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El mundo|Miércoles, 6 de junio de 2007

Bush criticó la democracia rusa y, de paso, la de Cuba y Venezuela

En vísperas de la reunión del G-8 en Alemania, Bush habló en Praga y dijo que la democracia rusa se había descarrilado. También criticó el “populismo superficial” de Venezuela y la ausencia de elecciones libres en Cuba. El Kremlin respondió sin agresiones.

Por Ricardo M. De Rituerto *
desde Praga
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Bush, con nariz de Pinocho, en la protesta contra la reunión del G-8 en Rostock, Alemania.

George Bush reconfirmó ayer su dureza ante la Rusia de Vladimir Putin al asegurar en Praga que el proceso de reformas democráticas en el país ha descarrillado. El presidente norteamericano lo dijo después de mantener que el escudo antimisiles es un instrumento necesario para la defensa colectiva y declarar que no va dirigido contra Rusia. “La Guerra Fría ha terminado”, precisó Bush a un Putin que horas antes había amenazado con dirigir sus cohetes contra Europa. “En Rusia, las reformas que daban poder al pueblo han descarrilado con inquietantes consecuencias para el desarrollo de la democracia”, dijo Bush en el discurso estelar de la conferencia internacional sobre los disidentes que se celebra en la capital checa.

El Kremlin no tardó en responder. “Rusia es un país democrático que comparte los valores europeos y mundiales comunes”, afirmó ayer en Alemania un portavoz del Kremlin. “No podemos estar de acuerdo con las declaraciones, con respecto a que las reformas democráticas se han descarrilado. Rusia trabaja para perfeccionar la democracia”, dijo el vocero Dimitri Peskov.

En su discurso, Bush había dicho que “la libertad es un derecho innegociable” de todo ser humano. Dijo que habló antes de reunirse con los líderes de las principales economías del mundo para subrayar que ayer lo hacía “con los hombres y mujeres que representan un poder más fuerte: el de la conciencia humana, los disidentes”.

En un extraordinario día de primavera, en una Praga radiante y en el palacio Czermin, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores que vio morir a Jan Masaryk “en el vergonzoso golpe de Estado” comunista de 1948 y desaparecer al Pacto de Varsovia, el presidente Bush hizo de su discurso un manifiesto a favor de la libertad con el que defendió las intervenciones de su administración en todas las latitudes, ahora contra la nueva encarnación del mal que representan los extremismos y la violencia terrorista islámica, que van dirigidos contra todos. “Estamos en guerra y las naciones libres deben hacer todo lo posible para vencer”, dijo.

El presidente mantiene que “extender la libertad es, más que un imperativo moral, una razón para protegerse”, porque lleva a la democracia y a la justicia y los gobiernos democráticos que son responsables ante sus pueblos no atacan a los vecinos. Bush pasó revista a la situación en diversas partes del mundo y, entre las luces y sombras, señaló cómo con Rusia y China Estados Unidos tiene “una relación compleja. Donde hay intereses comunes, cooperamos; y en otras ocasiones hay desacuerdos”. Para el presidente es un error la estrategia de los líderes chinos de ofrecer desarrollo sin conceder democracia. A Rusia aludió con la imagen de un proceso democrático que ha descarrilado. En la retahíla de países a los que aludió, el presidente no podía ignorar a la Cuba castrista y a la Venezuela chavista. “Los cubanos esperan desesperadamente la libertad. En el proceso de transición debemos insistir en elecciones libres y en libertad de expresión y de reunión”, dijo. “En Venezuela, líderes elegidos recurren a un populismo superficial para desmantelar instituciones democráticas y hacerse con más poder.”

“La política de tolerar la tiranía es un fracaso moral y estratégico”, dijo un Bush activista y pragmático que señaló cómo “los disidentes de hoy son los líderes democráticos de mañana”, antes de anunciar que su administración va a seguir ayudándolos. “Quienes viven en la tiranía tienen que saber que no están olvidados.”

Las palabras condenatorias de la situación en Rusia se produjeron después de que por la mañana pareciera tender una rama de olivo al Kremlin. “Le he dicho al presidente Putin que Rusia no es nuestro enemigo”, había declarado tras entrevistarse con el jefe del Estado checo, Vaclav Klaus, y con el primer ministro, Mirek Topolanek, almas gemelas con él en lo relativo a las libertades y al despliegue del escudo antimisiles.

El proyecto militar tendrá en la República Checa los radares necesarios para el funcionamiento de los diez misiles interceptores a desplegar en Polonia. “El sistema de misiles es puramente defensivo. No va dirigido a Rusia, sino a las verdaderas amenazas”, insistió Bush. “Un objetivo es proteger a las naciones libres de la posibilidad de un misil disparado desde un Estado irresponsable”. “Digo a Rusia que no debe temer ese sistema”, volvió a repetir. “Queremos tener buenas relaciones y ése será mi mensaje a Putin”. Bush se reunirá con él a partir de hoy, miércoles, en la cumbre del G8 y a primeros de julio en su casa de verano del estado de Maine.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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