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El mundo|Miércoles, 7 de abril de 2004
ESTADOS UNIDOS SE AFERRA A LA FECHA DEL 30 DE JUNIO

El calendario surrealista de George W.

Por Mercedes López San Miguel
El “deadline” del 30 de junio que la Casa Blanca se autoimpuso como fecha de traspaso del poder político a los iraquíes aparece como una meta absurda, en el plan de “democratizar” a Irak. En las últimas 72 horas los datos se sobreimprimen en el calendario: son más de cien los muertos iraquíes, al menos 32 las bajas de las fuerzas ocupantes (30 estadounidenses, un salvadoreño y un ucraniano); una docena de carabineros y otra de marines heridos. Y la cuenta se complejiza.
Un nuevo elemento se ha incorporado en el accionar de los rebeldes. Hasta este fin de semana, los chiítas (el 60 por ciento del país opositor a la opresión de los sunnitas liderados por Saddam Hussein) estuvieron pacíficos. Si bien los enfrentamientos que comenzaron el domingo han estado a cargo de un pequeño movimiento de milicianos chiítas que obedecen a Muqtada al Sadr –hasta ahora a la sombra del máximo clérigo de esa comunidad, Al Sistani–, podría ser que su proclama provoque un efecto contagio. La violencia que comenzó en la ciudad sagrada de Najaf (centrosur) fue in crescendo la otra sureña Basora y la ciudad Sadr al noreste de Bagdad. Son algunos ejemplos.
Incluso en el llamado “triángulo sunnita” (comprendido en las ciudades Ramadi, Baba y Tikrit) de parte de los seguidores del depuesto Hussein no quedaba claro ayer para las fuentes militares si en las revueltas habrían participados elementos infrecuentes a la insurgencia regional. A esto se suman las infranqueables disputas interétnicas en Irak. Los cristianos y sunnitas más cultos de la elite de Bagdad se niegan a ser gobernados por la mayoría chiíta y menos por una alianza kurdo-chiíta. Para los chiítas la ley islámica es la que debe regir en Irak. Los kurdos, que representan alrededor de un 25 por ciento de la población iraquí, se rigen por la organización tribal. Las otras minorías: turcos, asirios y yazidis comparten a su vez la inquietud de la elite de Bagdad: no desean seguir las reglas de los clérigos chiítas.
Aunque el “virrey” Paul Bremer, la administración civil para Irak se empecina públicamente en prometer el traspaso de “soberanía” para la fecha estipulada, los propios miembros del Consejo de Gobierno de Irak que él montó están considerando que aquél podría demorarse algunos meses –lo que obligaría a extender aún más la presencia de tropas–. Con todo, el Departamento de Defensa norteamericano ya ha dejado abierta la posibilidad de enviar más efectivos.

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