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El mundo|Viernes, 30 de enero de 2004
UNA BOMBA MATO A 11 PERSONAS A 100
METROS DE LA CASA DEL PRIMER MINISTRO EN JERUSALEN

Un ómnibus de muerte muy cerca de Sharon

Un policía palestino se inmoló ayer a bordo de un ómnibus en las vecindades de la residencia oficial del premier israelí, matando a 11 personas. El atentado no interrumpió el histórico canje de prisioneros entre Hezbolá y el Estado judío.

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Así quedó el ómnibus después de la explosión de ayer, que lanzó trozos de carne humana a los techos de las casas elegantes del lugar.
Por Justin Huggler*
Desde Jerusalén

Al menos once personas murieron en un atentado suicida contra un micro en el centro de Jerusalén ayer. Más de 50 personas fueron heridas en la explosión, que ocurrió a las 9 de la mañana hora local a solamente 100 metros de la residencia oficial del primer ministro israelí sobre la calle Gaza. El terrorista suicida fue señalado como un policía palestino de Belén.
Había carne humana en las palmeras donde ocurrió el ataque, y partes humanas estaban siendo recolectadas de los techos de las elegantes casas. Lo único que quedó de la mitad trasera del micro fue un esqueleto de metal retorcido. Los trabajadores de rescate dijeron que la explosión había sido tan fuerte que varios de los pasajeros fueron expulsados por el techo. Aun después de haber recolectado los restos de los muertos y haber retirado el ómnibus del lugar, el olor a sangre permaneció en la escena.
Este es el vigésimo noveno atentado suicida en Jerusalén desde el comienzo de la Intifada, pero nadie lo esperaba, después de una larga pausa en los ataques dentro de Israel. El suicida posiblemente haya intentado mandar un mensaje al hacer detonar sus bombas tan cerca de la residencia del primer ministro. Ariel Sharon no estaba en la ciudad en el momento del ataque y, aunque lo hubiera estado, nunca habría estado en peligro en su protegida residencia, que se encuentra lejos de la vereda. Los pasajeros del micro no tuvieron la misma suerte. Meshulam Perlman, quien estaba armando su puesto de flores y vio cuando la bomba explotó a 50 metros, encontró los miembros inferiores de una mujer.
“Vi todo”, dijo. “Lo vi en vivo. Vi una luz que venía del micro, después vi en cámara lenta cómo el techo del micro se separaba del micro.” Pedazos de metal del micro volaron hacia Perlman, casi pegándole. Después encontró una mano que voló por sobre su cabeza y cayó en la calle justo detrás suyo. El chofer del micro se desplomó en su asiento y el micro se detuvo inmediatamente.
“Fui a ayudar y vi la mitad del cuerpo de una mujer. Era joven, quizá 18 años, pero no más de 20. Estaba vestida como para ir a una fiesta, con medias y zapatos negros modernos. Los pasajeros estaban en shock. Tardaron un poco en empezar a gritar pidiendo auxilio. El chofer se despertó y se dio vuelta para ver a los pasajeros. Estaban atrapados debajo de los asientos y gritaban pidiendo ayuda, pero no podías ayudarlos por los asientos.”
No es el primer atentado suicida en esta calle. Todos en Jerusalén recuerdan el atentado suicida en el Café Moment en marzo de 2002, un bar de moda cercano al sitio de la bomba de ayer. Este fue aún más cerca de la residencia del primer ministro.
Pero no es casualidad que el terrorista suicida haya elegido esta calle en particular, y la residencia de Sharon puede no haber sido la única razón. Después de todo, es la calle Gaza, y el terrorista suicida dejó una nota en la que decía que el atentado era para vengar las muertes de ocho palestinos caídos en una incursión israelí a la ciudad de Gaza el día anterior, en el que murieron cinco militantes y tres civiles, según médicos palestinos, entre ellos un niño de once años. Como tantos ataques, éste también trataba de venganza.
La Jihad Islámica juró venganza por la muerte de cuatro militantes en Gaza, pero el atentado de ayer fue reivindicado por las Brigadas Martirias Al-Aqsa, un grupo con vínculos al movimiento al Fatah de Yasser Arafat.
La autoridad palestina ayer identificó al terrorista suicida como Ali Jaara, de 24 años. Fue un golpe para la Autoridad Palestina el hecho de que se tratara de un miembro de la policía palestina. Peor aún: trabajó en la única ciudad de donde se retiraron las tropas israelíes y entregaron el control de la seguridad a la policía palestina: Belén. El momento de su ataque suicida no podría haber sido más dañino para el primer ministro palestino Ahmad Qureia, a pesar de que el enviado estadounidense John Wolf está en la región para asistir a reuniones con oficiales israelíes y de la Autoridad Palestina para intentar reanudar el proceso de paz. Qureia se enfrentó ayer una vez más a acusaciones israelíes, acerca de que la Autoridad Palestina no está haciendo lo suficiente para controlar a sus militantes. Pero el ataque no suspendió el histórico canje de rehenes entre Israel y Hezbolá.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.

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