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El mundo|Sábado, 4 de agosto de 2007
PARA EL KREMLIN FUE UN LOGRO CIENTIFICO; PARA CANADA, APROPIACION DE TIERRAS

Rusia plantó su bandera en el Polo Norte

Por Sandro Pozzi *
desde Nueva York

El Kremlin ayer elogió el logro científico de un equipo que plantó una bandera rusa en el lecho del océano bajo el Polo Norte. “No tiene nada de criticable. No es un tema para una historia política”, dijo Dmitri Peskov, el vocero del presidente Vladimir Putin, después de que los países occidentales con reivindicaciones territoriales en el territorio –donde se cree que puede haber grandes reservas petroleras– acusaran a Rusia de apropiarse de la tierra. El jueves, el canciller canadiense, Peter Mackay, les dijo a los rusos: “No se puede ir por el mundo plantando banderas y decir ‘Nos apropiamos de este territorio’”. Peskov respondió: “Estábamos todos muy orgullosos cuando los estadounidenses plantaron su bandera en la luna. Después de todo, les estamos agregando algo a los tesoros de la humanidad. Esto tiene la misma importancia. Es un gran logro científico”.

Los canadienses se toman en serio la última acción rusa en el Artico, por el choque que puede provocar entre los cinco países que aspiran a territorio protegido por las Naciones Unidas. Estados Unidos y Canadá, aliados en casi todo, coinciden en una cosa: Rusia quiere demostrar que es una potencia que cuenta en la escena internacional. La cosa se complica cuando se solapan los intereses de los países que proclaman un trozo del Artico. Y en este paquete entran también Dinamarca y Noruega, que se dividen la ahora deseada región. El motivo es simple. La US Arctic Research Commission (Usarc) calcula que las entrañas bajo el Océano Artico esconden una cuarta parte de las reservas energéticas del planeta y minerales. El efecto del cambio climático está haciendo que crezca el interés por el Polo Norte, una región que antes se despreciaba. El deshielo abrirá además nuevas rutas en cerca de dos décadas. “Hay mucho en juego”, coinciden los expertos en geopolítica. Canadá ya se pone a la defensiva y va a invertir 7500 millones de dólares en la construcción de ocho patrullas para proteger la soberanía de lo que considera su territorio en el Artico. El gobierno dice que “reaccionará con rapidez”.

Moscú responde con sorpresa a las declaraciones del ministro canadiense de Exteriores, Peter McKay, en las que decía que la maniobra rusa era una táctica del siglo XV. Su homólogo Serguei Lavrov dejó claro que su país no va sembrando banderas tricolores allí donde le parece. La prensa tampoco se calla. “Rusia va a la caza”, afirma un análisis de la cadena de televisión canadiense CBC, en el que explica que el Kremlin está apostando fuerte con su nuevo plan de juego. Hay más voces que proclaman el Norte. Entre ellas se encuentran la líder de las poblaciones de esquimales Inuit, Mary Simon, y el primer ministro de los territorios de Noroeste, Joe Handley, que no ocultan sus temores por la maniobra rusa.

Canadá lleva cuatro años recabando datos y pruebas científicas para apoyar su petición ante la ONU. Tiene tiempo hasta 2013, antes de que se cumplan los diez años establecidos en el Tratado para que sus países signatarios formalicen sus reclamaciones. Rusia debería terminar sus trabajos este año y Dinamarca para 2009. Sin embargo, los expertos señalan que las reglas de juego no están claras y no hay precedentes para lidiar con estas disputas, por lo que cada país está buscando su propia fórmula. Hay otra dificultad. Estados Unidos no es país firmante del Tratado y eso pone en una tesitura complicada a Canadá, su principal socio comercial, vecino y aliado.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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