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El mundo|Lunes, 1 de julio de 2002
LAS PRESIDENCIALES EN BOLIVIA, SIN GANADOR CLARO

El juego acaba de comenzar

Según las bocas de urna, el liberal Sánchez de Lozada y el derechista Manfred Reyes se disputan el primer lugar. La sorpresa es el cocalero Evo Morales, que puede ser tercero.

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Manfred Reyes Villa y su candidato a vice, Ivo Kulijsen, saludan a la salida de la votación.
Si las encuestas a boca de urna, las únicas hasta el momento disponibles, aciertan mínimamente con lo que está dentro de las urnas bolivianas, habría que decir que, hasta el momento, el mapa político boliviano quedó dividido en cuatro partes desparejas, unas más grandes y otras más chicas, pero donde las chicas pueden afectar, y mucho, a las demás. O, si se quiere, en dos bloques. Luego de unos comicios presidenciales que comenzaron más tarde en varios sectores del país por la final del Mundial entre Brasil y Alemania, Manfred Reyes Villa, de la derechista Nueva Fuerza Republicana (NFR), está peleando el primer puesto con el ex presidente liberal Gonzalo Sánchez de Lozada, ambos en torno al 22 por ciento. Detrás, unos seis puntos más abajo, el sorprendente Evo Morales, líder cocalero del Movimiento al Socialismo (MAS), le está peleando el tercer lugar al ex presidente Jaime Paz Zamora.
Las encuestas previas marcaban que la disputa en el Congreso para designar al nuevo presidente (una especie de ballottage donde diputados y senadores eligen al presidente como si éste fuera un primer ministro de un sistema parlamentarista) tendrían como protagonistas a Reyes Villa y Sánchez de Lozada. Lo que no estaba tan claro, y ahora parece probable, es que Sánchez de Lozada termine en el primer puesto, cuando hace dos semanas el triunfo de Manfred Villa se consideraba holgado, aunque insuficiente para evitar la “segunda vuelta parlamentaria”. Pero el verdadero batacazo lo da Evo Morales, que está trepando del 12 por ciento que le daban las encuestas a un 16 que le permite soñar con el tercer puesto en los comicios.
Morales es el líder de los trabajadores y cultivadores de la hoja de coca. Lideró buena parte de la resistencia civil al gobierno de Hugo Banzer (ahora fallecido) y del ahora presidente Jorge Quiroga. Con ideas de izquierda, Morales se enfrentó con Estados Unidos, principal sostenedor del plan antidrogas con el que el gobierno Banzer-Quiroga pretende eliminar los cultivos de coca, fundamentalmente en la región del Chapare. El propio embajador norteamericano en Bolivia, Manuel Rocha, llamó a no votar por Morales y condicionó la ayuda de su país a este veto. Evo Morales se lo agradeció irónicamente porque estimaba que eso lo haría subir en los votos. Quizás haya tenido razón. En todo caso, no disimuló ayer su euforia. “Esperaré los resultados finales, pero soy el ganador moral de la elección”, declaró.
Según el Grupo Fides, un conglomerado de medios informativos electrónicos y tradicionalmente el más acertado en los sondeos, Reyes Villa habría ganado con el 21,9 por ciento de los votos, seguido por Sánchez de Lozada, con el 20,8 por ciento. La encuesta ubica en el tercer lugar a Evo Morales, con 16,5 por ciento, y Jaime Paz Zamora muy cerca de él, con el 16,4 por ciento. Otra encuesta en boca de urna, del Grupo Unitel, que integran cinco de los principales diarios del país, estableció un virtual empate técnico en el primer lugar entre Sánchez de Lozada y Reyes Villa con 22,7 y 22,3 por ciento, respectivamente. Unitel ubicó luego a Zamora y Evo Morales, con 15,7 y 15 por ciento, respectivamente.
Podría pensarse que la cuestión del tercer lugar es anecdótica, más allá del hecho de que una fuerza definida claramente de izquierda supere el 15 por ciento de los votos en una elección presidencial en Bolivia. Sin embargo, según el peculiar sistema político boliviano, los dos partidos más votados deben buscar el apoyo del tercero para formar gobierno, y así es como, desde la vuelta de la democracia en 1985, se dieron alianzas insólitas donde hasta el tercero terminaba siendo presidente. Sánchez de Lozada y Paz Zamora fueron presidentes durante este período, en un sistema pivoteado por el ex dictador Hugo Banzer.
En el terreno de las alianzas concretas que pueden producirse, es difícil arrojar un pronóstico claro. Si se confirman las tendencias que marcan las encuestas a boca de urna, Bolivia tendría ahora un oficialismo inexistente, con un Ronald Mac Lean en un lejano quinto lugar que hace irrelevante a la Acción Democrática Nacionalista (ADN) del fallecidoBanzer, y a la vez una izquierda que no cesa de crecer. En el medio, dos viejos conocidos, Paz Zamora y Sánchez de Lozada, y bien a la derecha, apoyado por ciertos sectores del banzerismo, Reyes Villa. Todo dependerá de cómo se traducen los votos en diputados y senadores. En el terreno de las probabilidades, quizás Reyes Villa y Sánchez de Lozada lleguen a un acuerdo, por fuera de lo que marca el sistema, para apoyar a uno solo, asumiendo que la alianza de uno de ellos con Paz Zamora es difícil y no les daría demasiada fuerza en el Congreso para gobernar. También es probable que los tres bloques se fundan en uno solo para aislar a Evo Morales; allí estaría el límite del juego de alianzas.
Por lo pronto, Bolivia pareció ayer una fiesta. Felices por el triunfo de Brasil en la Copa del Mundo, los bolivianos salieron a votar tarde, pero seguro: según la justicia electoral, la participación en estos comicios fue mayor a las de las tres elecciones presidenciales anteriores. Ahora resta saber quién ganó, quién perdió, y de ahí definir quién ganó en realidad. Es el último acto de este sistema, porque la proyectada reforma constitucional prevé una elección por mayoría simple o segunda vuelta directa.

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