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El mundo|Viernes, 14 de mayo de 2004
EL CONGRESO DE EE.UU. POLEMIZA SOBRE LAS IMAGENES

Mostrar o no mostrar las fotos

Por José Manuel Calvo*
Desde Washington

¿Las nuevas fotos sobre las torturas y abusos cometidos por un grupo de soldados estadounidenses sobre presos iraquíes deben salir a la luz? Los congresistas que el miércoles pudieron ver las imágenes salieron consternados –“es peor de lo que había imaginado”, dijo el demócrata Ron Wyden– y divididos sobre la política a seguir en cuanto a que todo el mundo pueda ver lo que ellos vieron. Los líderes republicanos y demócratas se inclinan a no hacerlas públicas, pero algunos discrepan, y lo mismo hacen grupos defensores de los derechos humanos.
John Warner, presidente del Comité de las Fuerzas Armadas, propone no mostrarlas ahora, quizá más tarde: “El proceso de los implicados no debe verse alterado por la publicación de estas fotos. Yo aconsejaría al gobierno que peque de exceso de prudencia; en este momento, no sería aconsejable publicarlas”. Tom Daschle, jefe de la minoría demócrata, también dijo que antes de cualquier decisión hay que resolver los problemas de intimidad y derechos. Y la senadora Dianne Feinstein, del mismo partido, considera que no hay que poner las fotos en la calle: “Creo que es importante que nosotros las hayamos visto para que sepamos de qué se trata; pero me parece que el país ha tenido ya muestras suficientes”.
Hay congresistas que se hacen eco de la reacción popular reforzada por el asesinato de Nicholas Berg y argumentan que la razón de no mostrar los nuevos testimonios es que sería “echar leña al fuego” y facilitar que haya más rehenes amenazados. Pero hay voces discrepantes. Bill Nelson, demócrata, cree que hay que darlas a conocer para darse cuenta de que el problema no se reduce a un pequeño grupo de soldados: “Obviamente, otros sabían de este comportamiento”. Según el republicano John McCain, “los norteamericanos tienen derecho a conocer estas fotos”. Susan Collins cree que habrá filtraciones: “Es inevitable que las haya”.
José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, cree que, independientemente de los argumentos legales y de los que hablan de la seguridad de los rehenes, “es esencial la mayor transparencia posible en la investigación, porque eso es lo que dará credibilidad; asegurarse de que no hay dudas en esto no es sólo bueno para la justicia, sino para el propio gobierno de EE.UU., igual que aclarar las responsabilidades. Todo debe tener integridad y contar con la confianza de la opinión pública nacional e internacional”. La Federación de Científicos Americanos ha exigido la entrega del material al amparo de la Ley de Libertad de Información. El grupo propone que se oculten los rostros de los protagonistas –soldados y presos– para no violar sus derechos.
Las sesiones de fotos –una para el Senado, otra para la Cámara de Representantes– se organizaron en salas de acceso restringido. El Pentágono no explicó el contexto de cada foto ni los que aparecían en ella; entregó a los congresistas un papel en el que se les recordaba que las imágenes formaban parte de una investigación y que, por tanto, debían ser consideradas como pruebas. En una pantalla se pasaron, con intervalos de dos segundos, hasta 1600 fotos y fragmentos de videos, en medio de un silencio absoluto. “Se hubiera podido oír un alfiler que cayera al suelo”, dijo el senador Lindsey Graham. Todos los congresistas salían impresionados: “Es aterrador”, dijo Bill Frist, republicano; “peor de lo que había imaginado”, confesó Ron Wyden, demócrata; “hemos visto torturas crueles y sádicas”, reveló Jane Harman, mientras que para Richard Durban fue “como descender a los infiernos”. El viaje infernal, según los testimonios, tuvo sus momentos más duros en las imágenes de un detenido golpeándose contra una puerta hasta caer desmayado; otro “sodomizándose con un plátano”, según Trent Franks; otros, obligados a masturbarse; varias presas mostrando su cuerpo desnudo; perros aterrando a presos,algunos de los cuales parecían tener heridas de mordeduras; una soldado posando con un cadáver y varios militares manteniendo relaciones sexuales. Además, los congresistas vieron innumerables versiones de las pirámides de iraquíes desnudos en el suelo rodeados de seis o siete soldados en actitud relajada y festiva y otras imágenes ya conocidas.
No todos los congresistas vieron las fotos. Ni el demócrata Ted Kennedy ni el republicano Trent Lott quisieron, porque explicaron que ya habían visto suficiente y que no necesitaban más.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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