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La batalla por los símbolos no ha terminado en México. Mientras el presidente electo de México, Felipe Calderón, permaneció bloqueado durante casi una hora en sus oficinas en el sur de la Ciudad de México, luego de que un grupo de perredistas intentaron “clausurar” el inmueble donde despacha y fueron repelidos a golpes por militares y policías, el presidente Vicente Fox prefirió viajar al extranjero antes que enfrentarse a senadores del PRD durante una ceremonia cívica, la próxima semana, en la que no sería bienvenido.
El dirigente perredista en el Distrito Federal, Martí Batres, y el vocero nacional de ese partido, Gerardo Fernández Noroña, acompañados de algunos manifestantes, pretendieron ayer colocar carteles con la leyenda “presidente espurio”, pero fueron repelidos por elementos del Estado Mayor Presidencial y de la Policía Federal Preventiva, los que incluso utilizaron bastones para golpearlos. Ante esa respuesta, los perredistas lograron saltar una reja y se instalaron en las puertas de las oficinas de Calderón, en el sur de la capital del país. En cuestión de minutos, decenas de militantes perredistas acudieron al lugar para reforzar a sus compañeros, y de pronto el inmueble quedó rodeado por manifestantes, entre ellos la actriz Jesusa Rodríguez, que se plantó en la parte de atrás de la casona para evitar que Calderón tratara de salir por ahí.
El Estado Mayor Presidencial y la Policía Federal Preventiva reforzaron las vallas que contenían a los manifestantes perredistas y rodearon la manzana sobre la que se ubican las oficinas del presidente electo. Tras una serie de negociaciones telefónicas, los perredistas se retiraron cerca de las 4 de la tarde, tras anunciar que realizarán más “visitas sorpresa” a Calderón.
Poco antes, el Senado de la República aprobó apresuradamente al presidente Fox un viaje a Guatemala para el 9 y 10 de octubre, con lo cual le permitieron eludir una confrontación con legisladores del PRD que le habían advertido desde el miércoles que mejor no se presentara al recinto legislativo en esos días para la ceremonia cívica en la que cada año se otorga la medalla Belisario Domínguez a un mexicano distinguido. Los senadores de izquierda, agraviados tras el proceso electoral federal, le dijeron al presidente que “no será bienvenido”. Unas horas antes, el vocero presidencial había dicho que Fox sí acudiría al Senado el 10 de octubre, pero más tardó en decirlo que en saberse que siempre no, que el presidente mejor estará fuera del país ese día.
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