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El mundo|Lunes, 23 de febrero de 2004
HOY LA CORTE INTERNACIONAL ANALIZA LA CONSTRUCCION DE LA VALLA

Una ayudita a la defensa de Israel

Justo antes de las audiencias de la Corte, el atentado suicida de Jerusalén mató a 8 personas e hirió a 66. Hubo un argentino.

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Ultraortodoxos voluntarios evacuan uno de los cuerpos luego del atentado suicida en Jerusalén.
Ocurrió 24 horas antes de que la Corte realice una audiencia sobre la legalidad del muro.
Un atacante suicida palestino mató ayer a ocho personas –él incluido– e hirió a otras 66 cuando detonó la bomba que llevaba en un colectivo, en el oeste de Jerusalén. Las Brigadas Mártires de Al Aqsa reivindicaron el atentado, pero más tarde negaron haber participado en la explosión que, según dijeron, sólo sirve a los fines israelíes. Un argentino, Daniel Nahmanovich, resultó herido en el atentado, pero se encuentra fuera de peligro. “Está entre los heridos que aquí los médicos consideran leves”, indicó su esposa, también argentina. Fue el atentado número 29 perpetrado en esta ciudad desde que los palestinos lanzaron la Intifada, hace tres años y medio. Y ocurrió 24 horas antes de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya realice una audiencia sobre la legalidad del muro de seguridad que Israel está construyendo en Cisjordania. Para los israelíes, el ataque de ayer reivindica su construcción: “no se hubiera podido perpetrar si el cerco hubiese estado ya terminado, dijo el ministro de Justicia israelí, Josef Lapid.
El atentado ocurrió a las ocho de la mañana, hora pico, cuando muchos oficinistas y estudiantes de un acomodado barrio de inmigrantes alemanes de las afueras de Jerusalén viajaban en colectivo hacia el centro de la ciudad. Jad Ihaq, un destacado militante de Cisjordania contra el muro de seguridad israelí, denunció que el ataque fue un gol en contra para los palestinos. “Se hizo en el peor momento y daña los intereses palestinos”, indicó. “Es hora de que nos examinemos a nosotros mismos y paremos estos ataques”, dijo. Y afirmó que ayer sólo 300 personas se reunieron para manifestarse contra la valla de seguridad en vez de las 5000 que habían calculado los organizadores. “No pudieron llegar al muro por culpa del atentado. La mayoría de nosotros piensa que fue un gran error”, agregó. Por su parte, el Consejo de Seguridad Nacional de la Autoridad Palestina (AP) declaró que el atentado fue perpetrado a propósito un día antes de la audiencia ante la Corte Internacional de Justicia y que castigará a los instigadores. Además, el primer ministro palestino, Ahmed reia, condenó el ataque: “Nos indigna por el momento, el lugar y el tipo de acción elegidos”, dijo refiriéndose a la audiencia que empezará hoy en La Haya.
Las Brigadas Mártires de Al Aqsa, que pertenecen al movimiento Al Fatah, del líder de los palestinos Yasser Arafat, reivindicaron el ataque e identificaron al kamikaze como Mohammed Zeoul, un hombre de 23 años que nació en Hussan, un pueblito cerca de Belén. Según el comunicado enviado por esta facción extremista, Zeoul dejó un hijo de 18 meses y una esposa embarazada. Al Aqsa también difundió un video de despedida donde se ve al suicida sentado delante de la bandera del clan. En el comunicado el grupo llamó al muro israelí “una pared nazi que no dejará de atacarnos”. Pero más tarde Al Aqsa negó estar involucrado en el atentado sin explicar por qué difundió el comunicado y el video. Para los israelíes, la participación de Al Fatah es una prueba de que la cúpula palestina está detrás de los atentados o de que ha perdido el control sobre los militantes de Al Aqsa.
“Estaba a cien metros”, contó Joan Kedem, una abuela israelí que nació en Gran Bretaña y que en el momento de la explosión acababa de bajarse de otro colectivo. “Me di vuelta. Había un silencio sepulcral y una gran nube de humo. Vi partes de cuerpos que volaban por la calle”, relató a la prensa. Entre los más de 66 heridos en el atentado figuran dos niños y el argentino Daniel Nahmanovich, que en el momento de la explosión viajaba rumbo a su oficina, en el centro de Jerusalén. Minutos antes había dejado su auto en un taller mecánico del barrio Talpiot. Tuvo suerte: cuando el atacante detonó los explosivos, este contador porteño que llegó a Israel en 1975 se encontraba sentado en la parte trasera del colectivo, a pocos metros del kamikaze. Su mujer, Ofelia, habló con varios medios locales y explicó que su marido tiene un profundo corte en el cuello, daños en la vista y heridas de poca consideración. “Está entre los heridos que aquí los médicos consideran leves y su vida no corre peligro”, dijo.
Ayer a la tarde, Nahmanovich entró en el quirófano del hospital Shaarei Tzedek para una operación exploratoria para detectarle posibles hemorragias internas. Según su esposa, una dentista argentina, en el atentado su marido sufrió graves daños en uno de sus ojos: hace apenas un par de meses se lo había operado. “Estaba consciente cuando los servicios de emergencia lo sacaron del colectivo por una de las ventanillas”, indicó Ofelia, que anoche esperaba el diagnóstico de los médicos junto a sus hijos Eyal, de 20 años, Shai, de 18 y Mijal, de 13. “Al principio, nos quedamos conmocionados con la noticia, pero cuando ya pudimos hablar con él nos tranquilizamos un poco”, agregó.
Horas después del atentado, los paramilitares israelíes de la frontera asaltaron Hussan y arrestaron a los padres y a tres hermanos del atacante suicida. Mientras, varios miembros de la familia vaciaron la casa de dos pisos de la familia porque temen que el ejército israelí la demuela, un castigo muy común para esos ataques. “Como muchos jóvenes palestinos, Mohammed se sentía frustrado y enojado”, contó Yasser Ashqar, primo del atacante. “Al principio de la Intifada se quedó sin trabajo y nunca más volvió a encontrar empleo. Los israelíes se negaron a darle un permiso para trabajar. Y hace dos años fue herido en el abdomen cuando le tiraba piedras a unos soldados”, indicó.

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