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El mundo|Martes, 9 de mayo de 2006
EL GOBIERNO DE CHIRAC, AFECTADO POR EL ANTAGONISMO VILLEPIN-SARKOZY

A ver quién del Ejecutivo se cae primero

Por Eduardo Febbro
Desde París
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Villepin, blanco de acusaciones.

Francia se volvió un teatro en el que cada espectador imagina la escena siguiente. Nadie sabe qué está ocurriendo ni qué ocurrirá en el seno del Ejecutivo, paralizado por el escándalo de la maquinación contra el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, cuyo nombre apareció mencionado en unas listas falsas que lo vinculaban con cuentas secretas abiertas en una empresa de Luxemburgo, Clearstream. El cronograma de la historia, las revelaciones de un agente secreto y varios personajes claves implican al premier francés, Dominique de Villepin, en el montaje destinado a “ensuciar” a Sarkozy. El Ejecutivo de Francia está supeditado a lo que decida el presidente francés, a lo que haga y diga Sarkozy y, sobre todo, a la acción de los dos jueces encargados de investigar el caso y que esta semana se entrevistarán con el titular del Interior, quien entabló una querella.

El clima político huele a ejecución inminente. Este fin de semana, Jacques Chirac le renovó la “confianza” a Villepin, pero no se excluye hoy que el primer ministro deje su puesto en manos de su rival, Sarkozy. El clan Sarkozy está dividido en cuanto a los beneficios que podría sacar el ministro de Interior si acepta dirigir el gobierno cuando falta justo un año para las elecciones presidenciales. Uno de sus allegados, el diputado del partido UMP Patrick Devedjian, dijo ayer que Sarkozy sólo aceptaría la Jefatura de Gobierno si cuenta con “toda la libertad de acción y de medios”. La sociedad francesa asiste al férreo combate entre los dos hombres que ha dejado fuera de juego cualquier iniciativa política real. El escándalo Clearstream arrastró un río de lodo inaudito. La prensa francesa, incluida la más favorable a la derecha, es uno de los actores del antagonismo Villepin-Sarkozy.

Al parecer, cuando empezó a tejerse la trama Clearstream, el primer ministro contaba con que la “prensa aliada” publicara la historia con el nombre de Sarkozy. Ello, sin embargo, no ocurrió. El semanario Le Point sacó la historia de las listas y las cuentas bancarias sin mencionar los nombres que figuraban en ella. Ese semanario de derecha es ahora uno de los más aguerridos adversarios de Villepin. Su última edición, en cuya tapa el jefe de Gobierno aparece fotografiado sólo bajo el título “Watergate”, es una auténtica declaración de guerra. Peor aún, su director, Franz-Olivier Giesbert, lleva la espada en la cruzada contra Villepin y Chirac. Francia conoce una “chiracofobia” galopante. El jefe del Estado, cuyo apoyo al premier depende de cómo éste consiga evitar que el escándalo lo salpique a él, es objeto de las burlas más crueles que se hayan escuchado sobre un presidente. “Fin de reino lamentable”, “la agonía del poder”, “fin de mandato en el barro”, epítetos sin concesiones.

Dos o tres citas de “La tragedia del presidente” se convirtieron incluso en manchas públicas. Giesbert asegura haber consignado fielmente las confidencias de Villepin y le atribuye dos frases terribles que, en sus respectivos momentos, jugaron un papel demoledor para al premier. Una, sacada del libro cuando los estudiantes paralizaban las universidades y los bachilleratos en señal de protesta contra el CPE, le adjudica a Villepin la siguiente declaración: “Francia tiene ganas de que la arrinconen. Le arde la pelvis”. La segunda, que según Giesbert data de mediados de 2004, es decir, en momentos en que la maquinación contra Sarkozy empezaba a tener efectos, es más elocuente: “Sarkozy es un hombre acabado. Si los diarios hacen su trabajo no sobrevivirá”. Dominique de Villepin negó haber dicho esa frase, pero el director de Le Point le respondió reafirmándola en un editorial y, así, lo trató de mentiroso. Ambos bandos, sarkozystas y villpanistas, se acusan de filtrar falsas informaciones para intoxicar a la opinión pública y de entregar nombres a la picota pública con el único objeto de desestabilizar al adversario. Así, la ministra de Defensa, Michelle Alliot-Marie, acusa a Villepin de haber sido “incorrecto” en todo el caso Clearstream. Ocurre que la ministra apareció implicada en el asunto a través de la prensa y de las revelaciones de un miembro de los servicios secretos, el general Rondot, quien dijo a los jueces que el nombre del compañero de Alliot-Marie había sido citado a puertas cerradas en el marco de las falsas listas. La intervención de los jueces, prevista para mediados de esta semana, terminará de sellar la suerte de Villepin. Ambas hipótesis son plausibles: que permanezca en su cargo para “salvar” al presidente o que dimita para firmar así la sentencia final del jefe del Estado y la victoria de su adversario. En cualquiera de los dos casos y salvo revelación de último momento, Sarkozy será el vencedor.

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