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El mundo|Domingo, 22 de febrero de 2004

Retrato del “irreductible” líder de los palestinos

La última biografía de Yasser Arafat, titulada Arafat el irreductible, cuyo autor es el ensayista israelí Amnon Kapeliouk –contrariamente a lo previsible–, resulta ser una obra objetivada que incluye vasta documentación y material periodístico. Esta nota recorre el punto de vista de Kapeliouk, polémico en Israel.

Por Eduardo Febbro
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Arafat es quien, para su biógrafo, eligió la lucha armada para liberar Palestina, a la que luego renunció.
Página/12
en Francia
Desde París

La biografía más actual –se detiene en octubre del año pasado–, la más completa y “justa” del líder de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, no es obra de algún especialista occidental ni árabe sino de quien podría ser su peor enemigo, el periodista y ensayista israelí Amnon Kapeliouk*. Cuatro años de trabajo, 500 páginas exhaustivas y una objetividad que a menudo roza la admiración, Arafat el irreductible no es un libro más sobre el líder palestino sino una obra singular que, lejos de enfocar a Arafat con los ojos del odio como lo hacen muchos intelectuales israelíes, ofrece una mirada a la vez precisa e intimista. Amnon Kapeliouk es tal vez el único biógrafo de Arafat que siguió paso a paso y a lo largo del tiempo las incontables turbulencias del proceso israelí-palestino. Las siguió como periodista y como protagonista “carnal” del antagonismo. Su libro contiene esos dos ángulos de observación y una abarcadora documentación, que incluye los encuentros con el líder palestino y sus colaboradores más cercanos. “Arafat es alguien tan interesante que me drogaba con este trabajo”, dice el autor a este periódico.
La particularidad de esta biografía fuera de lo común radica también en la confluencia de dos destinos, el del biógrafo y el del biografiado. Como él mismo lo precisa, Amnon Kapeliouk es un “sabra” nacido en una “Palestina en la cual árabes y judíos vivían juntos, y educado en una familia en la cual mi padre recibía en casa muchos amigos árabes”. Esa doble vivencia judeo-árabe, previa a la creación del Estado de Israel, Kapeliouk la cuenta a través de la infancia de Arafat. A este respecto, el primer capítulo de la biografía aporta varias revelaciones sobre los años de formación que el líder palestino pasó entre Jerusalén y El Cairo, donde “la historia atravesó la vida de Arafat”. Estas páginas explican en gran medida las constantes políticas que Arafat adoptará durante su lucha armada y política por el reconocimiento del derecho de los palestinos. El Egipto y la Jerusalén en que Arafat vivió fueron atravesados por conflictos mundiales y nacionales. La Primera Guerra Mundial, luego la nakba –la palabra define la división de Palestina y el éxodo de 800 mil palestinos que en 1948 huyeron del ejército israelí– y, más tarde en Egipto, la tormenta revolucionaria y los enfrentamientos por el poder entre los Hermanos Musulmanes y los oficiales de Nasser. Ese conflicto que intervino en los años de formación de Arafat contienen los dos polos que el presidente palestino siempre buscó conciliar: el islamismo y el nacionalismo árabe condimentado de socialismo.
A falta de archivos, el periodista israelí recurrió a su propio trabajo en el terreno, a sus contactos con los palestinos y a las entrevistas que mantuvo con Arafat a lo largo de los últimos treinta años. Amnon Kapeliouk lo conoce muy bien, y uno de los momentos de antología de la biografía es la entrevista que le hizo el 9 de agosto de 1982, en momentos en que Beirut estaba sitiada por las tropas israelíes. El cerco y los bombardeos de la capital libanesa estaban dirigidos por el actual primer ministro israelí, Ariel Sharon, entonces ministro de Defensa. Fue el mismo Sharon quien, algunas semanas después, “protegió” la acción de los comandos falangistas libaneses que exterminaron a centenas de palestinos en los campos de Sabra y Chatila. La entrevista entre Arafat y Kapeliouk tuvo lugar en un estacionamiento subterráneo de un Beirut estremecido por las bombas. Los relatos vibrantes y las revelaciones sobre los momentos cruciales de la vida de Arafat van tejiendo un relato del que emerge la “doble inspiración” de Arafat, islamismo socialista y nacionalismo árabe, y la estatura de un personaje cuya postura, a la vez radical y consensual, hizo de él un “líder histórico”.
Militante irreductible de la independencia palestina, tanto frente a Israel como a los países árabes, Arafat es el hombre que, para subiógrafo, eligió la lucha armada para liberar Palestina a la que luego, por los mismos motivos, renunció. El “enemigo irreductible” de Israel va apareciendo en la pluma de su biógrafo israelí con la dimensión que una buena parte de la comunidad internacional le reconoce: símbolo de la causa palestina, catalizador de las aspiraciones de su pueblo, con una determinación a toda prueba y más vidas de las que puede tener un gato. Kapeliouk no teme las críticas que el retrato positivo que hace de Arafat puede acarrearle en su país. Al contrario, asegura, las acepta tanto más cuanto que, explica, “yo no admiro a Arafat, conozco muy bien al hombre y me intereso en él porque, en lo peor y en lo mejor, encarna al pueblo palestino. No se pueden negar sus cualidades ni su pragmatismo excepcional”.
Lejos de la imagen que a menudo se suele dar de Arafat, es decir, la de un hombre que por un lado habla de negociaciones de paz y, por el otro, respalda el terrorismo palestino, Kapeliouk dice no estar de acuerdo con ese retrato. “Cuando Arafat le habla a su pueblo sobre el proceso de paz lo hace en árabe, con el entusiasmo y el verbo propios de ese idioma. Por lo demás, es un hombre coherente, quiere la paz y la aplicación de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas.” Según el ensayista israelí, no es Arafat sino “la derecha israelí la que hace gala de un lenguaje ambiguo. En lo que se refiere a los atentados kamikazes, no conozco uno solo que haya sido alentado por Arafat. Al contrario, él insiste en que el terrorismo perjudica la causa palestina”.
Aunque muchos vean en sus posiciones las huellas del extremismo, la biografía equilibra esa impresión mostrando cómo Arafat supo no ir “demasiado lejos” y tomar en cuenta no sólo el estado de ánimo de su pueblo sino también el equilibrio de fuerzas regional y mundial. A quienes lo acusan de haber querido rehabilitar la imagen de Arafat, Kapeliouk responde: “Unicamente Israel, Estados Unidos y algunos medios europeos protagonizan una guerra psicológica contra Arafat. Por el contrario, el resto del mundo critica la forma en que Estados Unidos e Israel lo tratan”. En el prólogo de la biografía, el ex presidente sudafricano Nelson Mandela recuerda: “La difícil situación que le ha sido impuesta a Arafat en los últimos dos años deshonra más a quienes se le imponen que a quien la soporta. Arafat será para siempre un símbolo del heroísmo para todos los pueblos del mundo”. La biografía del periodista israelí aclara un punto central que Mandela reconoce: “Yasser Arafat es el hombre que inscribió la cuestión palestina en el orden del día de la comunidad internacional, fue él quien hizo pasar a su pueblo del estatuto de refugiado al de nación íntegra”.


* El autor publicó anteriormente Sabra y Chatila, investigación sobre una matanza y Rabin, un asesinato político.

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