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El mundo|Domingo, 23 de mayo de 2004
LULA LANZO EN CHINA UNA NUEVA ALIANZA ESTRATEGICA

El eje feijoada-chop suey

BRIC –Brasil, Rusia, India y China– es la sigla con que los politólogos designan a una posible nueva alianza de potencias medianas. Ayer, en Pekín, Lula dio otro paso hacia su implementación.

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Lula desciende de su avión en Pekín, en la madrugada de ayer.
Página/12, en Brasil
Por Darío Pignotti,
Desde San Pablo

En su larga marcha para consolidar a Brasil como líder emergente, Lula llegó ayer a China, después de un día de vuelo con escala en Ucrania. Además de ser el viaje más importante del año, el de Pekín es un paso de gran calado estratégico: Brasilia quiere fundar su inserción internacional pensando en las próximas décadas, cuando China podría ser la primera potencia económica y Brasil la quinta.
Lula, que mañana será recibido por el presidente Hu Jintao y luego por el primer ministro Wen Jiabao, llegó acompañado por 5 gobernadores, 7 ministros y cerca de 400 empresarios. Tal vez ninguna de las 22 giras internacionales emprendidas por el presidente en 17 meses de gobierno despertó igual interés entre políticos, ejecutivos y medios brasileños.
Es una misión en la que el “Gigante Dormido” latinoamericano buscará soldar compromisos de largo plazo con el “Dragón” asiático de 1300 millones de habitantes, 1,4 billones de dólares de PBI y una economía que creció al 9 por ciento anual en la última década.
El año pasado, China se consolidó como el tercer socio comercial de Brasil realizando negocios por 6700 millones de dólares, contra los 1900 del año 2000. Hoy la soja y el acero dominan la pauta bilateral, pero en la cumbre de Pekín crecerá la participación de petróleo, aviones, infraestructura, automóviles, teléfonos, fármacos, alcohol combustible, turismo y calzados. Además, Lula debería abordar reservadamente con los líderes Jintao y Jiabao asuntos sensibles como el desarrollo espacial y, acaso, el nuclear: China acaba de enviar su primera misión tripulada al espacio y cuenta con más de 300 cabezas nucleares. Brasil ya enriquece uranio y acaba de relanzar el desarrollo de su submarino nuclear, dos asuntos que pueden interesar a China e incomodan a Estados Unidos.
Ir a China confirma una “política externa activa y altiva”, dice el canciller Celso Amorín, criticado por sus desplantes frente a EE.UU.: el ex presidente Fernando Henrique Cardoso acaba de referirse a la actual diplomacia calificándola como “tercermundista” y “aislacionista”. Lo cierto es que Brasilia, al profundizar su relación con Pekín, espera robustecer su posición frente a Washington.
China es la tercera de las potencias emergentes visitada por Lula, que ya viajó a India y Sudáfrica y este año recibirá a Vladimir Putin, presidente de Rusia, la quinta pata de lo que podría ser el G-5, un bloque con volumen internacional suficiente como para terciar frente a las potencias centrales.
Para seducir al dragón
Al iniciar una negociación con un chino no lleve prisa, respete sus hábitos y sepa que ellos dan suprema importancia al trato cara a cara.
Estas recomendaciones fueron editadas en un manual de 145 páginas que el gobierno distribuyó entre los miembros de la comitiva que ayer por la mañana desembarcó en el Extremo Oriente.
Los brasileños llegan advertidos de que, más allá de lo comercial, esta misión es un movimiento estratégico en el que Itamaraty (la Cancillería) cuidó de cada detalle. Antes de que Lula traspase la Gran Muralla, Brasil dio muestras de buena voluntad divulgando la civilización de Confucio y Mao para el gran público local. En San Pablo fue instalada una gigantesca muestra de los milenarios Guerreros de Xiang y la TV Globo fue a China donde produjo una serie de notas amables. También viajó a Pekín la dirección del Partido de los Trabajadores para afianzar su ya antigua relación con el PC chino, otro dato sobre la solidez del vínculo construido.
Para China la aproximación con Brasil también es “estratégica”, según lo subrayó esta semana en un comunicado oficial, pero sus movimientos políticos parecen menos entusiastas que los de Brasil, junto a quien integra el Grupo de los 20, entente neotercermundista de la que también es parte Argentina.
En todo caso, a pesar de la moderación china, es posible que el presidente Hu Jintao halague a Lula respaldando la candidatura sudamericana a un lugar fijo en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde China es uno de los cinco miembros permanentes. Pensando en ese respaldo, recientemente Brasil ignoró las propuestas para que la ONU investigue las violaciones a los derechos humanos en China y Lula tampoco tocaría el tema ahora: centenares de banderas brasileñas flameaban ayer en la Plaza de Tiananmen, escenario de la masacre estudiantil de 1989.
Falando mandarín
El interés de los empresarios brasileños en China lo prueba que ésta es la mayor delegación de negocios que se embarca junto a Lula en 17 meses de gobierno. Aunque las ventas hacia aquel país crecieron frenéticamente, los exportadores vislumbran posibilidades aún no exploradas y apuntan que Brasil sólo participa con el 1,1 por ciento de todo lo importado por China. Lula espera que la euforia empresarial redunde en más exportaciones en breve, un atajo para reanimar la economía que, a diferencia de China, el año pasado cayó 0,25 por ciento del PBI y éste no crecerá más del 3,5 por ciento, según los optimistas.
De todos modos, el grueso de las negociaciones comenzará a desarrollarse recién en esta visita, durante la cual se ha previsto la realización de un foro empresarial en Shanghai. Actualmente la acerera Vale de Rio Doce, la fábrica de aviones Embraer y Petrobras, que acaba de firmar un acuerdo con la petrolera estatal china Sinopec para explorar en Irán y Ecuador, son las empresas más establecidas en China. Lula también inaugurará oficinas de Petrobras y Varig, que a partir de agosto volará regularmente hacia China, un destino que cada vez tiene más demanda entre los ejecutivos.
Mientras tanto, en las avenidas Paulista y Faria Lima, corazón empresarial de San Pablo, a cada día se abre una nueva academia de mandarín: decir “nin yao” (cómo estás) y “zai yian” (adiós) se ha vuelto una moda entre algunos yuppies paulistanos.
Pekín, Salta, Paraguay
En la delegación que llegó ayer a Beijing no hay representantes del Mercosur, que probablemente lleguen en junio acompañando al presidente Néstor Kirchner. Las autoridades chinas no están prontas para firmar un acuerdo de libre comercio inmediato con el bloque sudamericano, pero admiten que el viaje de Lula puede ser el comienzo. Al final toda larga marcha necesita un primer paso, según enseñaba Mao, siempre citado por el presidente Hu Jintao.
Brasil, atado a sus acuerdos con el FMI, no destina dinero para infraestructura, pero espera encontrarlo en China y concretar uno de sus proyectos más caros: una malla ferroviaria del Mercosur, que nazca en Mato Grosso, atraviese Salta y desemboque en el puerto chileno de Antofagasta. China cuenta con 400.000 millones de dólares de reservas, voluntad de invertir y la necesidad estratégica de no depender de los cereales norteamericanos (primer exportador de soja). En vista de esa complementariedad, Itamaraty, que viene negociando el tema hace meses, espera concretar en Beijing un acuerdo de inversiones en torno de los 2000 millones de dólares.
Paradójicamente uno de los puntos que se interponen en la agenda Mercosur-China se origina en Paraguay. Ocurre que el gobierno de Asunción, desde los tiempos de Stroessner, mantiene una relación especial con Taiwan, algo inaceptable para China, que desconoce la independencia de la isla. Tal vez, al regresar de su gira oriental Lula consiga disuadir a las autoridades paraguayas de su afinidad con Taipei.

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