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El mundo|Sábado, 15 de mayo de 2004
ACELERAN GESTIONES PARA LA ENTREGA DE SOBERANIA EN SEIS SEMANAS

A dejar este infierno cuanto antes

Por primera vez desde la ocupación, el secretario de Estado Colin Powell, el “virrey” Paul Bremer y el canciller británico Jack Straw admitieron que la coalición podría dejar Irak, en medio de tratos para poner el país en manos de la ONU.

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Colin Powell con su par francés, Michel Barnier, ayer.
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

Estados Unidos y Gran Bretaña redoblaron ayer sus esfuerzos para forjar un consenso internacional sobre Irak antes de la transferencia de la soberanía, que será dentro de apenas seis semanas. Pero sus planes se enfrentan a la oposición de Francia y Rusia en medio de un clima diplomático aún más difícil por el devastador escándalo de la prisión de Abu Ghraib, de la que ayer fueron liberados 315 prisioneros, en un intento de calmar la furia de la calle por las fotos de humillaciones y torturas. Y por primera vez desde el inicio de la ocupación altos funcionarios estadounidenses y británicos admitieron que sus tropas podrían dejar Irak antes de lo pensado.
En una acción simbólica para remendar los lazos rotos con aliados tradicionales de Estados Unidos, el presidente Bush invitó a los ministros extranjeros del grupo G-8 de los países más industrializados a la Casa Blanca para prepararse para la cumbre G-8 del mes que viene en Sea Island, Georgia. Era reunión seguramente estará dominada por la crisis de Medio Oriente e Irak. Inmediatamente después de la sesión, Colin Powell, el secretario de Estado, parte para asistir a una conferencia económica en Jordania, una misión cuyo propósito real es mejorar la catastrófica posición de Estados Unidos ante el mundo árabe. Powell declaró en ese encuentro que “si el nuevo gobierno iraquí que asumirá el 1º de julio nos pide que nos vayamos, lo haremos”, la misma frase que Paul Bremer, jefe civil de la ocupación, había pronunciado horas antes en Bagdad y que repitió el canciller británico, Jack Straw. En otro gesto de aproximación diplo-mática, Condoleezza Rice, la asesora de Seguridad Nacional de Bush, se dirige este fin de semana a Moscú, donde tratará de buscar el apoyo ruso para la resolución de las Naciones Unidas planeada por Gran Bretaña y Estados Unidos, formalizando el rol de la ONU en Irak y estableciendo un marco de trabajo internacionalmente acordado para entregar el poder. Luego viajará a Berlín para encontrarse con Ahmed Qureia, el primer ministro palestino. Eso también es un abrupto cambio de la administración Bush, después de meses de acérrimas críticas a los palestinos por no luchar contra el terrorismo y del apoyo de Bush el mes pasado a los planes de Israel de mantener bloques de asentamientos en Cisjordania, que indignaron a la opinión árabe. Funcionarios británicos eran optimistas ayer en Londres acerca de una nueva resolución de la ONU, diciendo que las discusiones informales iban bien y que un borrador de la resolución podría estar listo para su circulación entre los miembros del Consejo de Seguridad dentro de dos semanas.
Sin embargo, Francia y Rusia, que tienen ambos poder de veto en el consejo, están emitiendo importantes objeciones. Los dos quieren que al nuevo gobierno provisional iraquí que debe tomar posesión el 1º de julio se le den más poderes que los que Estados Unidos está dispuesto a contemplar. Ambos quieren que se convoque a una importante conferencia patrocinada por la ONU antes de la entrega del poder, para darle al nuevo gobierno en Bagdad una mayor legitimidad. Los participantes en la conferencia incluirían a representantes de otros países árabes, así como delegados iraquíes y de la coalición. “El gobierno tiene que ser aceptado por la comunidad internacional y por los varios componentes iraquíes”, le dijo a Le Monde el canciller francés, Michel Barnier, en una entrevista publicada la víspera de la reunión del G-8 aquí. “La resolución de la ONU debe asegurarse que el gobierno establecido el 1º de julio tenga la capacidad para gobernar.” Otro punto de discusión es el rol de la fuerza militar de la coalición que permanecerá en Irak después de la entrega del poder. Funcionarios británicos conceden que la cadena de autoridad militar y el lugar del gobierno provisional iraquí en ella siguen siendo un punto urticante.
La administración Bush no dejó duda de que la autoridad final para los temas de seguridad residirá con el ejército de ocupación, y por lo tanto en la enorme nueva embajada de Estados Unidos en Bagdad, presidida por el embajador designado John Negroponte, que tendrá un personal de 3000 personas. Pero Paul Bremer, el jefe saliente de la Autoridad Provisional de la Coalición, prometió ayer que el ejército de EE.UU. se iría si se lo pidiera el gobierno entrante, en la primera declaración de este tipo desde que comenzó la ocupación. “No creo que esto suceda, pero obviamente no nos quedaremos en países donde no somos bienvenidos”, dijo.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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