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El mundo|Domingo, 13 de mayo de 2007
ARRANCA EN APARECIDA, BRASIL, LA REUNION DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO

Cumbre de obispos bajo la mirada de Benedicto

Con la presencia del Papa, obispos, teólogos y cardenales del Vaticano se celebrará la quinta conferencia general del Celam. Bergoglio encabeza la delegación argentina. Se espera una reafirmación de la postura de la Iglesia en contra de la práctica del aborto, la defensa de la familia y el rescate de las “raíces católicas”.

Por Washington Uranga
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El Papa en la Catedral da Se, en Brasil, donde se reunió con 430 obispos de ese país antes de viajar a la reunión de Aparecida.

Hoy se inicia en Aparecida, un santuario dedicado a la Virgen situado a aproximadamente 160 kilómetros de San Pablo, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, una suerte de asamblea continental de obispos católicos de la región, que buscará trazar líneas de acción para la Iglesia católica en los próximos años. La inauguración estará a cargo del papa Benedicto XVI y se descarta que en la apertura la máxima autoridad eclesiástica reafirme los mismos lineamientos que viene planteado en los días previos a su viaje a Brasil como en sus últimas intervenciones públicas: reafirmación de la postura tradicional de la Iglesia en contra de cualquier despenalización del aborto, defensa de la familia tradicional y rescate de las “raíces católicas” de la cultura latinoamericana, junto con la reafirmación de la opción por los pobres y la justicia.

La Conferencia General ha sido organizada por el Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano), el organismo de los obispos latinoamericanos presidido por el cardenal chileno Javier Errázuriz, pero ha tenido siempre la supervisión directa del Vaticano. La presidencia colegiada de la asamblea fue confiada por el Papa al propio Errázuriz acompañado por el Prefecto (ministro) de la Congregación de Obispos de la Santa Sede, cardenal Giovanni Re –que es a su vez presidente de la Comisión Pontificia para América latina– y por el cardenal brasileño Gerardo Majela, arzobispo de San Salvador (Bahía). Del encuentro, que se extenderá hasta el 31 de mayo para abordar una larga agenda que atraviesa casi todos los temas que preocupan al continente y a la Iglesia, participan 266 personas, la inmensa mayoría de ellos obispos. De ese total 162 son miembros plenos, 81 asisten en carácter de invitados, ocho como observadores y 15 como expertos.

La delegación argentina está encabezada por el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, e integrada por los obispos Agustín Radrizzani (Lomas de Zamora), Luis Héctor Villalba (Tucumán), Marcelo Melani (Neuquén), Carlos José Ñáñez (Córdoba), José María Arancibia (Mendoza), Juan Martínez (Posadas), José María Arancedo (Santa Fe), Guillermo Garlatti (Bahía Blanca) y Sergio Fenoy (San Miguel), secretario general del Episcopado. Todos los anteriores fueron elegidos por la Conferencia Episcopal mediante el voto de sus pares. Sin embargo no serán los únicos argentinos participantes de la reunión. El arzobispo de Salta, Mario Cargnello, fue nombrado directamente por el Papa porque actualmente cumple funciones en el Celam y, por el mismo motivo, estará presente el obispo de Reconquista, Andrés Stanovnik, secretario general del Celam que fue designado para cumplir el mismo cargo en la Conferencia General. Entre los invitados argentinos se incluyen también el vicedecano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica, el sacerdote Víctor Fernández, el jesuita Diego Fares, por su condición de religioso –no va ninguna monja argentina– y el pastor metodista Oscar Míguez. A éstos debe sumarse el también argentino canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, Marcelo Sánchez Sorondo. Entre los expertos figuran los argentinos Carlos Galli, teólogo y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica, y Mariano Fazio, rector de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, la casa de altos estudios que el Opus Dei tiene en Roma. En la Conferencia Episcopal Argentina se afirma que el nombre de Fazio no fue recomendado desde Buenos Aires y que se incluyó directamente desde el Vaticano. En la lista de los participantes argentinos no figura ningún laico católico.

El papa Benedicto XVI nombró también como participantes a un grupo de cardenales que vienen del Vaticano y entre quienes se encuentran los más claros exponentes de las posiciones conservadoras dentro de la Iglesia. Entre ellos se destacan los colombianos Alfonso López Trujillo (presidente del Pontificio Consejo para la Familia) y Darío Castrillón Hoyos (ex prefecto de la Congregación para el Clero), el chileno Jorge Medina (ex prefecto de la Congregación para el Culto) y el mexicano Javier Lozano (presidente del Pontificio Consejo para la Salud). Todos los nombrados han tenido un papel activo y protagónico en las tres últimas décadas en la Iglesia de América latina actuando aquí y desde Roma en clara oposición a las posiciones progresistas marcadas por la opción por los pobres y la teología de la liberación.

Al margen de las delegaciones oficiales y como también sucedió en Puebla (1979) y Santo Domingo (1992), se reunirá un grupo de teólogos, pastoralistas y científicos sociales, nucleados bajo el nombre de “Amerindia”, con la intención de brindar a los participantes asesorías específicas desde una clara perspectiva de opción por los pobres y teología de la liberación. La participación de estos grupos trajo serias tensiones en oportunidades anteriores, pero parece más aceptada en Aparecida.

El extenso documento que sirve de base a las deliberaciones (ver aparte) es un recorrido por casi todos los temas que tienen que ver con la realidad de los latinoamericanos y caribeños. No obstante existen algunas preocupaciones centrales que han quedado de manifiesto en las declaraciones previas, tanto del Papa como de algunos obispos. Una de ellas es la pérdida de fieles que viene sobrellevando la Iglesia católica en esta parte del mundo, a pesar de que América latina sigue siendo el continente con mayor presencia católica. Para muchos el llamado a la “misión” se puede traducir también como una convocatoria a “recatolizar”. En ese sentido, los ojos de los obispos están dirigidos a los jóvenes, aunque muchos ministros admiten que carecen de estrategias que les permitan hoy atraer al sector juvenil de la sociedad. Otras preocupaciones episcopales están dirigidas a la pobreza y la desigualdad, pero también a reafirmar las posturas más ortodoxas sobre familia, aborto, divorcio y uniones civiles de personas del mismo sexo.

No está claro que como resultado de la Conferencia que se extenderá durante tres semanas haya un documento final, como ha ocurrido en las ocasiones anteriores, aunque se estima que un pronunciamiento es altamente probable. Existen todas las posiciones al respecto. Hay quienes se inclinan por un documento doctrinal que repase todo el temario de las preocupaciones, quienes consideran que hay que limitarse a un mensaje breve sobre cuestiones nodales y quienes prefieren dejar de lado las declaraciones para trabajar sobre un plan de acción que fije los lineamientos de acción del catolicismo en los próximos años. Lo que diga hoy Benedicto XVI en la ceremonia inaugural marcará en gran medida el curso de acción de la asamblea episcopal.

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