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El mundo|Jueves, 2 de febrero de 2006
BUSH FELICITO A SU PAR BOLIVIANO Y BREGO POR UN BUEN VINCULO

Evo recibió una llamada del Imperio

El flamante presidente Morales aprovechó la comunicación para sugerirle a George W. que colabore en su lucha contra la pobreza.

Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
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El espíritu del mensaje: que sean relaciones constructivas.

“El presidente Bush le expresó a Evo Morales nuestro compromiso de ayudar al pueblo boliviano a realizar sus aspiraciones a una vida mejor. Y Morales delineó su agenda para el cambio social y económico en Bolivia. Ambos gobernantes reiteraron su interés en una constructiva relación y diálogo estadounidense-boliviano”, informó ayer el vocero Scott McClellan a la prensa acreditada en la Casa Blanca. “Fue un discurso protocolar, de felicitaciones al nuevo mandatario boliviano. La conversación no abordó temas específicos de la agenda bilateral”, le dijo a Página/12 el vocero del Palacio Quemado, Alex Contreras. Pero no cabe duda de que esta llamada, “de unos cinco minutos”, tiene un condimento especial en este país andino embarcado en un fuerte giro a la izquierda. Morales, posesionado hace diez días, fue visto desde los orígenes de su militancia sindical cocalera como un adversario de Washington por su defensa de los cultivos de coca “ilegales” y, más recientemente, por sus estrechos vínculos con Cuba y Venezuela, a cuyos presidentes suele calificar como “comandantes de las fuerzas libertarias del continente”.

Para nadie pasó inadvertido que el mandatario indígena recorriera el mundo en 10 días –en su gira internacional previa a la asunción– utilizando un avión venezolano y escoltado por agentes de seguridad del “comandante” bolivariano. Incluso, poco después de su victoria, Morales se refirió a Bush como “terrorista” y, parafraseando a su amigo Chávez, mencionó a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, como “Condolencia” en una entrevista de media hora con la cadena Al Jazeera, transmitida en vivo para todo el mundo árabe y que provocó quejas informales del propio embajador estadounidense en La Paz. Pero ayer los contendientes parecían haberse despintado la cara. Y, según fuentes consultadas, el presidente izquierdista aprovechó la llamada para sugerirle al jefe del Imperio –como Morales suele referirse a Estados Unidos– que colabore en la lucha contra la pobreza ampliando el tiempo de vigencia de las preferencias arancelarias para las exportaciones bolivianas. Incluso lo invitó a visitar Bolivia, lo que recibió una respuesta diplomática de su colega norteamericano: ni sí ni no, quizás.

El telefonazo de George W. Bush, pactado anteayer, ocurrió sólo un día después de otro gesto “amistoso”. El director de Asuntos Antinarcóticos de Estados Unidos en Bolivia, William Francisco, restó importancia al objetivo “coca cero” –posición tradicional de la embajada norteamericana– para insistir en la meta “cocaína cero”, coincidente con las metas de la nueva administración andina. Incluso, el funcionario reconoció las “cualidades medicinales” y el “uso milenario” de la hoja de coca y dijo que “la lucha para nosotros no es contra la coca sino contra la cocaína”. E incluyó en sus elogios el nombramiento de un ex cocalero –Felipe Cáceres– como viceministro de Defensa Social, a cargo de la lucha antidrogas. “Pienso que Cáceres es una excelente elección. Se nota que están las mejores personas en estos puestos”, continuó.

“No podemos prescindir de la ayuda internacional, tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea, para que continúe la lucha contra el narcotráfico”, retribuyó las flores el nuevo zar antidrogas. Declaraciones menos “radicales” que las del actual ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, quien señaló en entrevistas recientes que “el ejército y la policía bolivianos deben dejar de ser apéndices de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos”. Cáceres exhortó al gobierno estadounidense y a los organismos internacionales a contribuir en la lucha contra las drogas. El sábado pasado el todavía líder cocalero y presidente de la república bregó en el Chapare por mantener el cato de coca por familia (1600 metros cuadrados) y por el autocontrol campesino para evitar un boom de cultivos.

El arquitecto de este aparente ablandamiento en la posición de Washington hacia Bolivia parece ser el vicepresidente Alvaro García Linera, quien ha mantenido varias reuniones con el embajador de EE.UU., David Greenlee, desde su aterrizaje en el gobierno. También el enviado de Bush a la asunción de Morales, Thomas Shannon, abonó el acercamiento con una visita al modesto domicilio particular del presidente boliviano, que ahora cambiará por la residencia presidencial transformada en una “comuna” en la que vivirán varios funcionarios de su gobierno.

“Tanto el presidente Evo Morales como el gobierno norteamericano han mostrado su más amplia disposición para seguir colaborando en temas de interés mutuo pero haciendo hincapié en la soberanía y la relación con dignidad entre ambos Estados”, dijo esta semana el vicepresidente, percibido como el “ala moderada” del gobierno boliviano.

Paradójicamente menos diplomático que su colega de la Sección Asuntos Narcóticos, el embajador David Greenlee se declaró confundido por la política sobre coca y drogas de la administración Morales, en una política de zigzag que al parecer combinará el palo y la zanahoria para “castigar” o “premiar” los pasos que vaya dando el gobierno de los movimientos sociales, que está empezando a caminar por las movedizas arenas del poder.

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