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El mundo|Viernes, 10 de febrero de 2006
COMO SE PROMOVIO LA VIOLENCIA POR LAS CARICATURAS

El fuego que prendió La Meca

La indignación en el mundo musulmán por las caricaturas ofensivas del profeta Mahoma fue real, pero incentivada por una cumbre islámica en la ciudad de La Meca, que decidió usarlas políticamente.

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Por Daniel Howden, David Hardaker y Stephen Castle*
Desde El Cairo y Bruselas


Una cumbre de las principales naciones musulmanas llevada a cabo en La Meca en diciembre tuvo un rol clave en la activación de las indignadas protestas en el mundo islámico contra una serie de caricaturas del profeta Mahoma. Un dossier de las caricaturas, compiladas por musulmanes daneses, fue distribuida durante los corrillos de la reunión, la mayor de su tipo jamás concertada, a la que fueron 57 países islámicos, incluyendo a líderes tales como el presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, y el rey de Arabia Saudita.

La reunión en la ciudad más santa del Islam parece haber sido un gran catalizador para convertir la ira local por las imágenes blasfemas en un solo país escandinavo en un asunto público y en protestas a menudo violentas en la mayoría de los países musulmanes. También resolvió a una serie de países –incluyendo Siria e Irán– a darle una enorme exposición mediática a la controversia de las caricaturas en sus medios de prensa, rígidamente controlados por sus Estados. Muhammed El Sayed Said, vicedirector del Centro Al Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos, una entidad de estudios independientes, dijo que la reunión de La Meca fue un punto de inflexión en la internacionalización del tema de las caricaturas.

“Las cosas comenzaron a ponerse realmente mal una vez que la conferencia islámica tocó el tema”, dijo. “Irán y Siria contribuyeron a fomentar la reacción. Llegó en un momento en que todos tenían que subir sus apuestas para ser vistos como defensores de la causa de Islam.” La cumbre de emergencia de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) el 6 de diciembre fue convocada originalmente para tratar el terrorismo y la violencia sectaria entre los musulmanes chiítas y sunnitas, pero llegó a estar dominada por las caricaturas satíricas del Profeta, publicadas originalmente en el diario danés Jyllands Posten en septiembre.

A pesar de la ausencia de las caricaturas en la agenda formal, la OCI emitió una airada condena de ellas en su declaración de cierre: “Expresamos nuestra preocupación ante el creciente odio contra el Islam y los musulmanes y condenamos el incidente reciente de profanación de la imagen del Santo Profeta Mahoma”. El comunicado siguió atacando la práctica de “usar la libertad de expresión como pretexto para difamar las religiones”. Después de una extendida cobertura de las caricaturas danesas en los medios de Irán, Siria, Líbano, Afganistán y los territorios palestinos, hubo una serie de violentas protestas y en algunos casos pérdidas de vidas. Por lo menos 10 personas murieron hasta ahora en el mundo islámico como resultado de las protestas contra las caricaturas. Estados Unidos acusó a países como Siria e Irán de incitar a protestas públicas violentas.

Sari Hanafi, un profesor asociado de la Universidad Americana en Beirut, dijo que las caricaturas han dado una oportunidad a los gobiernos bajo presión de Occidente por reformas democráticas para contraatacar en el plano de la opinión pública. “Las manifestaciones comenzaron como una reacción visceral –por supuesto que estaban ofendidos– y luego algunos regímenes lo aprovecharon diciendo: ‘Miren, ésta es la democracia de la que hablan’”, dijo Hanafi al New York Times. Ahmed Akkari, un danés nacido en el Líbano y vocero de un grupo de organizaciones musulmanas danesas, dijo que la cumbre de La Meca había sido la culminación de una campaña de fuego lento para dar publicidad a las ofensivas caricaturas.

El grupo reunió un dossier de 43 páginas incluyendo todas las caricaturas originales publicadas por Jyllands Posten y, en abierta polémica, otras varias sin publicar. Sin embargo, Akkari niega las acusaciones de que el segundo grupo de caricaturas ofensivas –enviado por fax por extremistas de ultraderecha a grupos musulmanes después de que éstos protestaran contra las imágenes originales– fuera presentado a líderes musulmanes sin distinción. Las caricaturas publicadas en el dossier eran en colores y las no publicadas estaban claramente marcadas y en blanco y negro, dijo Akkari.

Después de un número de intentos fallidos para resaltar el tema a embajadores musulmanes en Dinamarca, Akkari fue parte de una delegación que voló a El Cairo a comienzos de diciembre, donde se reunió con el Gran Mufti, líder espiritual del país, y el ministro de Exterior, Abdul Gheit. “Las reuniones en Medio Oriente tuvieron una cierta importancia”, dijo. “Pensamos que podrían movilizar a gente influyente para que nos dieran una voz en Dinamarca.” Ahmed Abu Laban, un clérigo radical e importante crítico de las caricaturas en Dinamarca, dijo que el propósito de la delegación a Medio Oriente era para promover la concientización, no alimentar la ira.

“Hemos estado tratando el tema con la cabeza fría. Estábamos tratando de buscar ayuda académica y religiosa de Medio Oriente. No somos lo suficientemente profesionales como para saber lo que sería la respuesta de los medios, ni los intereses de los políticos ahí, si quieren usarlo para algunos de sus intereses”, dijo. Al comienzo de la cumbre, los gobiernos desde el Líbano y Jordania hasta Pakistán e Indonesia comenzaron a denunciar las publicaciones de las caricaturas, y los editores de varios diarios europeos resolvieron republicar las caricaturas, en lo que ellos declararon era una defensa de la libertad de expresión.

En la escalada que siguió, cientos de miles de musulmanes tomaron las calles, las embajadas danesas en Beirut y Teherán fueron incendiadas y un número de afganos murieron en choques con la policía local. De vuelta en Dinamarca, Akkari dijo que no era la intención provocar violentas repercusiones al compilar el dossier que anduvo dando vueltas por La Meca. “No esperábamos que terminara en esta situación, con violencia, y que la gente lo usara políticamente. Ahora esto fue más lejos de lo que esperábamos.”


* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère

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