por su parte, la suba en la tasa de interés rectora del sistema financiero agravó el déficit fiscal porque implicó mayores gastos del estado para el pago de deuda pública. La tasa se mantuvo ayer fijada por el Banco Central en una nivel de 14,25 por ciento. Toda esta situación le hizo perder la calificación crediticia de grado de inversión y los capitales dejaron de llegar a la economía brasileña.

Las estadísticas oficiales dieron cuenta ayer de una nueva caída del PIB en el segundo trimestre del año frente al trimestre anterior, siendo la sexta consecutiva. La primera caída había sido en el primer trimestre de 2015 en un nivel del 1 por ciento. Según los datos divulgados, la retracción del PBI en el segundo trimestre de 2016 frente al mismo período del año anterior estuvo lastrada por las caídas de la producción agropecuaria y de la industria, que presentaron resultados negativos de un 3,1 y de un 3 por ciento, respectivamente. El sector servicios retrocedió un 3,3 por ciento. El consumo de las familias brasileñas retrocedió 5 por ciento frente al segundo trimestre del año pasado, debido al deterioro en indicadores como la inflación, el crédito, la tasa de empleo y la renta durante este período.

El consumo del Gobierno también se redujo, un 2,2 por ciento en la comparación interanual. En el sector externo, las exportaciones de bienes y servicios tuvieron una expansión de 4,3 por ciento y las importaciones cayeron un 10,6 por ciento, ambas influidas por la depreciación del real frente al dólar. El resultado divulgado va en la misma línea de las últimas previsiones de los analistas consultados por el relevamiento del Banco Central, que esperan para este año una contracción del 3,2 por ciento. A esto se suma que la mayoría de los estados están en una situación de bancarrota, como le ocurre a Río de Janeiro, que tuvo que declarar “calamidad pública” el pasado junio para conseguir los fondos federales necesarios para avanzar en la preparación de los Juegos Olímpicos de agosto.

Para el año próximo algunos analistas prevén un leve rebote, en lo que coincidió Crespo. Este economista estima que el mandato de Michel Temer, que reemplazará a Rousseff, tendrá tintes “conservadores moderados”. “Es el partido del orden, no el del caos neoliberal de consecuencias imprevisibles”, define el especialista, marcando la diferencia con las políticas aplicadas hasta el momento en Argentina.

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