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El mundo|Domingo, 2 de octubre de 2016
HOY SE VOTA ALLI POR EL RECHAZO O NO RECHAZO DE LAS CUOTAS MIGRATORIAS FIJADAS POR LA UNION EUROPEA

En Hungría la tolerancia se plebiscita

Ya había levantado un muro en la frontera con Serbia y ahora espera que algo más de 8,2 millones de ciudadanos respondan No a una pregunta sobre si está despuesto a que la UE disponga sobre la llegada de “no húngaros” al país.

Por Gustavo Veiga
Simpatizantes del No participan de una manifestación en Budapest organizada por la sociedad civil.

El gobierno del primer ministro Viktor Orban podría dar hoy un paso clave para ratificar su política de cerrar las fronteras. Hungría celebrará un referéndum para rechazar las cuotas migratorias de la Unión Europea. Ya había levantado un muro en la frontera con Serbia y ahora espera que algo más de 8,2 millones de ciudadanos respondan “no” a la pregunta: ¿Quiere que la UE disponga, sin el consentimiento del Parlamento, sobre el asentamiento de ciudadanos no húngaros en Hungría? Una encuesta previa le otorga la victoria a la iniciativa del partido Fidesz en el poder. Pero lo que no tiene garantizado es que se presente más del 50 por ciento del electorado, un requisito exigido para que la consulta se considere válida.

Orban no es original con su propuesta xenófoba. En 2014, Suiza votó en contra de la inmigración masiva. La diferencia entre ambos casos es que la Confederación Helvética no pertenece a la UE y Hungría sí. Y que el primer ministro desafía al bloque comunitario que fijó cupos por país para recibir a desplazados de la guerra en Siria e Irak y otras zonas de conflicto. Su gobierno hizo una fuerte apuesta política en el referéndum, gastó mucho dinero para organizarlo y exalta que en él “se define el futuro del país y de Europa”.

La movida del Fidesz tiene una lógica interna más allá de lo que pasa afuera de sus fronteras. Hace tiempo que en Hungría el voto se corrió a la derecha. Su holgado triunfo electoral en 2010 le permitió modificar la constitución y mantener una amplia mayoría en el Congreso pese a que se redujo la cantidad de escaños. El gobierno de Orban expresa a un electorado conservador. Pero a la tercera fuerza en crecimiento, el ultraderechista Jobbik, le quita un argumento con su prédica contra las cuotas de refugiados. De hecho, ambos partidos llaman a votar por el “no”. A los neonazis los conduce Gábor Vona, un político joven que fundó la guardia húngara, una fuerza paramilitar que fue disuelta por perseguir a gitanos y judíos.

Solo los liberales se pronunciaron a favor del “sí” en el referéndum. En cambio, los socialistas y la Coalición Democrática que integran hacen campaña para no presentarse a votar. “Nosotros creemos que es políticamente correcto que este referéndum no sea válido. Ello enviaría un mensaje claro a todos: que la gente no cree en este juego populista que genera tensión” le dijo el líder socialista Gyula Molnár, al sitio Euronews. Desde el Fidesz responde su ministro de Gobernación, János Lázar: “Si va mucha gente a votar, eso mostrará que hay una unidad nacional para que podamos representar nuestra postura en Bruselas”. Son las diferentes visiones sobre una consulta que grupos descreídos de la sociedad húngara cuestionan desde otro lugar.

Es el caso de un fenómeno que se volvió viral y muy popular. El del paródico partido del perro de dos colas. Lo creó un artista callejero, Gergo Kovacs, que se mofa del gobierno con el símbolo del can: “un perrito tan dulce es imposible que robe dinero público y se corrompa”, dicen sus seguidores.

Lleva diez años de prédica constante, se financia con el sistema de crowdfunding (una forma de micromecenazgo) y lanza eslóganes mofándose de las políticas de Orban como “Venid a Hungría, nosotros ya trabajamos en Inglaterra”; “Si te marchas de Hungría, por favor vuelve en algún momento” o “Perdón por nuestro primer ministro”. Kovacs viene sosteniendo que “la solidaridad ya es suficientemente débil en Hungría. Un gobierno debería saber hacer algo mejor que empeorarla”.

En el umbral de la consulta, la agencia Efe difundió que votaría el 42 por ciento de la población habilitada y que hay un 31 por ciento de indecisos. Si se diera el primer caso, la jugada de Orban se le volvería en contra y lo dejaría debilitado ante la UE. Lo más curioso de este referéndum es que el gobierno ya hizo descender notoriamente la inmigración en términos absolutos. El sitio de estadísticas de población Eurostat señaló con datos de 2013 que la menor cantidad de personas que obtuvieron la nacionalidad en cualquier país europeo “se observó en Hungría”. Hubo 9200 menos que en 2012. Orban transformó la nación que gobierna en una de las que rechaza más migrantes. En 2015, en plena crisis de los refugiados, recibió como 175 mil solicitudes de asilo de las que aprobó un ínfimo porcentaje.

Junto a Polonia, República Checa y Eslovaquia, Hungría integra el llamado grupo de Visegrado que mantiene las posiciones más refractarias a la reubicación de los refugiados. Los cuatro ingresaron a la UE en 2004 y en septiembre de 2015 se opusieron a un documento que fijó las cuotas migratorias. Los polacos terminaron firmándolo con varios cambios y los húngaros se mantuvieron firmes en su rechazo. La convalidación de esa política xenófoba es lo que está en juego en la consulta de mañana.

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