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El mundo|Jueves, 4 de marzo de 2004

Atención pasajeros, hora de abordar unos trenes rigurosamente vigilados

AZF, un extraño grupo terrorista francés, logró convencer al gobierno de que tiene minada la red ferroviaria del país. Exigen dinero. Y el gobierno paga.

Por Eduardo Febbro
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La estación ferroviaria Gare de Lyon en París, bajo la mirada de los agentes especiales.
Mensajes secretos intercambiados a través de la prensa entre el gobierno y un hasta ahora desconocido grupo terrorista, amenazas de atentados en las vías férreas del país si no se paga un soborno de cuatro millones de dólares y un millón de euros, estos son los elementos que componen la historia político-policial descubierta ayer en Francia. Desde hace varias semanas, la policía francesa le viene siguiendo la pista a un preocupante y nebuloso núcleo terrorista autodenominado AZF, el cual amenaza con hacer explotar los trenes si no le paga a cambio una recompensa millonaria. Por medio de una serie de cartas remitidas al ministerio francés de Interior, los chantajistas se definen como “un grupo de presión de carácter terrorista creado en el seno de una cofradía laica”. Lo único que no es un misterio es la referencia implícita en el nombre de los presuntos terroristas. AZF se refiere al nombre de una fábrica de productos químicos que, por razones nunca esclarecidas, explotó en la localidad de Toulouse –sur de Francia– en el curso del año 2001, dejando un saldo de 30 muertos y centenas de heridos.
AZF se manifestó por primera vez el 11 de diciembre mediante una carta enviada al Ministerio de Interior y a la Presidencia de la República. El texto denunciaba la “economía descarrilada”, a los políticos “más interesados en sí mismos que en el Estado”, la “enseñanza reductora” así como la “complicidad de los medios de comunicación”. El 29 de enero pasado, una nueva carta advierte sobre la necesidad de tomar en cuenta el contenido de los textos. El asunto pasó a mayores dos semanas después, el 13 de febrero, cuando otra con datos “operacionales” vino a probar la seriedad de lo que hasta entonces no era más que uno de los tantos correos extraños que reciben los ministerios. La carta incluía la amenaza explícita de hacer “explotar una serie de bombas” en las vías de los trenes. El correo contiene datos muy claros: las bombas están programadas con un mecanismo de relojería y para que no estallen el gobierno debe pagar la suma exigida. A fin de que el gobierno “pruebe” sus buenas intenciones, los presuntos terroristas le exigen que publique un anuncio en la sección “Mensajes Personales” del matutino Liberation. El anuncio publicado en la edición del pasado 19 de febrero dice: “Mi gran lobo, no corramos riesgos inútiles, lo más pronto será lo mejor. Dame tus instrucciones. Suzy”. Aunque parezca un cuento policial, la realidad supera aquí la ficción. De hecho, el gobierno siguió las instrucciones e intentó pagar el dinero reclamado. El 20 de febrero, AZF se mostró satisfecho por la “buena voluntad” manifestada por el gobierno y reveló el lugar donde había colocado los primeros explosivos. Al día siguiente, en una vía del ferrocarril situada cerca de la localidad de Limoges, los servicios especiales de la policía francesa encontraron un aparato explosivo a base de nitrato y combustible adentro de un tupperware. El sistema estaba dotado de un detonador y un reloj programado. A fin de probar la “eficacia” del sistema, los policías lo accionaron: la explosión arrancó un tramo de la vía de 35 kilos. “El detonador era complejo y eficaz”, explicó ayer uno de los encargados de la investigación.
Lo que sigue luego es aún más rocambolesco. El grupo planificó al milímetro su chantaje y le exigió al gobierno que, para probar una vez que estaba dispuesto a seguir sus instrucciones, un helicóptero aterrizara en el techo de la Torre de Montparnasse –el edificio más alto de Europa–. La operación fue abandonada por ser demasiado compleja y peligrosa. El gobierno hizo saber en las páginas de Liberation que “el pájaro volará hacia otra parte”. A partir de allí, los contactos se hicieron por teléfono. La siguiente exigencia consistió señalar el lugar en donde, siempre con un helicóptero, debía ser depositado el dinero: un descampado cercano al aeropuerto de la localidad del Loiret previamente “señalado” con una lona. La confirmación de la cita (28 de febrero), siempre comunicada por medio de los “Anuncios Personales” de Liberation, decía: “El pájaro blanco volará desde el lugar indicado”. Pero la entrega tampoco se pudo hacer porque el helicóptero, debido a la oscuridad, no encontró el lugar determinado, distante de 20 kilómetros. Ayer, el último mensaje firmado “Suzy” advertía: “No hemos visto tu pañuelo azul. Hazme una señal”.

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