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El mundo|Jueves, 14 de octubre de 2004
DURISIMO ATAQUE DEL CANDIDATO DEMOCRATA EN EL ULTIMO DEBATE

La noche que JFK fue por la yugular

La inseguridad nacional y social dominó el último debate entre George W. Bush y John Forbes Kerry. El demócrata golpeó a su contrincante como nunca, cuando las encuestas muestran a los dos empatados en intención de voto ante las elecciones dentro de dos semanas.

Por Claudio Uriarte
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John Kerry y George Bush saludan a su público antes de sacarse los guantes anoche.
“El presidente acaba de decir que la mejor manera de solucionar la crisis del sistema de jubilaciones es invitar a los jóvenes a que se retiren de él y pongan su dinero en jubilaciones privadas. Déjenme decirles a todos los norteamericanos: ésa es una invitación al desastre.” Pasados unos primeros 40 minutos en que el último duelo de los candidatos estadounidenses había sido una batalla bastante pareja, estas palabras del senador John Kerry bien pueden haber marcado el punto de inflexión y enviado a George W. Bush a la defensiva. Durante esa primera parte del debate de una hora y media en la Universidad de Arizona, Kerry había parecido el sólido pero sombrío diagnosticador de un futuro peligroso, mientras Bush escapaba de todas las preguntas con los gestos de un caradura sonriente y aplomado que se sorprende de que se digan tales cosas cuando todo va viento en popa, hubo elecciones en Afganistán y “la libertad está en marcha”. Después, un Kerry cada vez más incisivo fue por la yugular.
“El presidente no ha contestado a la pregunta. Le preguntaron sobre trabajos y él contesta sobre la educación.” “El presidente está engañando al pueblo norteamericano. Dice que su reducción de impuestos para los ricos es en realidad para las pequeñas y medianas empresas. La verdad es que la clase media puede cada vez menos.” “El presidente habla de reformar el sistema de jubilaciones mientras crea un déficit sin precedentes. La verdad es que nosotros (los demócratas) creamos un superávit con el cual el sistema de jubilaciones estaba asegurado hasta 2071, y él lo entregó todo. No va a darle nada a la clase media pero se lo va a dar todo a un billonario.” Con estas frases, de sobria pero efectiva elocuencia, Kerry puede haber afectado el desempeño de Bush, que empezó a parecer crecientemente como un hombre de una sola respuesta –la mirada de fingido desconcierto, la pretensión de que todo está bien–, aunque no en cada momento de lo que siguió. Por ejemplo, cuando Kerry alegó que las fronteras estaban cada vez más desprotegidas ante la inmigración ilegal desde el 11-S, Bush, el gobernador-vaquero de Texas pudo retrucar hábilmente al patricio senador de Massachussetts diciendo con una sonrisa fácil: “Es que él no conoce la frontera”.
En este tercer debate, el énfasis del interrogador estuvo puesto en los asuntos internos, aunque los candidatos se las arreglaron bastante bien para desviar sus respuestas hacia la seguridad nacional y la guerra antiterrorista, que son los temas que más preocupan al electorado en esta temporada electoral. De hecho, la primera pregunta del moderador fue sobre cómo se hacía para que las nuevas generaciones crecieran con la sensación de seguridad con que habían crecido Kerry y Bush, y Kerry contestó que liderando una guerra más efectiva contra el terror, mientras Bush instaba a creer que esa guerra se estaba ganando. Kerry atacó con dureza al presidente varias veces sobre su fracaso en capturar a Osama bin Laden: sostuvo que el jefe de Al-Qaida había sido acorralado en la batalla de Tora Bora en diciembre de 2001, pero se le había permitido escapar porque Bush había terciarizado el esfuerzo bélico dejando la faena en manos de señores de la guerra afganos, y que la invasión de Irak había desviado recursos y dinero de la verdadera tarea, que era capturar al líder terrorista. Bush, como otras veces, replicó que Osama sería capturado, y que la guerra antiterrorista liderada por él había logrado la captura o muerte del 75 por ciento de Al-Qaida.
Con las encuestas nuevamente en el calor de un combate cerrado (la última de ayer dio a cada candidato un 48 por ciento de intención de voto) y a poco más de dos semanas de las elecciones, la mínima diferencia que pueda hacerse en un debate como el de anoche cuenta. También cuenta un punto sensible en el que Kerry golpeó reiteradamente: el malestar social reinante. Y el gran surgimiento en inscripciones para votar que se registra en todo el pa[is es otro dato alentador para el nuevo JFK.

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