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El mundo|Viernes, 9 de abril de 2004
SECUESTRARON A TRES JAPONESES Y AMENAZARON CON QUEMARLOS VIVOS

Cuando Bagdad es la capital del fuego

La invasión iba a llevar a Irak democracia, estabilidad y orden. Ayer, a un año de la entrada de las tropas a Bagdad, un periodista que cubrió la operación desde el comienzo se encontró como primera novedad con el secuestro de tres japoneses amenazados con ser quemados vivos, en un signo de lo que se ha vuelto el país.

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Una toma de Al Jazira muestra a los tres japoneses secuestrados y amenazados ayer.
Por Patrick Cockburn y David McNeill *
Desde Bagdad y Tokio

A un año de la ocupación angloamericana de Irak, al frente de una coalición de contingentes militares de otros países, tres japoneses, un canadiense que trabaja para una organización humanitaria, un árabe israelí y siete coreanos –que ya han sido liberados– fueron secuestrados en Irak por grupos radicales como medida de presión para que las tropas de la coalición internacional abandonen el país o para liberar a los iraquíes detenidos por éstas. El canadiense Fadi Ihsan Fadel se encontraba trabajando para la organización International Rescue Committee, cuyo propósito es “auxiliar a personas que huyen de persecuciones raciales, religiosas o étnicas, y a los desplazados por la guerra y la violencia”, según dice su sitio web. Canadá ha evitado involucrarse en la guerra en Irak y no se ofreció para integrar las fuerzas de la coalición internacional enviadas a ese país. Rebeldes iraquíes amenazaron con quemar vivos a tres rehenes japoneses –dos periodistas y una trabajadora voluntaria– en tres días si el gobierno japonés no retira sus tropas de Irak.
“Tres de vuestros hijos han caído en nuestras manos”, dice la declaración de los secuestradores. “Les damos dos opciones: o retiran sus tropas, o los quemamos vivos. Tienen tres días a partir de la transmisión de este video.” El video transmitido por la cadena televisiva Al Jazira mostró a los japoneses cautivos, dos hombres y una mujer con los ojos vendados y agachados en una habitación de paredes de concreto con una puerta de hierro. Atrás de ellos se pudo ver a cuatro hombres vestidos de negro que portaban armas automáticas y un lanzacohetes. Los secuestradores obligaron a los tres japoneses a acostarse en el piso mientras apuntaban con cuchillos y espadas a las gargantas y pechos de los rehenes. Luego mostraron sus pasaportes que identificaban a los rehenes como Soichiro Koriyama, 32, un periodista free-lance que llevaba una identificación de prensa de la revista semanal Nahoko Takato; una trabajadora voluntaria que trabaja con niños y Noriaki Imai de 18 años, quien había ido a Irak a estudiar los efectos de los proyectiles de uranio empobrecido sobre la población local.
El gobierno japonés demandó la liberación de los rehenes y dijo que no planeaba retirar sus tropas, compuestas por 530 hombres, con base en Samawah, en el sur de Irak, parte del contingente de 1100 hombres enviados para tomar parte de los trabajos de reconstrucción. El vocero principal del gobierno japonés, Yasuo Fukuda, dijo: “No hay necesidad de que nos retiremos. Estamos ahí para llevar ayuda humanitaria a la gente iraquí”. El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, agradeció el gesto de Tokio.
La transmisión del video de los rehenes por la televisión japonesa aumentará la presión sobre el primer ministro Junichiro Koizumi, quien envió 550 tropas terrestres a Irak a pesar de la fuerte oposición y, según sus críticos, en violación a la Constitución japonesa. El gobierno de Koizumi pudo pasar por alto la prohibición constitucional de tomar parte en acciones militares en el extranjero argumentando que las tropas iban en una misión humanitaria para llevar agua y otros bienes a Irak.
El secuestro concuerda con ataques pasados sobre miembros de la coalición liderada por Estados Unidos, quienes son vistos como blancos fáciles y no esperaban, cuando respondieron al llamado de ayuda de los Estados Unidos un año atrás, ser sujetos de una venganza tan salvaje. Italia y España han sido singularizados para ser penalizados en el pasado año.
Siete surcoreanos, supuestamente ministros cristianos, también fueron detenidos por hombres armados al oeste de Bagdad, que luego fueron liberados, según un funcionario de la cancillería de Seúl. No está claro quién los ha secuestrado. Dejaron Irak el cinco de abril, cuando la ruta entre Bagdad y Jordania fue cortada mientras marines norteamericanos sitiaban la ciudad de Faluja y luchaban contra rebeldes en Ramadi. Corea del Sur tiene a 460 médicos e ingenieros militares instalados en Nasariyah y que serán reemplazados por 3600 tropas que están siendo enviadas al Kurdistán iraquí.
Las guerrillas pueden haber descubierto, como ocurrió en el Líbano durante los años ’80, que el secuestro de extranjeros, especialmente periodistas, intensifica la presión sobre sus gobiernos. También es cierto que los militantes sunnitas y chiítas en Irak son muy sospechosos de los extranjeros y periodistas de cualquier descripción, incluyendo a los propios iraquíes.
Hace un año llegué a Bagdad desde el Kurdistán iraquí. La guerra recién había finalizado. Los edificios del gobierno habían sido saqueados y algunos todavía estaban prendidos fuego. Pero todavía había un sentimiento en la ciudad de que lo peor ya había pasado para los iraquíes. Hoy es más difícil recuperar ese sentimiento. Para un extranjero, Irak hoy es más peligroso que en ese entonces. Los militantes sunnitas y chiítas tienen la mala costumbre de igualar a periodistas con espías. En el sur de Bagdad, rebeldes atacan a cualquier extranjero que encuentren en las calles.
Nunca pensé que la invasión norteamericana de Irak terminaría felizmente, pero parece extraordinario que un año después de que los norteamericanos tomaran la capital, todavía haya solamente 12 horas de electricidad por día. Afuera del hotel donde este enviado tiene su oficina, todas las mañanas hay que saltar por encima de un desagüe repleto de líquidos cloacales de un caño roto. Nadie parece estar demasiado interesado en arreglarlo.
Una forma rápida de medir cómo están las cosas en Bagdad es mirar las cuatro chimeneas de la estación de energía Al Dohra que dominan el horizonte del sur de la capital. Si sale humo de dos o tres de ellas significa que habrá una cantidad razonable de energía. Pero si solamente una chimenea produce humo, quiere decir que no habrá suficiente energía. Volviendo a Bagdad esta semana, me di cuenta de que, por primera vez desde que fue bombardeada en 1991, no sale humo de ninguna de las chimeneas. Gary Teeley, un contratista civil británico de 37 años, también ha sido secuestrado en Nasiriya, donde hubo combates fuertes esta semana entre el ejército de Mehdi, leal a Al Sadr, y tropas italianas. Se dice que Teeley trabajaba en una base aérea estadounidense.
Desafortunadamente, la Autoridad Provisional de la Coalición eligió contratar a empresas privadas para proveer la seguridad. Esto borroneó la distinción entre civiles y militares extranjeros en Irak. Los últimos secuestros harán que sea cada vez más difícil para las empresas extranjeras, que utilizan su propio personal, jugar un rol en la economía iraquí. También hará prácticamente imposible que Estados Unidos encuentre otros países para sumarse a la coalición.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.

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