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El mundo|Viernes, 8 de abril de 2005
UN CHIITA Y UN KURDO ESTAN EN LA CUSPIDE DEL NUEVO GOBIERNO

Matrimonio de conveniencias en Irak

Por Patrick Cockburn *
Desde Arbil, norte de Irak

El líder árabe chiita Ibrahim al Jaafari fue elegido ayer como primer ministro de Irak por el Consejo Presidencial después de una prolongada disputa entre los ganadores de la elección que tuvo lugar hace nueve semanas. La solemnidad del momento fue opacada cuando el nuevo presidente iraquí, Jalal Talabani, misteriosamente abandonó la ceremonia. Cuando reapareció, explicó que se había olvidado momentáneamente el nombre del nuevo primer ministro al que estaba nombrando.
Jaafari, un líder tranquilo del partido islámico Dawa, no pareció perturbado por el hecho. Pero otros miembros de la Alianza Unida Iraquí, la coalición chiita que ganó una mayoría en el Parlamento de 275 miembros en la elección del 30 de enero, la vieron como una posible señal de mala suerte para las futuras relaciones entre los kurdos y chiítas. Abbas Hassan al Bayati, un líder de la Alianza, se quejó: “Esto sucedió por mal manejo”. Los kurdos y los chiítas, totalmente dominantes en el Parlamento por el índice de abstención entre los sunnitas, se miran entre sí con desconfianza. Esto llevó a un lento progreso en el reparto de cargos en el nuevo gobierno.
Los chiítas quieren su parte del control de seguridad. Desean el Ministerio del Interior en particular y les gustaría tener a la Mukhabarat, la agencia de inteligencia, bajo su control. Jaafari, un médico exiliado durante dos décadas, primero en Irán y luego en Gran Bretaña, tendrá que trabajar para formar un gobierno en las próximas dos semanas. También tiene dificultades con la desunión de la coalición chiíta a la que pertenece. Es una mezcla de partidos religiosos y seculares cuyo éxito electoral surgió en gran parte por el apoyo del Gran Ayatolá Ali al Sistani, el reverenciado líder chiíta. Otros líderes políticos iraquíes consideran que Jaafari carece de una personalidad fuerte y que obtuvo el cargo de primer ministro, en parte porque tiene menos enemigos que otros candidatos. Como presidente, Talabani debería supuestamente jugar un rol ceremonial, pero el experimentado y poderoso líder kurdo evidentemente aspira a un papel más prominente en el futuro.
Las celebraciones por el nombramiento de Talabani como presidente continuaron toda la noche en Kurdistán con la gente colgando peligrosamente de las ventanillas de los automóviles para flamear banderas kurdas y gritar slogans. Fue recién a la madrugada que las triunfantes bocinas de los automóviles se apagaron. Los kurdos pueden estar ahora en la cúspide de su fuerza en Irak porque están mejor organizados y conducidos que los partidos chiítas. Por lo tanto les gustaría poner en vigencia una Constitución que les garantizara un grado de autonomía cercano a la independencia. También quieren ver su posesión de la ciudad petrolera de Kirkuk reconocida formalmente. Los chiítas preferirían, en esta etapa, un entendimiento más laxo en ambos temas.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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