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El mundo|Jueves, 1 de septiembre de 2016
Donald Trump insiste en amenazar con las deportaciones en EE.UU.

Un amigo de los inmigrantes

“Ellos traen drogas, traen el crimen, son violadores”, dijo el republicano sobre los migrantes mexicanos en cuanto se oficializó su candidatura. Después aseguró que si gana no habrá aministía: “La primera medida que tomaré será para librarnos de esta gente”.

Por Elena Llorente
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Los manifestantes repudian la propuesta de Donald Trump de construir un muro en la frontera con México.

Página/12 En EE.UU.

Desde Nueva York

El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, no deja de hablar contra los inmigrantes, especialmente latinoamericanos, que se han transformado en la clave de su campaña electoral para las elecciones de noviembre en los Estados Unidos. Mucha gente en este país con más de 322 millones de habitantes y donde más de 43 millones de ellos son innmigrantes, está desconcertada porque hacía mucho tiempo que no se escuchaban frases tan racistas y discriminatorias de parte de un candidato a la presidencia, aunque fuera republicano como Trump. “Ellos traen drogas, traen el crimen, son violadores” dijo de los migrantes mexicanos cuando se oficializó su candidatura, en junio. Y recientemente agregó que no habrá aministía para los inmigrantes, que los ilegales serán deportados y que se construirá un muro en la frontera con México, el país de donde vienen o por donde pasan la mayoría de los inmigrantes latinoamericanos para llegar a Estados Unidos. Habló incluso de crear una “Deportation Force”, es decir una especie de organismo militar que se ocupe sólo de las deportaciones.

Segun datos oficiales, en Estados Unidos hay cerca de 11 millones de migrantes indocumentados, es decir ilegales. “La primera medida que tomaré, el primer papel que firmaré, será para liberarnos de esta gente”, dijo Trump.

Pero los inmigrantes legales, los que viven desde hace años en Estados Unidos porque consiguieron un trabajo o un permiso de estadía, no la piensan como él. “Para mí, Trump es un desquiciado. Dice que fue a la universidad pero creo que pasó sólo por la puerta. Se siente un todopoderoso, un infalible, no se da cuenta de que lo que dice son disparates”, comentó a este diario María Inés, uruguaya, que vive hace más de 35años en Estados Unidos trabajando en estudios contables. “Trump dice que va a levantar el país. Cosa que no se entiende porque no ha sido capaz de resolver ni siquiera sus propios problemas financieros”, añadió.

Pero lo cierto es que Trump ganó las elecciones internas republicanas y muchas encuestas hablan bien de sus posibilidades en las elecciones de noviembre, mientras en otras se ve una diferencia a favor de Hillary. “El seguramente paga las encuestas y hace cambiar los resultados si no le convienen –declaró Frank, peruano, empleado de un banco–. Es un exaltado. No puede hablar de la oposiciòn como lo hace. ¿Cómo haría una persona que habla así para relacionarse con los mandatarios de otros países si llega a la presidencia? El votante debe prestar atención a cómo se comporta Hillary, que tiene experiencia en el gobierno.”

Para Jorge, originario de Mexico pero que vive en Nueva York desde hace 15 años, “Trump es sólo el síntoma. Lo peor es la gente que lo apoya. Ha traído a la superficie lo peor de la sociedad estadounidense, como el racismo y el nacionalismo. E incita al odio, al odio por todas partes”.

Dana, originaria de Polonia, que trabaja en un estudio de informática y vive en el estado de Nueva York, “Trump es un showman, uno que quiere hacer espectáculo. Dice lo peor porque cree que eso le hará ganar votos. Cuando habla sobre armas es porque quiere ganar el voto de los que bregan por la libre circulación de las armas, si habla contra el aborto es por lo mismo. Hasta llegó a decir que las mujeres deberían ser castigadas por el aborto. Si gana las elecciones como presidente, una opción sería volverme a vivir a Polonia”.

Si se camina por Manhattan, donde en este período hay decenas de obras en construcción o refacción, con camiones inmensos que bloquean las calles y cientos de obreros con casco, se puede ver que buena parte de ellos son extranjeros, en particular latinoamericanos. Lo mismo sucede en negocios, hoteles, restaurantes. Cuántos de ellos son legales es difícil decirlo porque, como en todos los países que reciben inmigrantes, existen todo tipo de tramoyas que ponen en práctica los empleadores locales, para hacerlos trabajar sin blanquear su situación y obteniendo una considerable ganancia. Uno de los casos más famosos y dramáticos fue el de las decenas de latinoamericanos que trabajaban en los restaurantes de los últimos pisos de las Torres Gemelas, cuando ocurrió el atentado de 2001. Trabajaban con nombres falsos y números de seguridad social falsos. Ellos recibían parte del sueldo, pero las contribuciones jubilatorias iban a manos del propietario del nombre. Cuando las torres se cayeron, sus familias nunca pudieron dar con sus restos ni recibir ningún reconocimiento porque no había registro alguno de ellos. En síntesis, Trump habla contra los inmigrantes pero dificilmente este país sería lo que es sin la contribución de los inmigrantes.

Las exposiciones del candidato republicano sobre los inmigrantes se esperan siempre con curiosidad, aunque con pocas esperanzas de que el contenido no sea el disparate habitual.

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