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El mundo|Jueves, 26 de agosto de 2004
FESTEJOS EN EL 60° ANIVERSARIO DEL FIN DE LA OCUPACION ALEMANA

La insurrección liberadora de París

Por Eduardo Febbro
El 25 de agosto de 1944, desde el balcón de la Municipalidad de París, el general Charles de Gaulle pronunció la frase que consagró la liberación de la capital francesa luego de la ocupación de las tropas nazis que se prolongó durante 50 meses: “París ultrajada, París rota, París martirizada pero París liberada, liberada por sí misma”. Sesenta años después de un acontecimiento que marcó a la vez el fin de la ocupación alemana y el del régimen colaboracionista francés de Vichy, Francia celebró la fecha con numerosas manifestaciones y un espíritu de reconciliación y reconocimiento hacia quienes participaron de la gesta liberadora. El presidente francés, Jacques Chirac, y la mayor parte de las autoridades homenajearon particularmente a los hombres de la Segunda División Blindada del general Leclerc y, sobre todo, a los combatientes extranjeros que la integraron.
En recuerdo de esa jornada, dos columnas de vehículos militares de la época recorrieron las calles de París al ritmo de canciones francesas y norteamericanas. Pero el reconocimiento más sobresaliente fue el que el intendente de París, Bertrand Delanoë, ofreció a los republicanos españoles que entraron en la capital. La noche del 24 de agosto y al mando del capitán Raymond Dronne, una unidad de la Segunda División compuesta en un 80 por ciento por republicanos españoles que habían huido del franquismo abrió la brecha de la liberación de París. Doce medallones señalando el recorrido de aquellos tanques, Madrid, Guadalajara, Brunete, Guernica, fueron repartidos a lo largo del trayecto realizado por los vehículos militares. Este “detalle” de las conmemoraciones reviste un valor particular, ya que nunca se había hecho público un reconocimiento tan evidente hacia esos combatientes extranjeros que, contrariamente a lo que dijo el general De Gaulle hace 60 años, fueron quienes desempeñaron el papel central. Por este motivo y desde hace una semana, el intendente viene insistiendo con reiterada intención el papel que jugaron los resistentes comunistas y los extranjeros. “París liberada por sí misma, por su pueblo, con el apoyo de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la participación de toda Francia, que pelea, la Francia sola, la verdadera Francia, la Francia eterna”, había dicho Charles de Gaulle.
Bertrand Delanoë recordó, sin embargo, lo que la historia no amplificó: los españoles, los marroquíes, los libios, los sirios y otras nacionalidades que dejaron su vida por liberar París. Este aspecto de los homenajes provocó la reacción del líder de la extrema derecha francesa. Jean Marie Le Pen declaró que resultaba “indecente que, en los homenajes, se privilegiara a los dirigentes comunistas cuya única meta consistía en liberar a Francia de la bota nazi para hacerla caer bajo la bota bolchevique, cuando se sabe que, hasta 1944, la URSS fue aliada de la Alemania nazi”. Una anécdota histórica revela hasta qué punto los extranjeros fueron dejados de lado, incluso por los mismos testigos de la época. Un periodista de aquel entonces que trabajaba para una radio clandestina llegó a la Municipalidad de París en el momento en que ésta estaba en manos de los españoles de la Segunda División. Cuando empezó a entrevistar a los protagonistas, el reportero comentó: “Estos franceses de nuestra tierra, que vinieron de tan lejos para liberar su madre patria”. Sorprendido, su interlocutor le respondió: “Señor, yo soy español”.
El homenaje se hizo también extensivo a los norteamericanos, quienes, tras una ardua negociación con los hombres del general De Gaulle, dejaron en manos de la Segunda División el honor de liberar París. Detalle simbólico de la etapa actual de las relaciones entre París y Washington, ningún oficial de alto rango de la administración Bush se hizo presente en las ceremonias. Otro momento de emoción fue el que protagonizaron los bomberos de París, cuando volvieron a izar la bandera francesa en la Torre Eiffel. Durante la ocupación, los alemanes obligaron a los bomberos a retirar la bandera nacional que flameaba en la cumbre de la torre. El 25 de agosto de 1944, seis bomberos de París escalaron la Torre Eiffel para izar la bandera francesa confeccionada por mujeres con seis grandes sábanas teñidas de rojo, blanco y azul.

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