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El mundo|Jueves, 21 de junio de 2007
SIETE MUERTOS EN LOS COMBATES ENTRE SOLDADOS Y MILITANTES ISLAMISTAS DE HAMAS

Israel atacó en la Franja de Gaza

Militares israelíes invadieron una franja de un kilómetro en las cercanías de Kisufim. Hamas contestó con una salva de cohetes Kassam. También hubo combates en Cisjordania. El nuevo ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, sería partidario de invadir Gaza. Pero no habrá acuerdo posible si no se afianza Abbas.

Por Juan Miguel Muñoz *
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Funeral en Gaza después del ataque del ejército israelí. Siete palestinos murieron en combates en la Franja y Cisjordania.

Desde Gaza

Seis días después de la toma de Gaza por el movimiento fundamentalista Hamas, Israel lanzó el primer ataque de cierta envergadura sobre la Franja de Gaza. Militares israelíes invadieron al menos un kilómetro el territorio en las cercanías de Kisufim, en el centro de ese territorio palestino. Cinco personas, cuatro de ellos milicianos islamistas, perecieron en los combates; varios hombres más fueron detenidos y las excavadoras derribaron una casa en la que se escondían los milicianos. La respuesta en forma de cohetes Kassam no se demoró. Dos proyectiles cayeron en el desierto del Negev y al sur de Ashkelón sin causar daños y la aviación israelí contestó bombardeando oleadas de proyectiles caseros sobre Gaza. También en Yenín, en el norte de Cisjordania, otros dos activistas –uno de Al Fatah y otro de Jihad Islámica– murieron a balazos en enfrentamientos con los militares.

Miles de soldados rodean la Franja a la espera de órdenes. Algunos analistas militares aseguran que el nuevo ministro de Defensa, el laborista Ehud Barak, es partidario de una amplia operación terrestre en Gaza para desmantelar o al menos dañar el arsenal de Hamas, bien nutrido después de requisar miles de fusiles y armamento de mayor calibre a los cuerpos de seguridad dependientes del presidente, Mahmud Abbas. En la capital de la Franja, son mayoría quienes opinan que el gobierno israelí optará por los bombardeos y el asesinato de dirigentes islamistas, pero no buscará reocupar el territorio, abandonado hace dos años tras la evacuación de los colonos judíos.

Mahmud Zahar, uno de las primeras figuras de Hamas, aseguró que el gobierno de Ismail Haniyeh puede controlar el disparo de cohetes, pero que “no se convertirá en guardián de la frontera israelí”. Zahar añadió que Hamas declararía una tregua si el ejército israelí detiene sus ataques. No hay posibilidad alguna de que esto suceda. Quizá por eso, anoche, ya entrada la madrugada, cinco cohetes Kassam cayeron sobre la ciudad israelí de Sderot, causando solamente daños materiales. Minutos después, la Jihad Islámica se adjudicó los ataques.

A pesar de reanudar los ataques a la Franja de Gaza, Israel decidió ayer abrir el cruce fronterizo de Erez para todos aquellos palestinos, sin vínculo con las facciones militantes, quieran dejar el territorio y refugiarse en Cisjordania. Anoche había más de 250 personas en el cruce que separa Gaza de Israel. Esperaban que Tel Aviv cumpliera su promesa. Muchos son miembros de Al Fatah o de sus fuerzas de seguridad y temen que ellos y sus familias sean detenidas por Hamas.

En el centro de Gaza, en tanto, miles de seguidores de Hamas protestaban contra el presidente palestino, “el traidor e infiel”. El movimiento islamista había convocado a sus militantes a manifestarse a la salida de la oración de la noche en las mezquitas para repudiar a Abbas, quien ayer acusó a los islamistas en un discurso de haber “violado la legalidad” y los calificó de “terroristas”. “¿Quién es más criminal? ¿Los que defienden Gaza o los que le piden a Olmert que invada Gaza?”, preguntaba el orador de Hamas, frente a una multitud enardecida.

La asociación de Abbas con el gobierno de Israel se hizo más fuerte ayer en las calles de Gaza después que se conociera que los dos mandatarios se reunirán la semana que viene, para sellar el apoyo de Tel Aviv al nuevo gobierno palestino. Uno de los puntos centrales de la agenda será el levantamiento del embargo económico y la liberación de los 600 millones de dólares de ingresos en concepto de impuestos que habían sido congelados por la administración israelí desde que Hamas asumió el gobierno, en enero de 2006.

Si el mandatario palestino quiere emerger a ojos de Israel como un dirigente digno de crédito, deberá emplearse con firmeza para que en Cisjordania reine la calma. La tarea es descomunal. No ya por la resistencia que ofrecerán las milicias de Hamas y Jihad Islámica. Sus propias filas, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo armado de Al Fatah, son imposibles de controlar. Están formadas por numerosos grupos que responden a distintos caciques locales –varios de ellos opuestos al apaciguamiento– que con frecuencia operan con milicianos islamistas.

Es el argumento que utilizó gran parte de la clase política israelí para despreciar a Abbas en su primer año de mandato (2005), cuando Hamas nada pintaba en la arena política: si el presidente palestino es incapaz de poner orden en su propio partido, no podrá imponer ningún acuerdo suscrito con Israel a las demás facciones palestinas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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