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El mundo|Sábado, 15 de mayo de 2004
MAS DE UN MILLON DE CUBANOS MARCHARON CONTRA BUSH EN LA HABANA

Un disparo que salió por la culata

Bush había anunciado un endurecimiento hacia Cuba. Ayer le respondió la marcha más masiva de los últimos años en la isla.

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Las pancartas de la marcha homologaron a George W. Bush con Hitler y con el nazismo.
Fue todo un hito. Ayer se llevó a cabo la “marcha combativa”, una de las más grandes movilizaciones populares en Cuba en los últimos años. Más de un millón de cubanos desfilaron ante la Sección de Intereses de Estados Unidos en El Malecón (costanera) de La Habana, en protesta contra la política exterior de Washington hacia la isla de gobierno comunista y a los planes para derrocar al presidente cubano. El presidente norteamericano, George W. Bush, adoptó medidas para endurecer el embargo y “acelerar” una “transición democrática” en la isla. Fidel Castro encabezó la manifestación y aseguró que está dispuesto a morir luchando para defender la revolución.
La demostración cívica fue convocada por las autoridades cubanas en repudio al plan de transición hacia una Cuba libre. Vestido con su tradicional uniforme de combate, Fidel Castro aprovechó la ocasión para acusar a Bush de poner su política hacia Cuba en manos de grupos “mafiosos y terroristas” del exilio de Miami y advertirle que, en caso de una invasión militar a la isla, “estaría en la primera línea para morir combatiendo en defensa” de la patria. Luego agregó que, si así fuera, sólo lamentaría no verle la cara a Bush “porque estaría a miles de kilómetros de distancia”. “Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: ¡Salve César, los que van a morir te saludan!”, dijo Castro hacia el final de su discurso. “Usted no tiene moral ni derecho alguno para hablar de libertad, democracia y derechos humanos”, afirmó el jefe de Estado cubano en su discurso de 20 minutos, inusualmente breve para su hábito. El acto fue calificado por Castro como “una indignada protesta y una denuncia contra las brutales, despiadadas y crueles medidas” anunciadas por Bush contra Cuba. Respecto de la pretensión del plan de Bush de proclamar “el tránsito de un sistema a otro” en la isla, Castro dijo que Cuba “puede ser exterminada, pero no sometida de nuevo a la condición humillante de neocolonia de Estados Unidos”. El líder comunista manifestó que Bush se “ha propuesto intimidar, atemorizar a este país y finalmente destruir su sistema económico-social y su independencia, y de ser necesario su propia existencia física”. Pero estos propósitos, comentó, se estrellarán contra la firmeza de la Revolución Cubana.
Al exponer su plan ante el Congreso, Bush anunció la semana pasada la aprobación de 59 millones de dólares destinados a fomentar actividades contra el gobierno cubano, incluida la acción de grupos opositores internos. También dispuso que los residentes cubanos en Estados Unidos sólo podrán viajar a la isla cada tres años y redujo el envío de remesas de dinero a familiares en la isla. La ironía del asunto es que estas medidas, tomadas en gran parte para asegurar el voto de los cubanos exilados residentes en el importante estado de Florida, no sólo merecieron el repudio del gobierno de Cuba sino también de gran parte de la comunidad de exilados y de la disidencia interna de la isla.
Una multitud heterogénea en la que se advertía la presencia de obreros, profesionales, militares y en general gente de todas las edades, coreó consignas como “Bush, loco, búscate un psicólogo”, “Bush, fascista, no hay agresión que Cuba no resista”, “Bush, marioneta, con Cuba no te metas”. Entre las pancartas había esvásticas nazis con alusiones a Bush, imágenes de él con un bigote hitleriano y fotos de detenidos torturados por soldados estadounidenses en Irak.
Este nuevo desencuentro entre Cuba y Estados Unidos tensa aún más las difíciles relaciones entre Washington y La Habana, rotas oficialmente hace más de cuarenta años, pese a que ambos gobiernos mantienen Oficinas de Intereses en las dos capitales desde 1977.
La manifestación de ayer, en la que también participó el ministro de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro, y la plana mayor del ejército, fue una de las mayores que se recuerda en la capital cubana. La vida de la ciudad se paralizó, no hubo trabajo ni clases en las escuelas. La primera respuesta de las autoridades cubanas a las nuevas restricciones impuestas por la Casa Blanca fue anunciar un grupo de medidas, entre ellas la subida de los precios de los combustibles y de los productos que se comercializan en dólares.

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