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El mundo|Viernes, 15 de diciembre de 2006

Para Néstor y Rafael fue flechazo a primera vista

De gira por Buenos Aires, el presidente electo de Ecuador reafirmó su repentino acercamiento al presidente argentino, a quien Correa elogió sin reservas el día de su triunfo electoral.

Por María Laura Carpineta
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Antes de viajar a Chile, el presidente de Ecuador ofreció una conferencia de prensa.

Hace sólo unos meses, Néstor Kirchner y el futuro presidente ecuatoriano Rafael Correa eran dos extraños. Ninguno conocía las ideas ni los logros del otro. Sin embargo, todo cambió en la reciente campaña presidencial del país andino. Sorprendiendo a muchos, e incluso a las propias autoridades argentinas, el joven y para muchos desconocido economista se identificó con varios líderes de la región y destacó la figura de Kirchner. A este reconocimiento le siguió un viaje fugaz a Buenos Aires, que sirvió para sentar las bases de lo que los dos líderes ya llaman una amistad. Esta semana, Correa volvió a visitar el país y a Kirchner. Miembros de su entorno le contaron a Página/12 ayer, antes de partir a Chile, que la química entre los dos líderes fue instantánea. El presidente electo de Ecuador no dejó de sonreír ni un instante durante su estadía.

El protocolar Rafael Correa que se vio ayer en la conferencia de prensa y que más tarde conversó con Página/12 era mucho más tranquilo y cauto que el candidato que revoleaba un cinturón en el aire frente a miles de seguidores al grito de “Dale Correa” durante la campaña electoral. “No tememos un Congreso opositor porque nos apoyaremos en la legalidad”, afirmó. El joven economista, que ganó fama al hacerle frente a los organismos internacionales de crédito y a las presiones de los países más ricos, se mostró esta vez más diplomático y precavido. “Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y tendremos una buena relación con él, en el marco de mutuo respeto”, le aseguró a este diario. Sus respuestas fueron directas pero cuidadas, y no quiso dar muchos detalles de sus primeras medidas de gobierno, por ejemplo la revisión de los contratos petroleros. No hay que adelantar las estrategias, agregó medio en broma y medio en serio el líder de Alianza País, cuya figura y propuestas ya causaron malestar entre las multinacionales, el gobierno de Estados Unidos y los grupos de poder en Ecuador.

La imagen seria y formal que transmitió, con su impecable y sobrio traje, contrastaba con su trato cordial y natural. No sólo se desenvolvió sin problemas con los periodistas y los empresarios, sino que se ganó inmediatamente la simpatía de los ciudadanos ecuatorianos que viven en el país y ayer se habían acercado para saludarlo, felicitarlo y, ya que podían, pedirle alguno que otro favor.

Después de la conferencia y lejos de las cámaras y de los ojos de los periodistas, que ya habían dejado la sala, Correa –que ya llegaba media hora tarde al vuelo que lo llevaría a Chile y a su almuerzo con la presidenta Michelle Bachelet– se quedó conversando con una señora, quien animadamente le explicaba las actividades de la comunidad ecuatoriana en la Argentina, mientras casi disimuladamente le tomaba la mano y le agradecía por su entusiasmo.

Más tarde, el futuro mandatario se tomó unos minutos antes de partir a Santiago para responder unas preguntas a Página/12, a pesar de las señales desesperadas que le hacían sus ministros desde el avión.

–¿Qué efecto tendrá su gobierno en la región?

–Creo que se consolidará la tendencia progresista en América del Sur. Además, estamos rompiendo un hito. Normalmente los países andinos de la costa del Pacífico, a excepción de Chile, tendían hacia otra opción ideológica o política. Ecuador ha roto esta tendencia.

Parecía orgulloso. No de su victoria, aclarará después, sino del pueblo ecuatoriano que sigue buscando un cambio.

En esta segunda visita, Correa conoció a todo el gabinete argentino y al resto de los funcionarios de primer nivel. El futuro mandatario también aprovechó para presentar a los suyos y para iniciar contactos a nivel ministerial, que en los próximos años aceitarán la cooperación entre los dos gobiernos. El joven economista se mostró muy interesado en aprender sobre la reestructuración de la deuda externa que hizo Argentina. Elogió la postura que mantuvo Kirchner frente a los acreedores y adelantó que su gobierno privilegiará siempre el desarrollo social. “La vida antes que la deuda”, sentenció.

Kirchner, por su parte, le tenía lista una propuesta: convertirse en socio pleno del Mercosur, como lo hizo este año el presidente venezolano Hugo Chávez. Sin embargo, aquí Correa volvió a mostrar cautela. Le agradeció la oferta, pero prefirió (por ahora) fortalecer la Comunidad Andina de Naciones –que comparte con Bolivia, Perú y Colombia– y desde allí acercarse al Mercosur. A solas con este diario, el presidente electo se mostró optimista de que tarde o temprano se superarán las reticencias de Bogotá y Lima y se acercarán los dos bloques. “No tiene sentido que haya dos procesos de integración en América del Sur, hay que fusionarlos para integrar de verdad a toda la región”, explicó, con su ya tradicional sonrisa, el ecuatoriano que promete cambiar la historia de su país.

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