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El mundo|Viernes, 14 de mayo de 2004
EL SECRETARIO DE DEFENSA DE ESTADOS UNIDOS HABLO DESDE IRAK

Halcón que voló a la escena del delito

Donald Rumsfeld, autoasumido el responsable de las torturas infligidas a prisioneros iraquíes, visitó ayer el penal Abu Ghraib. Respetó el guión de su administración, señalando que los abusos fueron el trabajo de “unos pocos” del ejército.

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Rumsfeld saluda a sus soldados en la cárcel Abu Ghraib, a quienes les dirigió un mensaje.
Por Justin Huggler*
Desde Bagdad

Donald visitó ayer la escena del crimen. Viajó a Irak para hacer un tour de Abu Ghraib, la prisión donde se sacaron las fotos de soldados norteamericanos torturando y humillando sexualmente a prisioneros iraquíes. Se paró entre un mar verde de los uniformes de las tropas norteamericanas, y les dijo, citando a Abraham Lincoln, que “Estados Unidos es la última y mejor esperanza de la humanidad”. Pero lo dijo en el lugar donde, para millones de personas alrededor del mundo, esa imagen de Estados Unidos ya puede haber muerto. En el sitio donde la soldado Lynndie England posó para las fotos que después espantaron al mundo –en una, sonriente, con un cigarrillo colgando de sus labios y apuntando con su dedo a una fila de genitales desnudos de hombres encapuchados; en otra, arrastrando a un hombre por el piso con una correa atada a su cuello–.
Rumsfeld les dijo a los soldados: “Ustedes saben, que han escrito sobre la generación de la Segunda Guerra Mundial como la mejor generación... Creo que hay milllones y millones de norteamericanos, probablemente millones y millones de ciudadanos iraquíes y afganos que entienden lo mismo. Ustedes, todos, son la mejor generación”. Estaba hablando en el lugar donde soldados norteamericanos habían soltado a los perros para que atacaran a hombres iraquíes indefensos con las manos atadas. En el lugar donde se obligó a un hombre iraquí a pararse sobre una caja con cables conectados a su cuerpo al que le dijeron que sería electrocutado si se caía. Donde un iraquí estuvo atado al marco metálico de una cama, con la espalda dolorosamente arqueada, con el rostro cubierto con ropa interior femenina.
Rumsfeld comparó las críticas a las que actualmente se enfrentan él y la administración Bush por el abuso de prisioneros con las que se enfrentó Lincoln durante la guerra civil norteamericana. Cuando los soldados de la guerra civil miraron hacia atrás, dijo, “ellos sabían que había valido la pena”, y les dijo a los soldados de hoy: “Un día van a mirar hacia atrás y van a estar orgullosos de vuestro servicio y van a decir que valió la pena”. Esta fue la reacción de Rumsfeld a la prisión donde un ex detenido iraquí denunció que es uno de los hombres desnudos de las fotos y que fue obligado a masturbarse frente a una soldado femenina. Donde otro hombre dijo que cuando los representantes de la Cruz Roja visitaron Abu Ghraib, los soldados norteamericanos escondieron a los prisioneros que tenían signos de haber sido golpeados, y amenazaron con castigar a los demás si decían lo que estaba ocurriendo allí.
Ayer el secretario de Defensa respetó el guión, insistiendo en que lo que había ocurrido en Abu Ghraib era el trabajo de “unos pocos que han traicionado nuestros valores y han manchado la reputación de nuestro país”. Parado al lado de Rumsfeld, el general Richard Myers, el jefe del estado mayor conjunto, dijo: “Los que han cometido crímenes serán castigados y la gente norteamericana estará orgullosa y la gente iraquí también estará orgullosa”. Pero estaban hablando frente a la creciente evidencia que está emergiendo, a través del testimonio de soldados norteamericanos que sirvieron en Abu Ghraib y de la Cruz Roja Internacional, que el abuso en la prisión era sistemático y que iba mucho más allá del trabajo de unos pocos soldados. Y frente a la cada vez más fuerte evidencia de que la soldado Lynndie England y sus compañeros hayan tenido órdenes de abusar y hostigar a los prisioneros como para ablandarlos para los interrogatorios. Y la gran cantidad de iraquíes que han salido a decir que ellos fueron abusados bajo custodia de fuerzas norteamericanas, no solamente en Abu Ghraib, sino en prisiones y centros de detención en todo Irak. El atrevimiento de Rumsfeld no estaba en cuestión ayer. Frente a pedidos de renuncia en casa, viajó 15 horas a la prisión que está en el centro de la tormenta y que amenaza con ahogarlo a él y a la administración Bush. Pero sus palabras no podían cubrir la enormidad de lo que había ocurrido en Abu Ghraib.
Cuando soldados norteamericanos reabrieron la prisión en junio pasado, colgaron un cartel en la entrada que decía: “Estados Unidos es un amigo de toda la gente iraquí”. Pero esa no es la imagen de Abu Ghraib bajo mando norteamericano que los iraquíes tienen grabada en su mente. La imagen que les quedó grabada es la de la soldado England sonriente frente a la humillación de iraquíes indefensos y desnudos.
Mientras Rumsfeld visitaba Abu Ghraib ayer, los prisioneros iraquíes le bajaban los pulgares o le levantaban los puños. La Cruz Roja dice que al menos el 90 por ciento de los detenidos en Irak podrían ser inocentes y están detenidos por error. Ayer Rumsfeld todavía estaba hablando con la retórica del 2001 y la “guerra al terror”, de un Estados Unidos heroico y esencialmente bueno enfrentándose a las fuerzas del mal. Pero Abu Ghraib ha cambiado todo eso.

* De The Independent de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.

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