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El mundo|Lunes, 22 de marzo de 2004
UN VOTO CASTIGO AL GOBIERNO CONSERVADOR DE JACQUES CHIRAC

La izquierda de vuelta del patíbulo

En la primera vuelta de las regionales y cantonales de Francia, el socialismo le ganó a la centroderecha gobernante.

Por Eduardo Febbro
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El presidente de Francia, Jacques Chirac (izq.), y su esposa Bernardette depositan su voto.
Página/12
en Francia
Desde París

Casi dos años después de que los electores franceses enterraran en las urnas a la izquierda francesa, los socialistas y los ecologistas salieron del olvido electoral. Los resultados de la primera vuelta de las elecciones cantonales y regionales celebradas ayer en Francia muestran un claro voto sanción contra la mayoría conservadora gobernante, un mantenimiento de la extrema derecha, la relativa supervivencia de los comunistas y el repunte significativo de los socialistas y sus aliados ecologistas. A escala nacional, verdes y socialistas totalizan poco más del 40 por ciento de los votos contra el 34 por ciento para los dos partidos gubernamentales, UMP y UDF, la extrema derecha, 17%, conserva su caudal de influencias, mientras que los comunistas, con poco más del 5% salvan sus laureles y la extrema izquierda –a pesar de una alianza entre los dos movimientos trotskistas, LCR y LO– tropiezan con un rotundo fracaso que se cifra en apenas un 5%.
“Hemos hecho lo que hacía falta para que nos miren como una alternativa posible”, dijo anoche el primer secretario del Partido Socialista francés, François Hollande. Mientras la derecha llamaba a sus electores a “unirse para la segunda vuelta”, el mismo responsable socialista argumentaba que, para el gobierno, “se trata de una seria advertencia. Hubo una expresión amplia de los ciudadanos, una sanción ante la política del gobierno y no simplemente contra este otro candidato en las regiones. Es una sanción contra los efectos de la política del gobierno”. Modestos y atentos ante lo que pueda ocurrir en el ballottage previsto para el próximo domingo, los socialistas dieron consignas de movilización y discreción. Realista, el ex ministro socialista de Economía, Laurent Fabius, declaró anoche que “todavía no es una victoria pero ya es una esperanza”. Para el gobierno se trata de un auténtico voto sanción que da vuelta por completo el panorama planteado luego de la aplastante victoria obtenida en las elecciones presidenciales de abril de 2002 y confirmado luego en el curso de la consulta legislativa de junio.
Con seis puntos abajo de una izquierda que todavía avanza titubeante, el partido presidencial UMP cosecha en las urnas el rechazo a una política caracterizada por leyes y medidas contra las clases menos favorecidas. La sanción es tal que incluso en la región del actual premier Jean Pierre Raffarin, Poitu Charante, la candidata de la izquierda, Segolene Royal, pasó cerca de la mayoría (47%). La única victoria consistente de la derecha gobernante fue en contra suya. La UMP superó en casi todas las regiones a la lista de centro derecha de la UDF. Los otros perdedores de esta consulta son las listas de la extrema izquierda. A pesar de un pacto electoral que por un momento hizo creer que el PS se vería despojado por la ultra izquierda, las listas trotskistas fusionadas, Liga Comunista Revolucionario y Lucha Obrera, rozan el 5% de los votos. El fracaso es tanto más rotundo cuanto que los trotskistas esperaban repetir el porcentaje que las urnas les dieron en la primera vuelta de las elecciones de 2002 y al final tuvieron que consolarse con un abanico cercano al de las elecciones regionales de 1998. En relación con ésta, los socialistas lograron superar los votos conseguidos en ese momento, 40% actuales contra 37, 5% en ese entonces.
La extrema derecha del Frente Nacional no registró la progresión espectacular que esperaba. Si bien aumentó sus votos con respecto a 1998, 15% en esa elección y 17% ahora, el partido de Jean Marie Le Pen no sacó provecho alguno de la presencia de su líder en la segunda vuelta de lasúltimas presidenciales. Sin embargo, la extrema derecha, muy votada en las regiones del norte y el sur del país –Costa Azul– guarda intactas sus capacidades de complicar la segunda vuelta. El Frente Nacional está en condiciones de mantenerse en 18 de las 22 regiones que votarán el próximo domingo. La hija de Jean Marie Le Pen, Marine Le Pen, dio vuelta la interpretación de los resultados diciendo que el voto a favor del FN se ha convertido “auténticamente en un voto de adhesión (a sus ideas) y no de protesta” (contra el gobierno). Alain Juppé, ex premier liberal, lamentó que el avance de la extrema derecha hará que, una vez más, esta fuerza “sea el árbitro en ciertas regiones”.
Los sondeos de opinión se equivocaron en dos cálculos. Anunciaron una ola de los extremos que no se produjo y una taza de abstención histórica. Pero los franceses no sólo restablecieron cierto equilibrio entre los poderes sino que, además, votaron masivamente, incluso casi un 4 por ciento más que en 1998. Al final, las elecciones regionales marcan el retorno electoral de la izquierda y ponen límites a la acción del gobierno tal como éste la planteó hasta hoy.

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