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El mundo|Domingo, 1 de abril de 2007
PROMETEN SANCIONAR A LOS EMPRESARIOS POR LA FALTA DE MICROS EN LAS CALLES

Apuro en Chile para arreglar el transporte

El nuevo ministro de Transporte, René Cortázar, trabaja contra reloj para presentarle a la presidenta Bachelet un plan para arreglar los problemas causados por el nuevo sistema de transporte público, que colapsó y es resistido por empresarios del sector.

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Un estudiante arrastra una señal de tránsito frente al Palacio de la Moneda durante las protestas del jueves pasado en Santiago.

La presidenta Michelle Bachelet quiere aprovechar las pocas horas de tranquilidad que vivía ayer Chile para terminar de poner a punto el plan para salvar a Transantiago, el nuevo sistema de transporte de la capital que desde su implementación a principios de febrero no le ha traído más que dolores de cabeza a la mandataria. Según los medios chilenos, el nuevo ministro de Transporte, René Cortázar, le entregó el viernes a última hora un cronograma y una lista de modificaciones necesarias para solucionar el problema de escasez de colectivos. Ni Bachelet ni Cortázar quisieron hacer un anuncio oficial. Sin embargo, fuentes del gobierno dejaron saber que el Ministerio de Hacienda ya comprometió más fondos para Transantiago y que el gobierno endurecerá su postura frente a las empresas de transporte, creando un sistema de sanciones.

En Santiago, la calma de ayer contrastaba con los choques violentos entre manifestantes y los carabineros de los últimos días. Era como si los chilenos hubieran decidido tomarse un descanso para volver a juntar fuerzas para las movilizaciones que ya se prevén para esta semana que comienza. A pesar del clímax que alcanzó la crisis con el cambio de cuatro ministros y las protestas del miércoles y el jueves pasado, ayer había aún menos colectivos en las calles de la capital chilena. Dos de las empresas privadas que participan del sistema de Transantiago, Express y Alsacia, aseguraron que habían sacado colectivos de circulación por miedo a nuevos ataques. Los micros fueron uno de los objetivos elegidos por los manifestantes la semana pasada, dejando, según las empresas, más de cien colectivos dañados.

Demostrando un cambio de estrategia, Cortázar salió inmediatamente a garantizar que se investigará si en cada caso hubo razones suficientes para sacar a los colectivos de circulación. Sin embargo, no quiso adelantar qué tipo de multas serían. Mientras el nuevo ministro de Transporte quiere proyectar una imagen de firmeza, diferenciándose del ministro saliente Sergio Espejo, también se ha mostrado a favor de una mayor negociación con las empresas de transporte. Cortázar quiere renovar su cartera trayendo gente nueva. Por un lado, técnicos que se ocupen de los aspectos tecnológicos de Transantiago, como la sincronización de los micros y sus recorridos. Por otro lado, políticos con capacidad de negociar con los empresarios, para evitar un nuevo desabastecimiento de colectivos.

Como Cortázar, los otros nuevos ministros también están trabajando para cambiar la imagen de sus carteras. A sólo horas de asumir, el secretario de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo, agendó su primera reunión. No era con sus compañeros de gobierno ni con sus aliados de la Concertación, sino con el ex rival electoral de Bachelet, el empresario y líder de Renovación Nacional (RN), Sebastián Piñera, y el líder de la Unión Democrática Independiente (UDI), Pablo Longueira. El principal tema de la reunión fue la reforma del sistema electoral binominal, impuesto durante la época pinochetista. Esta ha sido una ambición declarada del gobierno de Bachelet desde el principio, que siempre se encontró con una negativa de la oposición.

La parálisis que desde hacía meses sufría la agenda parlamentaria y la imposibilidad de la presidenta de conseguir apoyo para la reforma electoral, una promesa de campaña, había ayudado a erosionar la imagen de Bachelet. El último sondeo Adimark mostró una baja en su imagen positiva, del 49% al 45,6% en tres meses. La imagen de su gobierno cayó aún más. Por eso, la mandataria decidió intentar tender un puente a la oposición, que en lo que va del gobierno se dedicó a aprovechar y explotar todos los puntos débiles de la presidenta y sus ministros.

La estrategia de la UDI y RN demostró ser efectiva. El primer año de Bachelet en el gobierno no ha sido malo. La mandataria avanzó por primera vez con la reforma al sistema previsional de la dictadura pinochetista, alabado por los neoliberales y cuestionado por las organizaciones sociales. También se propuso atacar al sistema educativo y de salud, dos áreas intocables para los sectores conservadores, tanto del oficialismo como de la oposición. El gobierno está por enviar un proyecto de reforma a la Ley de Educación al Congreso y, a principio de año, logró ganarle la pulseada a la Iglesia al imponer la pastilla del día después en todos los hospitales públicos. Pero hoy todo quedó relegado ante los errores de la presidenta, y ya nadie habla de los aciertos en los diarios y noticieros. Hay analistas que no dudan en afirmar que éste fue el peor año de un gobierno de la Concertación.

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