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El mundo|Martes, 15 de agosto de 2006
ISRAEL Y HEZBOLA RESPETARON LA TREGUA. HUBO INCIDENTES

Alto el fuego frágil, pero efectivo

El esperado cese de hostilidades en Medio Oriente permitió que miles de libaneses regresaran a sus casas y que israelíes salieran de sus refugios. Israel y el líder de Hezbolá dieron cada uno mensajes de victoria. Hubo enfrentamientos en la frontera que dejaron seis milicianos muertos.

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Un soldado regresa al norte de Israel, que forma parte de los treinta mil militares en el frente.

Alto el fuego, pero con seis muertos y algunos cohetes. Excepto por cuatro pequeños enfrentamientos cerca de la frontera entre las fuerzas israelíes y milicianos de Hezbolá, el cese de hostilidades se cumplió ayer. A pesar de las advertencias de los gobiernos de Beirut y Tel Aviv, miles de libaneses refugiados comenzaron a volver a sus hogares, al tiempo que los israelíes salieron de sus bunkers. Los únicos combates que se registraron fueron entre soldados israelíes y milicianos de Hezbolá, y al menos seis de ellos murieron. Además, a primera hora de esta madrugada, una decena de cohetes fueron lanzados contra posiciones del ejército israelí en el sur libanés, sin dejar víctimas. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, celebró el cese de hostilidades, pero instó a las dos partes a dar un paso más y alcanzar un alto al fuego total. Estados Unidos, el Líbano, Israel y Hezbolá decidieron, en cambio, entablar una nueva lucha, pero esta vez para ver quiénes fueron los ganadores y los perdedores del conflicto.

Ayer la pelea fue más discursiva. Todos quisieron adjudicarse la victoria por haber conseguido el cese de las hostilidades. Para el primer ministro israelí, Ehud Olmert, el cese de hostilidades fue “un logro diplomático para Israel”. Similar fue la interpretación de su principal aliado, Estados Unidos. “Hezbolá inició la crisis. Y Hezbolá sufrió una derrota en esta crisis”, opinó el presidente George W. Bush. Muy distinta, en cambio, fue la interpretación del gobierno de Beirut y de la dirigencia de Hezbolá. El presidente libanés, Emile Lahud, afirmó que con el cese, Israel ha fracasado en su objetivo de provocar una guerra religiosa entre los libaneses. La milicia chiíta fue aún más contundente y aseguró que el alto al fuego fue una victoria árabe. “Estamos ante una victoria estratégica e histórica; no es ninguna exageración, esta victoria es para todo el Líbano, para toda la Resistencia y para la Umma (nación islámica)”, exclamó Ha-ssan Nasralá en un discurso.

Pero las declaraciones de Olmert y Nasralá fueron mucho más que una disputa por conseguir el título de ganador; fueron una advertencia sobre la fragilidad de esta tregua. El premier israelí aseguró ante el Knesset (Parlamento) que todavía “podría haber un nuevo round” con Hezbolá y aseguró que podría ser “dentro de no mucho tiempo”. El líder israelí advirtió que continuará persiguiendo a los dirigentes de la milicia chiíta “hasta donde sea y en todo momento” y resaltó que no pedirá permiso para hacerlo. Las declaraciones de ayer del máximo líder de Hezbolá seguramente también preocuparán a la comunidad internacional. Nasralá aseguró que “no es momento” para discutir el desarme de la milicia chiíta. Este es una de las demandas principales, no sólo de Tel Aviv, sino también de Naciones Unidas. Ayer por la mañana, Hezbolá boicoteó una reunión del gabinete libanés para discutir este tema, afirmando que no accederá a un desarme bajo “presión o intimidación”. Además, volvió a afirmar que seguirá atacando hasta que Israel se retire de todos los territorios ocupados.

Según el diario británico The Independent, el cese de hostilidades sólo fue quebrado por cuatro combates cerca de la frontera con Israel. Las autoridades de Tel Aviv afirmaron que los soldados israelíes abrieron fuego sólo después que pequeños grupos de milicianos de Hezbolá se acercaran a los puestos de control israelíes, según afirmaron, con intensión de disparar. Como explicaron funcionarios israelíes, esto estuvo dentro de lo permitido por la resolución de la ONU ya que se trató de una operación “defensiva”. Bush volvió a apoyar ayer a su aliado ayer al afirmar que la continuidad del cese de hostilidades es responsabilidad de Hezbolá y no de los Estados israelí y libanés.

Estos cuatro enfrentamientos no se expandieron y estuvieron muy limitados a la región fronteriza, donde Israel concentra la mayor parte de los 30 mil soldados que hasta el cese de hostilidades ocupaban el Líbano. Este número disminuirá en estos días, ya que el ejército israelí anunció ayer que decidió traer de vuelta a los reservistas que el sábado pasado habían sido desplegados hasta el río Litani, la zona que Tel Aviv considera como la frontera que divide al sur del resto del país. Esta retirada coincidirá con el despligue de la fuerza de la ONU que actualmente está en el territorio, apoyada por las tropas libanesas que empezaran a desplegarse en esa región en las próximas 48 horas. Antes de que comenzara el cese de fuego, a las ocho de la mañana local, Israel y Hezbolá aprovecharon para hacer sus últimas ofensivas. Los katiusha de la milicia chiíta no dejaron ninguna víctima, mientras que los bombardeos israelíes mataron a siete libaneses.

Mientras todos los ojos miraban ayer al sur del Líbano, el gobierno palestino, dirigido por el grupo islámico Hamas, intentó volver a ganar la atención de la comunidad internacional. “El gobierno palestino alerta del peligro al que podemos enfrentarnos desde Israel, que podría querer recobrar su dignidad perdida (en Líbano) arremetiendo contra el pueblo palestino”, afirmó el gabinete en un comunicado. Más allá del tono político de la declaración, la realidad es que las ofensivas israelíes en la Franja de Gaza ya llevan casi dos meses, un período mucho mayor a los 33 días que duraron los ataques aéreos y terrestres contra el Líbano.

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