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El mundo|Sábado, 6 de enero de 2007
BUSH SACO A DOS GENERALES PARA RELANZAR LA GUERRA

Cambio de guardia en Irak

A pocas horas del anuncio del nuevo plan para Irak, el presidente norteamericano mostró la hilacha al nombrar en puestos clave a dos militares que piden más tropas para salir del pantano.

Por Yolanda Monge *
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Tropas estadounidenses de la Primera División de Infantería reciben órdenes en Nayaf, Irak.

Desde Washington

Como si de puertas giratorias se tratara, la Administración de George W. Bush inició entradas y salidas en su cúpula militar y diplomática en una reestructuración previa al anuncio la próxima semana –presumiblemente el miércoles– de su nueva estrategia para la guerra en Irak. Cerca de cumplirse cuatro años del conflicto armado y con un recién estrenado Congreso en manos de los demócratas que reclaman una nueva dirección en el país árabe, el presidente releva a los generales John Abizaid y George Casey, los dos principales mandos estadounidenses en Medio Oriente e Irak, respectivamente. Dentro del baile de cargos, el cambio diplomático más importante sucederá en Bagdad, donde el embajador estadounidense Zalmay Jalilzad será reemplazado y elevado a las alturas de Naciones Unidas en Nueva York, donde será el nuevo emisario de Estados Unidos.

Comentaristas e informadores repasaban ayer la significativa lista de permutas sin dar abasto. El presidente decidía sustituir a Casey por el general David Petraeus, hasta ahora encargado de entrenar a las fuerzas de seguridad iraquíes y que ayudó a crear el borrador del nuevo manual militar para la contrainsurgencia. Petraeus ha servido dos períodos en Irak y según oficiales del ejército es un hombre que considera necesario el aumento de tropas en Bagdad, a diferencia del general Casey, cuyo plan era reducir el número de efectivos y que a todas luces ha fracasado.

El general Abizaid será reemplazado por el almirante William Fallon, comandante de las fuerzas navales en el Pacífico, siendo el primer oficial de la Marina que servirá como alto mando del Comando Central que maneja simultáneamente sobre el terreno las guerras de Afganistán e Irak. Para sus compañeros de filas, Fallon es uno de los más potentes comandantes de combate y su elección refleja también el énfasis en contrarrestar el conflicto iraní, misión que en última instancia sustentaría su peso en las fuerzas navales. Para los analistas políticos, el cambio de escenario era cuando menos inusual: del Pacífico al conflictivo Medio Oriente, donde existen varios y dramáticos enfrentamientos abiertos.

Ambos relevos eran esperados en las cúpulas militares, aunque en el caso del general Casey se adelantó unos meses. Abizaid ya había visto cómo su tiempo en Medio Oriente había sido extendido un año más del habitual turno de dos, además de que había anunciado su pronta retirada del servicio activo.

El incremento de tropas es una cuestión clave en las nuevas salidas y llegadas. Se trata de mejorar y en última instancia garantizar la seguridad en Bagdad. Para ello, el plan de Bush es enviar dos brigadas de combate durante la primera fase de la operación (una brigada de combate consiste generalmente de unos 3500 soldados). Al mismo tiempo, una tercera brigada se estacionaría en Kuwait como reserva y dos brigadas más estarían llamadas al servicio dentro de Estados Unidos. En total: cinco brigadas y dos batallones de refuerzo para la volátil provincia de Ambar en el oeste de Irak.

Bush señalaba ayer que su voluntad era asegurarse que “la misión es clara y concreta y se puede realizar”. Tanto el presidente como el primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, hablaron por videoconferencia durante dos horas, lo que en Washington se tradujo como una señal de que el presidente está casi preparado para anunciar su nueva estrategia. La Casa Blanca decía ayer que ésta podría haber sido la última conversación entre los dos políticos antes de que Bush dé a conocer su nueva estrategia bélica y política.

Dentro de los movimientos sobre el tablero de Irak, el presidente de Estados Unidos tiene la contundente intención de nombrar a Zalmay Jalilzad como su nuevo enviado ante Naciones Unidas. Tras 21 meses como embajador en Irak, el afgano de nacimiento y diplomático de profesión ha entrado en la coctelera de los cambios de Bush para concretar su nueva estrategia para la guerra. Fuentes cercanas a la presidencia aseguraban a los medios estadounidenses que la intención de Bush era situar a Ryan Crocker, actual embajador en Pakistán, en la legación diplomática de Estados Unidos en Bagdad. La decisión de Bush cumple dos objetivos: primero, Jalilzad es un sunnita al que muchos chiítas iraquíes no han visto con buenos ojos, sacarle de Irak respondería a la nueva perspectiva anunciada por Bush tras su fracaso electoral de noviembre; segundo, el cambio daría a Estados Unidos la voz fuerte que necesita en la ONU, un musulmán que llevaría su amplia experiencia a la organización internacional justo tras la salida de la cuestionable gestión de John Bolton.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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