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El mundo|Sábado, 4 de agosto de 2007

Kadafi y Sarkozy intercambiaron enfermeras por misiles franceses

El acuerdo secreto fue revelado por uno de los hijos del presidente libio. También sería liberado un espía libio implicado en el atentado de Lockerbie.

Por Eduardo Febbro
desde París
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Tropas británicas en Irak disparando los mismos misiles que serán vendidos a Libia.

La verdad tiene un precio y dos versiones. Una, la oficial: las cinco enfermeras búlgaras y el médico palestino, detenidos durante ocho años en Libia y sentenciados a muerte por haber contagiado con el virus del sida a 456 niños, 56 de los cuales murieron, fueron liberados a último momento gracias a un acuerdo entre el Estado libio y la Unión Europea. Entre muchas otras cosas, ese acuerdo se basó en la normalización de las relaciones entre Trípoli y la UE, en la indemnización de las familias de las víctimas y en la construcción de una serie de infraestructuras –rutas– por parte de los europeos. La segunda, la no oficial y polémica revelada por uno de los hijos del coronel Kadafi, Saïf al Islam Kadafi, hace extensivo ese acuerdo a una serie de pactos secretos entre París y Trípoli que comprenden la venta de misiles y la liberación de uno de los agentes secretos libios implicados en el atentado contra el avión de la desaparecida compañía PanAm que se desintegró en pleno vuelo sobre la localidad escocesa de Lockerbie.

El gran show de la liberación de las enfermeras y el médico palestino montado por el presidente francés Nicolas Sarkozy se hizo añicos hace tres días cuando el hijo de Kadafi, en una entrevista publicada por el diario Le Monde, reveló los dos aspectos ocultos del pacto. Sarkozy había enviado en dos ocasiones a su esposa Cecilia en misión especial a Libia y a Trípoli al día siguiente en que los seis acusados fueron liberados. El apareció, en suma, como el gran beneficiario de un caso que había sido negociado durante años por la diplomacia eurocomunitaria, en especial por Alemania y Gran Bretaña. La salsa secreta del desenlace feliz –para las enfermeras y el médico– se hizo un poco más densa cuando varias fuentes libias confirmaron a la prensa extranjera que las precisiones aportadas por Saïf al Islam Kadafi no eran un invento. París firmó con Trípoli dos contratos: uno concierne la venta de misiles antitanque Milán por un monto de 169 millones de euros (210 millones de dólares), y otro que atañe a un sistema de comunicaciones por radio –Tetra– por 128 millones de euros (150 millones de dólares). Ambos contratos tienen como operador a MBDA, una filial del gigante europeo del campo aeroespacial y de la defensa EADS. La presidencia francesa reiteró ayer que Francia no había cedido ninguna contrapartida por la liberación de los acusados... pero el mismo fabricante de armas, EADS, admitió la existencia de negociaciones de contratos militares. En esta ruda batalla por la verdad, uno de los protagonistas de la misma, nada más y nada menos que el portavoz de la presidencia francesa, David Martino, protagonizó uno de esos episodios dignos de un programa cómico. Interrogado en directo por el canal LCI, el portavoz dijo: “Imagino que es cierto, pero no lo confirmo. No es mi trabajo comentar los tratos comerciales”. La confirmación llegó ayer por la mañana, de la boca de otro portavoz, esta vez del grupo industrial ADS, quien reconoció que el contrato de la venta de los misiles estaba “finalizado”. La misma fuente agregó que el otro contrato, el que concierne el sistema de comunicación Tetra, estaba en “vías de finalización”. A estas declaraciones les siguieron otras de las autoridades de tutela –ministro de Defensa– que, a media voz o con ambigüedad, corroboraron que dichos contratos estaban vigentes. El hijo de Kadafi también aseguró que el acuerdo incluía la liberación de Abdel Basset Ali al Megrahi, el agente secreto libio condenado a cadena perpetua en Gran Bretaña debido a su implicación en el atentado de Lockerbie. Ayer, la Cancillería británica desmintió todo acuerdo que conduzca a la puesta en libertad de Al Megrahi. El agente libio es, hasta hoy, el único condenado por este caso y está actualmente detenido en una cárcel de Glasgow. El caso de Al Megrahi es enredado. El agente lleva años proclamando su inocencia. En dos oportunidades presentó un recurso de apelación. A finales del mes de junio y al cabo de tres años de investigaciones la Corte Criminal escocesa estimó que el agente pudo ser “víctima de un error judicial”.

Entre desmentidas y mentidas... la verdad empezó a plasmarse. El Estado libio sacó provecho del arresto de las enfermeras y el médico y utilizó la vida y la libertad de esas seis personas para sanear sus relaciones con la comunidad internacional y, de paso, comprar armas. Entre los muchos misterios que envuelven de drama la vida de tantas personas uno se impone hoy más que otro: ¿Qué llevó a uno de los miembros del llamado clan Kadafi, en este caso su hijo, a revelar los detalles de un acuerdo que, en regla general, debe permanecer secreto? De los cuatro hijos de Kadafi, tres varones y una mujer, Saïf, Saïd y Aníbal, Saïf es como el pretendiente designado al trono que hoy ocupa Muammar Kadafi. Saïf al Islam Kadafi, que preside la fundación caritativa Kadafi que gestionó los 456 millones de dólares en indemnizaciones pagadas a las víctimas y sus descendientes, se presenta siempre como un humanista. Su irrupción en la escena internacional lo propulsa al rango de interlocutor. Un hombre moderado, capaz de entablar el diálogo con Occidente y de decir la verdad a un punto tal que, en la entrevista que concedió al diario Le Monde, Saïf reconoció que las enfermeras y el médico habían sido “chivos expiatorios”. La versión que da el hijo de Kadafi difiere de la versión oficial, es decir, la culpabilidad inapelable de los seis inculpados. Nada en esta historia ha sido elegido al azar: ni las declaraciones del hijo de Kadafi ni el lugar donde empezó el calvario de las enfermeras búlgaras y el médico, la ciudad de Benghazi, plataforma histórica de la oposición al régimen del guía de la revolución libia. De los tres hijos varones de Kadafi, Saïf tiene los rasgos del sucesor: los dos otros, Saïd y Aníbal, ocupan otras funciones. Aníbal tuvo líos con la policía en Francia. Fue detenido en París por manejar a velocidad excesiva y por haberle pegado a su esposa embarazada de siete meses. Saïd dirige hoy las fuerzas especiales pero su pasión es el fútbol: fue jugador profesional y, durante algún tiempo, tuvo como entrenador a uno de los directores técnicos de la Selección Argentina.

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