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El mundo|Domingo, 8 de abril de 2007
EL DIPUTADO ESPAÑOL MADINA, QUE PERDIO UNA PIERNA EN UN ATENTADO DE ETA

“No se le dio espacio al proceso de paz”

Lejos del rencor y el resentimiento, el diputado vasco Eduardo Madina se lamenta por el descarrilamiento del proceso de paz, apoya a Zapatero y quiere que Batasuna, el brazo político de ETA, participe en las próximas elecciones porque representa a muchos vascos. De visita en Buenos Aires, habló con Página/12.

Por Mercedes López San Miguel
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El diputado español Eduardo Madina tenía 26 años y era un dirigente juvenil cuando una bomba explotó en su auto en el 2000.

Eduardo Madina, diputado del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tiene 31 años y usa una prótesis en la pierna izquierda. Apenas se le nota cuando desplaza su metro noventa de estatura y menos cuando habla de sus victimarios. Eduardo fue blanco de un ataque de ETA y es defensor de la política antiterrorista del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. “Con este gobierno empezó un proceso de paz al que no se le dio espacio para que fabricara paz”, dijo a Página/12 de visita en Buenos Aires.

Corría el año 2002, Madina tenía tan sólo 26 años cuando era dirigente de las Juventudes Socialistas del País Vasco y resultó herido gravemente al estallar una bomba adosada a su coche en la localidad vasca de Sestao, provincia de Vizcaya. La bomba imantada contenía medio kilo de dinamita Titadine y estaba preparada para explotar por el movimiento del vehículo. El dirigente socialista recorrió diez kilómetros por la ruta rumbo a Sestao. En un momento se detuvo en una estación de servicio y, al salir, se produjo la detonación. Se salvó de milagro.

–Como diputado socialista y al mismo tiempo víctima del terrorismo, ¿cómo ve el actual momento político que atraviesa España?

–Yo creo que España está teniendo un crecimiento económico como pocas veces lo ha tenido en 30 años de democracia y ha creado más de 3 millones de empleos en cuatro años. Es un gobierno que ha sido capaz de avanzar en derechos sociales: en leyes que avanzaron en conceptos de igualdad y en la inclusión de colectivos que estaban excluidos (transexuales, inmigrantes, homosexuales), y sin embargo hay una bronca política inconcebible en un país con esta situación. Esto en buena medida obedece a la incapacidad del Partido Popular de gestionar su derrota en las últimas elecciones.

–¿Coincide con que el PP hace un uso electoral del tema terrorismo?

–Ha ido a elegir para hacer oposición política el único ámbito que en democracia los partidos políticos habían decidido que no se utilizaba en el debate político, que era la lucha antiterrorista. El PP sólo hace oposición con eso; no hace debate sobre vivienda, educación, igualdad de géneros. El PP necesita tanto a ETA en su discurso público como ETA necesita a los populares para tener dimensión pública y política.

–¿Qué secuelas le dejó el atentado?

–No me provocó sensaciones de agresividad. Me hizo comprender la urgencia y la necesidad de liberarnos de eso. Me reafirmó en el sitio en el que ya estaba: en una perspectiva de izquierda que pone por bandera el concepto de la libertad y la paz como fundamentos básicos de la confección ideológica en la que me inscribo y en la que está mi partido, el socialista.

–¿En ese momento trágico recibió apoyos?

–Recibí un apoyo social muy importante. El País Vasco es la película de una transición de la soledad de las víctimas a principios de la democracia al acompañamiento social de los años ’90. Tuve apoyo de casi la totalidad de los partidos políticos y el calor de mi gente.

–Un atentado en diciembre pasado en el aeropuerto de Barajas acabó con la tregua de meses e hizo dar marcha atrás a las negociaciones. ¿Podrá haber avances en el proceso de paz?

–No tengo datos que digan que empezaron las negociaciones. Lo que sí sé es que empezó un proceso de paz al que no se le dio espacio para que fabricara paz, a partir de la desactivación de esa célula terrorista que se llama ETA, que lleva implantada en España casi 40 años. Hubo un atentado que rompió la esperanza de que el proceso de paz diera pasos sólidos hacia la libertad. Ese es el escenario en el que actualmente estamos.

–¿Cómo se vuelve a esa esperanza?

–Quienes han vivido con las armas en las manos deben desactivarse o anularse como movimiento violento, para dejar que su apoyo social, que es un sector importante del País Vasco –alrededor de 200 mil personas–, tenga alguna voz y algún voto en el futuro. Conviene que el PP no dificulte las opciones del gobierno como hasta ahora. Tiene que cerrar filas con la política antiterrorista. Nosotros lo hicimos cuando no éramos gobierno.

–¿Qué se pudo haber hecho mal?

–Si el gobierno pecó de algo, fue de prudente. Durante los ocho meses del alto el fuego no hubo ningún paso del que el gobierno se arrepienta. En tres años, Zapatero ha pactado con ETA la independencia del País Vasco, Zapatero ha pactado con ETA la ruptura del pacto constitucional que inaugura o bautiza la democracia española; Zapatero ha entregado Navarra, que es una comunidad reivindicada por el nacionalismo vasco. Sin embargo, hubo una bomba.

–Batasuna –brazo político de la ETA– condicionó el proceso de paz a su participación en los comicios municipales. ¿Debería seguir ilegalizada?

–Durante ocho meses, los de Batasuna han dicho que el proceso de paz era inviable y cuando ETA puso una bomba, dijeron que el proceso de paz estaba vivo. Ahora saben que si quieren hacer política y darle a su base social la opción de opinar, tienen que cumplir con las leyes electorales. Yo prefiero que estén en las elecciones.

–¿Tendrían que condenar el terrorismo para convivir con los otros partidos?

–Sí. Tendrían que romper con los métodos violentos, apostando a un modelo democrático y escribirlo en el estatuto de un partido político.

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