Imprimir|Regresar a la nota
El mundo|Jueves, 15 de febrero de 2007

En Irán atacaron un micro militar

El riesgo de un conflicto sectario asomó tras un atentado sunnita contra los Guardianes de la Revolución, que mató a once personas.

Por Angus McDowall *
Desde Teherán
/fotos/20070215/notas/NA16FO01.JPG
Los Soldados de Dios reivindicaron el ataque al autobús.

Los Soldados de Dios, un grupo sunnita asociado con Al Qaida, se atribuyó la responsabilidad del atentado de un micro militar iraní, que mató a once personas en una región sin control, colindante con Pakistán y Afganistán. La explosión de ayer alentó temores de un conflicto étnico y sectario en el país de mayoría chiíta. El ataque fue llevado a cabo por cinco hombres, que utilizaron un coche bomba que fue detonado al paso del micro. Uno de los atacantes murió en el atentado, mientras los otros escaparon en motos. Informes de la capital provincial, Zahedán, donde tuvo lugar el ataque, dijeron que cinco hombres fueron arrestados en conexión con la explosión.

Imágenes posteriores al atentado mostraron el micro chamuscado y dado vuelta al lado de la carretera. Había sido utilizado para transportar a personal de los Guardianes de la Revolución, la fuerza militar más fuerte de Irán, del trabajo hacia sus casas, y viceversa. Otras 31 personas resultaron heridas por la bomba. Desde la revolución, los soldados iraníes muertos en servicio han sido calificados como “mártires”. El grupo, conocido por su nombre persa Yundalá, mató a disparos a doce personas en mayo pasado en la autopista Kerman-Bam. En un incidente anterior, el grupo emitió un video mostrando la ejecución de un oficial iraní. Otros soldados secuestrados han sido decapitados. Estados Unidos ha acusado en el pasado a Irán de brindar refugio a importantes miembros de Al Qaida, incluyendo el hijo de Osama bin Laden, Saad.

Irán rechaza estos cargos y afirma que Yundalá es parte de la red de Al Qaida y que está decidido a fomentar los conflictos sectarios. Su líder, Abdolmalek Rigi, es miembro de la etnia baluch. Clérigos chiítas aparecieron rápidamente en televisión ayer para indicar que los sunnitas no deben ser culpados por este derramamiento de sangre. Importantes personalidades iraníes han advertido en semanas recientes contra el incremento de las tensiones entre chiítas y sunnitas a lo largo de Medio Oriente. “La gente debe hacer frente a este crimen con paciencia, conciencia y realismo, como en otros eventos. Deben hacer una separación entre unos pocos rebeldes y los sunnitas –aunque los atacantes fueran sunnitas– porque nuestros hermanos sunnitas son inocentes de estos crímenes”, dijo Abbasali Soleimani, el representante regional del líder supremo ayatola Ali Khamenei. Agregó que los autores del crimen no procedían del interior de Irán.

Cifras oficiales sitúan a la población sunnita de Irán en 9 por ciento, pero algunos demógrafos independientes dicen que el número es mayor. A los sunnitas, incluyendo a los kurdos, baluchis y turcomanos se les hace difícil alcanzar posiciones políticas de importancia en la República Islámica, donde la autoridad máxima recae en los clérigos chiítas. Episodios esporádicos de conflictos en áreas árabes y kurdas en los últimos dos o tres años han sido desestimados rápidamente por las autoridades, que temen que estén siendo alimentados por las fuerzas norteamericanas y británicas en Irak y Afganistán.

Las áridas llanuras y las bajas cadenas de montañas de Sistan-Baluchistán forman parte de un territorio salvaje, donde bandidos y traficantes de drogas protagonizan batallas campales con soldados iraníes. Las fronteras porosas y la naturaleza tribal de la población local a menudo les permiten escapar hacia Afganistán o Pakistán cuando son perseguidos por las fuerzas de seguridad. Los secesionistas baluch han llevado a cabo en años recientes una serie de ataques en el vecino Pakistán, donde viven en gran número. El subsecretario de Estado norteamericano, Nicholas Burns, dijo el mes pasado que los talibanes han establecido campos de entrenamiento en la provincia paquistaní.

Desde la revolución de 1979, más de 3300 soldados iraníes han muerto luchando contra los traficantes de heroína, que ven a Irán como la superautopista entre los campos de amapola afganos y los lucrativos mercados europeos. El comercio ha disparado una epidemia de heroína doméstica en Irán, con un número de usuarios que se inyectan estimado en más de 200.000. Trincheras, puestos de frontera, alambre de púas, emplazamientos de artillería y fuertes salpican el paisaje en la siempre presente batalla con los traficantes. En un intento de burlar a los guardias, los traficantes han entrenado a caravanas de camellos sin compañía humana para que atraviesen la frontera sin atraer la atención que se les brinda a los vehículos motorizados.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Virginia Scardamaglia.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.