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El mundo|Miércoles, 20 de junio de 2007
OPTIMISMO EN LA CASA BLANCA TRAS LA CUMBRE POR LA SITUACION EN PALESTINA

Bush y Olmert prometen apoyo para Abbas

A partir de la separación de Palestina en dos Estados, uno pro Occidente, con sede en Cisjordania, y otro islámico, basado en Gaza, Bush propuso reabrir las negociaciones con el presidente Mahmud Abbas. Olmert apoya un acuerdo, pero puso condiciones. Asimismo, hablaron de la situación humanitaria en Gaza.

Por Antonio Caño *
desde Washington
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Olmert y Bush sonríen para la foto después de discutir en la Casa Blanca los últimos acontecimientos en Medio Oriente.

Los máximos dirigentes de Estados Unidos e Israel coincidieron en que éste es un momento idóneo para relanzar las negociaciones con vistas a la creación de un Estado palestino y prometieron toda la ayuda de su parte para fortalecer, de cara a esa misión, al presidente palestino, Mahmud Abbas, frente “a la amenaza de radicalismo y terrorismo” que representa la organización islamista Hamas. Tanto el presidente George Bush como el primer ministro israelí, Ehud Olmert, insistieron en que una vez que se ha separado política y geográficamente de Hamas, Abbas es el hombre indicado para conducir esas negociaciones. Bush calificó a Abbas como “el presidente de todos los palestinos” y “una voz de moderación en un entorno extremista”.

Después del alzamiento militar de Hamas en Gaza y la decisión posterior de Abbas de formar un gobierno exclusivamente con la más moderada y secular organización Al Fatah, la administración norteamericano ha decidido suspender el embargo económico al gobierno palestino y facilitarle ayuda económica para intentar su consolidación.

Ayer, el presidente norteamericano dio un paso más y animó al primer ministro israelí a reanudar las conversaciones con Abbas. “Una negociación para crear un Estado palestino con el que se pueda convivir pacíficamente forma parte de los intereses fundamentales de Israel”, dijo Bush.

Olmert prometió “hacer todos los esfuerzos posibles para cooperar con Abbas”. “Como ustedes –dijo el primer ministro israelí–, yo quiero fortalecer a los moderados.” Pero inmediatamente añadió una serie de condiciones que los dirigentes palestinos tienen que cumplir para que esa posible negociación pueda ser fructífera, especialmente un mayor esfuerzo para garantizar la seguridad de Israel. “Los palestinos tienen que convencerse de que tienen que combatir a los terroristas”, advirtió Olmert.

Bush compartió esas demandas, pero fue más enfático en sus esperanzas. “Esperamos –dijo– que el presidente Abbas y el primer ministro Fayad, que es un buen tipo, se fortalezcan hasta un punto en que puedan conducir a los palestinos en una nueva dirección.”

Después de varios meses de auténtica parálisis, la reunión de ayer en la Casa Blanca entre Bush y Olmert puede ser el punto de partida de un nuevo intento por parte de Estados Unidos de encontrar algún tipo de arreglo entre israelíes y palestinos.

Al reanudar “un pleno nivel de contactos de gobierno a gobierno” con los palestinos, como anunció el lunes la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, la administración norteamericana queda en mejor posición para impulsar las negociaciones que Bush defendió ayer públicamente.

Para que esas negociaciones pudieran siquiera entrar en una senda verosímil, sería necesario que el fortalecimiento de Abbas no se quede en la retórica de sus aliados occidentales. El dinero fresco de Estados Unidos y Europa podría contribuir a ese fortalecimiento; alguna concesión política de Israel, también. Pero la fortaleza de Abbas la tiene que certificar, en última instancia, la población palestina, y esto es mucho más incierto en las actuales circunstancias.

Por el momento es sólo una quimera, pero el gobierno estadounidense vislumbra en Palestina una oportunidad de reivindicar su política antiterrorista. Bush hizo en sus declaraciones de ayer un paralelismo entre las violentas disputas entre palestinos con la guerra de Irak: “En ambos sitios, como en Líbano, los terroristas atacan a la democracia”.

En la visión un tanto maniquea que esta administración suele tener de Cercano Oriente, lo que no se está consiguiendo en Irak tal vez podría conseguirse en Palestina. “Eso exigirá mucho trabajo”, reconoció Bush, pero añadió que, con la aportación del gobierno de Abbas, “se puede conseguir la creación de un Estado palestino y la derrota del terrorismo”.

Washington –e Israel, por supuesto– ha descartado cualquier posibilidad de sumar a Hamas a un próximo intento de discusión sobre el futuro de Palestina. “Las esperanzas de que Hamas se convierta en una fuerza razonable se han perdido por completo después de ver lo que hacen a su propia gente”, manifestó ayer Olmert.

Pero tanto Olmert como Bush prometieron que, en su objetivo de aislar a Hamas, no se olvidarán de la población de Gaza, donde la organización islamista se ha quedado como único poder. “Israel no será indiferente a la situación humanitaria en Gaza”, dijo el primer ministro israelí.

Condoleezza Rice ha anunciado que la administración norteamericana intentará hacer llegar ayudas a la población de Gaza por vías indirectas, a través de la ONU o de organizaciones humanitarias, con objeto de evitar una radicalización de los habitantes de esa zona y un mayor respaldo a las tesis de Hamas.

Ese es, en realidad, el riesgo que está latente en este momento, y no sólo en Gaza. Una radicalización del conjunto de la población palestina como fruto de nuevas frustraciones es un escenario temible pero en absoluto descartable.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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