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El mundo|Sábado, 15 de octubre de 2016
LAS ACUSACIONES DE ACOSO SEXUAL Y LAS FILTRACIONES DE DISCURSOS PRIVADOS DOMINAN LA CAMPAÑA

Trump y Hillary se pelean en el barro

El candidato republicano se recuperó luego de haber estado al borde del nocaut la semana pasada, más de diez puntos abajo, en el peor pasaje de su carrera. Pero un nuevo escándalo lo golpeó esta semana.

Por Nicolás Lantos
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Trump sonríe durante un acto de campaña en West Palm Beach, estado de Florida.

Desde Denver, Colorado

Entre cinco y seis puntos de diferencia separan a Hillary Clinton de Donald Trump a veinticuatro días de las elecciones, según los sondeos más recientes, realizados después del segundo debate que tuvo lugar el lunes. El candidato republicano recuperó el resuello luego de haber estado al borde del knock out la semana pasada, más de diez puntos abajo, en el peor pasaje de su carrera. Pero un nuevo escándalo lo golpeó esta semana, cuando salieron a la luz una serie de denuncias por acoso sexual. Su rival, mientras tanto, no parece estar siendo afectada por las revelaciones que surgen de los emails de su campaña que divulga, a cuentagotas, Wikileaks. Sin embargo, tampoco logra crecer en las encuestas: gran parte de la ventaja que sacó este mes se explica por una caída en la intención de voto de Trump antes que a una subida en los números de Clinton.

A nivel estados: los demócratas encabezan las encuestas en la gran mayoría de los estados clave, incluyendo a Florida, Ohio y Carolina del Norte, por márgenes que van de medio a tres puntos. Una victoria de la ex secretaria de Estado en cualquiera de esos tres significaría una virtual coronación. El magnate, tiene, además, otras preocupaciones. No le alcanza con dar vuelta y ganar esos tres distritos. Necesitar sumar además al menos uno de otros swing states donde la distancia es mayor, como Pennsylvania, Wisconsin o Minesotta, donde las encuesta lo dan ocho puntos abajo. Aquí en Colorado, la diferencia ahora es de siete puntos para Clinton pero Trump estuvo arriba durante varios pasajes de la campaña.

“Este estado solía ser republicano. Ahora ya no. Vino mucha gente nueva que vota a los demócratas y ahora suelen ganar los demócratas”, dice Joe. No lo dice con palabras pero habla de la población latina, en su mayoría de origen mexicano, que comenzó a llegar en los últimos años y ya son uno de cada cinco. Joe era mecánico. Ahora tiene 64 años y maneja un Uber para redondear para arriba su pensión, que no es muy abultada. “Ojalá Hillary pierda. Es tramposa. Ella y su marido, son dos tramposos”, se queja. Le pregunto qué opina de Trump. “Al menos él no es tramposo”.

Joe sabe que las encuestas muestran a Clinton muy cerca de ganar. “Dependemos de lo que salga en Wikileaks”, comenta. “Por ahora me han decepcionado”. Esta semana, la organización encabezada por Julian Assange lanzó seis tandas de dos mil emails capturados de la casilla del jefe de Campaña demócrata, John Podesta. Por ahora, las revelaciones que surgieron de allí, desde los discursos secretos de la candidata ante Wall Street hasta internas del equipo, no han hecho mella en la intención de voto de la candidata, que se mantiene estable en las últimas semanas. La estrategia de la ex secretaria de Estado contra esos emails es hacer de cuenta que no existen.

Mientras tanto, el New York Times publicó la denuncia de dos mujeres que dicen haber sido acosadas sexualmente por Trump. En las horas posteriores, otras salieron a la luz. Algunas se remontan a 1970, otras son tan recientes como 2005. Las víctimas se decidieron a hacerlas públicas luego de ver al candidato republicano en el segundo debate asegurar que sus comentarios sobre que una estrella puede hacer “cualquier cosa” con las mujeres eran “charla de vestuario” y que él nunca había hecho algo así. La respuesta, como siempre a través de twitter, es que se trata de “un invento total”. También anunció que iniciará acciones legales contra el diario.

Peleado con su partido, con sus rivales y con los medios tradicionales, el magnate radicaliza su estrategia de mostrar esta carrera presidencial como una batalla de un individuo contra el sistema, victimizándose y extremando su posición de outsider en los actos. “Cualquiera que los desafíe es llamado racista, sexista, xenófobo y moralmente deforme. Buscan destruirte por completo, hasta tu reputación, mienten, mienten, mienten, y van a mentir más aún todavía”, dijo ayer en un acto en Florida. Aunque sus chances de ganar parecen, en este momento, marginales, logró salir a flote de su semana más crítica y en los últimos días recuperó algo del tiempo perdidor.

No es la primera vez que el republicano se sobrepone de una situación desventajosa. Le pasó varias veces durante este ciclo electoral. Recuperó en menos de un mes una desventaja de 14 puntos entre agosto y septiembre. Antes, redujo la diferencia de 9, al principio de la carrera, a 1, antes de la convenciones. Pero ahora corre con el tiempo en contre. De todas formas, más que la caída debería preocuparle el techo de 44 puntos que no superó en ningún momento de la carrera y que no le permitió, nunca, ir más allá del empate y pasar al frente. Si es demasiado tarde para lograr lo que no pudo hasta ahora o si esta campaña todavía nos guarda una sorpresa más comenzará a saberse el miércoles que viene, en Las Vegas, Nevada, cuando se lleve a cabo el último de los tres debates presidenciales.

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