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El mundo|Martes, 1 de febrero de 2005
EL PREMIER IRAQUI LLAMA A LA UNIDAD
DEL PAIS CON LA MIRA EN EL PROCESO POLITICO

El dilema ahora, la implicancia sunnita

La asistencia a las urnas en las zonas de la minoría sunnita y la alta participación global acreditan la votación del domingo. Se especula con el triunfo de la mayoría chiíta, pero los resultados se sabrán dentro de unos días. Aquí, crónicas desde Bagdad.

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Concluida la primera fase del recuento en cada uno de los centros de voto, ayer se iniciaba la consolidación de los votos en Bagdad.
Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad

“No hubo boicoteo; tal amenaza fue refutada por la asistencia a las urnas que aunque varió de una provincia a otra, siendo mayor de lo que esperábamos, incluso en las zonas sunnitas”, anunció ufano ayer el portavoz de la Comisión Electoral Independiente, Farid Ayar. El consejero electoral de la ONU, Carlos Valenzuela, refrendó este extremo que, de confirmarse, sería tanto o más importante que la alta tasa de participación global. Como dato oficial, se supo que de los iraquíes expatriados el 93 por ciento de los inscriptos acudió a las urnas.“Fue una victoria sobre los terroristas”, proclamó el primer ministro, Ayad Alawi, pero el éxito de los iraquíes puede quedar empañado si los representantes que han elegido no son capaces de implicar a la minoría árabe sunnita en el futuro político del país.
De momento, todos son felicitaciones a los iraquíes: de sus gobernantes provisionales, de dirigentes extranjeros e incluso del habitualmente reservado líder espiritual de los chiítas. “El gran ayatolá Alí Sistani felicita a los iraquíes por haber acudido a votar”, anunció su representante en Kerbala, el ‘ayatolá’ Ahmed al Safi, quien añadió que el anciano clérigo había lamentado no poder participar él mismo por ser de nacionalidad iraní. La intervención de Sistani en noviembre de 2003 fue básica para que EE.UU. fijara un plazo a la convocatoria electoral. Sus consejeros participaron en la elaboración de la candidatura de la Alianza Unida Iraquí, que se espera obtenga el mayor número de escaños.
Sin embargo, algunas voces han empezado a mostrar cautela sobre la necesidad de que se embarque en el proyecto a la comunidad árabe sunnita –un 20% de la población frente al 60% de árabes chiítas y casi otro 20% de kurdos–. Esa minoría se ha sentido alienada por el trato recibido de Estados Unidos, y la mayoría de sus líderes político-religiosos ha optado por boicotear las elecciones, aunque han dado signos de no querer descolgarse del todo.
Si los representantes ahora elegidos no les tienden la mano, la fractura puede inclinarles de forma definitiva hacia la violencia de la que han desconfiado hasta ahora. Tal como advierte Chris Toensing, director del boletín Middle East Report, “el proceso político que patrocina EE.UU. ha mantenido el ritmo, pero su final no garantiza de por sí un Irak estable y seguro”.
Así lo ha entendido Alawi, quien desde su llegada al poder ha hecho esfuerzos por implicar a los sunnitas. “Durante el tiempo que me queda (como primer ministro), voy a iniciar un diálogo nacional para garantizar que la voz de todos los iraquíes esté presente en el próximo gobierno”, anunció ayer tras hacer un llamamiento a todos los iraquíes “a superar las diferencias y trabajar juntos por la paz”.
Una vez constituida, la Asamblea Nacional tiene que elegir un presidente y dos vicepresidentes con el respaldo de dos tercios de la Cámara. Esa presidencia colegiada debe a su vez designar por unanimidad al primer ministro y, con su recomendación, a los miembros del gobierno transitorio. El proceso de negociación entre bambalinas puede llevar varias semanas, por lo que es previsible que Alawi siga al frente del ejecutivo provisional hasta marzo.
“¿Ya saben algo?”, pregunta expectante la iraquí que cachea a la periodista a la entrada de la conferencia de prensa de la Comisión Electoral mientras muestra orgullosa el dedo manchado de tinta que la identifica como votante. Como ella la mayoría de los iraquíes se manifestaban ayer inquietos por saber los resultados cuanto antes. Tendrán que esperar. El portavoz de la comisión se negó a adelantar datos preliminares.
Concluida la primera fase del recuento en cada uno de los centros de voto, ayer por la tarde se iniciaba la consolidación de los votos en Bagdad. Dos centenares de empleados electorales, dotados de 80 ordenadores, se afanan en la Oficina Nacional por informatizar el contenido de las actas electorales y verificar de forma aleatoria las papeletas de algunas urnas. Aunque Ayar dijo que esperan disponer de las primeras proyecciones en una semana, los resultados oficiales no se harán públicos antes de 10 días.
El día anterior, la comisión anunció que, basándose en informaciones sueltas, tenía la impresión de que la asistencia a las urnas había superado el 57% esperado, es decir, unos ocho millones de votantes sobre los 14,2 millones potenciales. “El resultado final puede estar entre el 60% y el 75%”, se arriesgó a especular ayer Harez Mohamed Hasán, vicepresidente de la comisión. Sin embargo, Ayar insistió en la prudencia a falta de datos finales.
Conocer la participación exacta en las provincias de Al Anbar, Saladino, Nínive y Diyala resulta fundamental para establecer el alcance de la ausencia sunnita. Será imposible determinar qué parte de esa comunidad no votó por miedo y qué parte lo hizo por estar en contra del proceso político.
“No hubo ciudades en las que no se celebrara la votación”, fue todo lo que avanzó a los periodistas el presidente de la comisión, Adel Alami. “Es pronto para dar datos, pero parece que las zonas sunnitas se han comportado mejor de lo esperado”, había adelantado poco antes Valenzuela a una cadena de televisión. “Si se confirman los resultados, son buenas noticias”, añadió. El consejero electoral de la ONU, que forma parte de la comisión, pero sin derecho de voto, reconoció no obstante que “el reto es que la minoría sunnita acepte los resultados”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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