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El mundo|Martes, 19 de septiembre de 2006
EL MINISTRO DE HIDROCARBUROS DE BOLIVIA EXPLICO POR QUE RENUNCIO

“Hay pugnas por aplicar el decreto”

Soliz Rada se refirió al decreto de nacionalización del gas y dijo que dejó el cargo tras la decisión del Ejecutivo de congelar la medida que disponía el monopolio estatal de la comercialización del petróleo y excluía a Petrobras de ese negocio.

Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
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Andrés Soliz Rada dijo que nunca tuvo atribuciones para nombrar a sus viceministros.

Las razones de la renuncia de Andrés Soliz Rada como titular de la cartera de Hidrocarburos, el viernes pasado, no eran un misterio para nadie. Pocos creyeron que su salida del gabinete de Evo Morales se debiera a “problemas personales”, como argumentó. Sin embargo, su aparición ante las pantallas de televisión para decir lo que todos sabían tuvo una gran repercusión en los medios y en el mundillo político local. El ex ministro reconoció que abandonó el cargo debido a la decisión del Ejecutivo de congelar la resolución ministerial 207/2006 que dispuso el monopolio estatal de la comercialización de petróleo y sus derivados, excluyendo a la brasileña Petrobras –propietaria de las refinerías– de ese negocio. Luiz Inácio Lula da Silva había calificado la medida ante sus colaboradores como “una cabronada”. Evo Morales ordenó congelar la medida y allanó –desde La Habana– el camino para el primer cambio ministerial en sus ocho meses de gestión. Ayer, desde Estados Unidos, en una entrevista en los estudios de la CNN, el mandatario boliviano declaró que con la renuncia de Soliz Rada se fortalecerá el aspecto técnico de la política hidrocarburífera, “dado que la línea política ya está definida”.

Las declaraciones del ex ministro de 67 años fueron un nuevo remezón después del terremoto del viernes: “Algunos quieren que la nacionalización se quede en el papel; dentro del gobierno hay una permanente pugna por la aplicación del decreto (del 1º de mayo pasado)”, disparó Soliz Rada y agregó que nunca tuvo atribuciones para nombrar a sus viceministros, cuyos nombres le llegaron desde el Palacio Quemado, lo que le “impidió conformar un verdadero equipo ministerial”. Pese a que la resolución ministerial –que es el preludio de la estatización de las refinerías mediante la venta obligada al Estado del 50 por ciento más uno de las acciones– se enmarca en el decreto de nacionalización, Soliz Rada se estrelló contra un acuerdo de alto nivel: Evo Morales se había comprometido ante Lula da Silva en no tomar medidas que perjudiquen sus posibilidades electorales en el tramo final de la campaña por la reelección.

La falta de olfato político selló la suerte del ministro, que cuenta con la simpatía de una gran parte de la sociedad boliviana, especialmente entre los campesinos, por su defensa de los recursos naturales. “Soliz Rada siempre se cortaba solo, tomaba decisiones sensibles sin consultar al presidente, buscaba mucho protagonismo personal”, le dijo a Página/12 un funcionario de primera línea, admitiendo que la confianza en el ex periodista nacionalista se había ido erosionando sin retorno. Para nadie pasó inadvertido que fuera el vicepresidente Alvaro García Linera y no Soliz Rada quien retomara, hace algunas semanas, las empantanadas negociaciones con Brasil. Ahora, con el más conciliador Carlos Villegas –un economista académico hasta ahora ministro de Planificación–, el gobierno de Morales busca “recuperar el ambiente de confianza” entre La Paz y Brasilia.

Petrobras opera las refinerías Gualberto Villarroel, en Cochabamba, y Guillermo Elder, en Santa Cruz. Las mismas fueron adquiridas en 1999 –durante el gobierno de Hugo Banzer y Jorge Quiroga, hoy líder de la oposición conservadora– y producen el 90 por ciento de los carburantes que se consumen en el mercado interno. Además, la brasileña, con inversiones en Bolivia por cerca de 1100 millones de dólares, controla el 46 por ciento de las reservas probadas y probables de gas y el 39,5 por ciento de las de petróleo.

Las empresas petroleras y sectores de la oposición recibieron con cierto optimismo los cambios en el equipo hidrocarburífero. Ayer, el nuevo ministro se sentó a la mesa con Repsol-YPF en la primera etapa de las negociaciones; luego vendrá Petrobras, uno de los huesos más duros de roer para el gobierno socialista. Y estas conversaciones deberán concluir antes del 1º de noviembre con la firma de nuevos contratos en el marco de la nacionalización. Es decir, con el Estado boliviano como propietario de los hidrocarburos. Además, Villegas tiene una agenda de temas pendientes que incluye la negociación de nuevos precios de venta de gas a Brasil, el cierre de los acuerdos de ampliación de los volúmenes de gas a la Argentina, la refundación de YPFB, el abastecimiento de diesel en el mercado interno, corrientemente alterado por la escasez, y la estatización de las petroleras “capitalizadas” en los ’90: Chaco (Panamerican Energy), Andina (Repsol) y Transredes (Shell), ahora en un 50 por ciento en manos “de los bolivianos” a través de las AFJP. Una tarea no sencilla, en la que Villegas estará acompañado por los titulares de Defensa, Planificación, Hacienda y la Presidencia.

Ayer, Lula da Silva declaró justificándose ante el frente interno y amenazando al externo: “Tengo una clara idea de la supremacía brasileña ante Bolivia. Entonces, ¿para qué responder con bravuconadas? Si Petrobras deja de explotar gas, faltará gas de cocina y gasolina en Bolivia”. Morales, por su parte, trató de bajar la animosidad con su antiguo aliado político. “Estoy convencido de que Lula es un hermano mayor y Brasil un país aliado”, dijo desde la cadena noticiosa estadounidense.

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