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El mundo|Jueves, 9 de agosto de 2007
MOSCU LO NEGO Y SEÑALO QUE ERA UNA PROVOCACION DE TBILISI

Georgia dijo que Rusia le tiró un misil

Por Pilar Bonet *
desde Moscú
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El misil cayó en una casa en las afueras de Shavshebi.

El caso del misterioso misil que cayó en Georgia, ex república soviética que acusa de ello a Moscú, refleja la compleja lucha de poderes en esta región estratégica del Cáucaso. Por el momento, el único punto en el que rusos y georgianos se ponen de acuerdo es en que un misil cayó en pleno campo en Georgia el lunes por la noche, sin causar víctimas. Pero hay distintas versiones sobre su origen: ruso, según los georgianos, y georgiano, según los rusos. Ambas partes aseguran que disponen de pruebas que sostienen sus declaraciones y se acusan mutuamente de “provocación”, retomando una tradición bien establecida de duras acusaciones entre ambos países. La Comisión Europea llamó ayer a ambas partes a ser “comedidos”.

Las acusaciones realizadas el martes por Georgia contra Rusia de lanzar un misil sobre su territorio diluyen las esperanzas de una normalización de las relaciones entre ambos países, congeladas de hecho desde el año pasado. Tbilisi denunció que dos aviones militares rusos habían violado el espacio aéreo georgiano el lunes por la noche y lanzaron un misil, que no explotó. Moscú negó categóricamente las incriminaciones y exigió una investigación de los hechos. “Esto no es un problema de Georgia, sino un problema de la seguridad europea”, afirmó el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili.

Dos aviones militares del tipo Su-25 que partieron de la base aérea de Mozdok penetraron ilegalmente en el espacio aéreo de Georgia y permanecieron en él hasta 30 minutos, adentrándose 80 kilómetros sobre la región de Gori, según la versión de los portavoces georgianos. El misil, dirigido contra unas instalaciones de radar georgianas, cayó cerca de una vivienda en las afueras del pueblo de Shavshebi. El viceministro de Exteriores, Nikoloz Vashkidze, aseguró que la incursión había sido registrada por los radares georgianos.

En Tbilisi, el Ministerio de Exteriores convocó al embajador ruso, Viacheslav Kovalenko, y le entregó una protesta oficial por “abierta agresión y atentado contra la soberanía del país”. El jefe de la diplomacia georgiana, Gela Bazhuashvili, conversó por teléfono con su colega español, Miguel Angel Moratinos, por ser España el país presidente de turno de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), y exigió una respuesta de esta institución.

Desde Moscú, portavoces del Estado Mayor del Ejército y de las Fuerzas Aéreas rusas negaron en cambio las acusaciones y afirmaron que sus aviones no realizaron ningún vuelo sobre la zona ni violaron el espacio aéreo de Georgia. El Ministerio de Exteriores, por su parte, difundió una nota en la que pide una “investigación inmediata para aclarar quiénes son los verdaderos organizadores y participantes en estos peligrosos juegos”. Rusia fue incluso más allá y sus portavoces insinuaron que, en realidad, fue un avión georgiano el que realizó un disparo en la conflictiva zona de Osetia del Sur, que enfrenta a georgianos y rusos desde 1991. La ex ministra de Exteriores de Georgia Salomé Zurabishvili no excluyó el martes que el suceso sea un “espectáculo puesto en escena por el ministro del Interior (de Georgia), Vano Merabishvili”. “Rusia tiene una actitud agresiva contra nosotros, pero sobre el telón de fondo de los próximos Juegos Olímpicos de Sochi este tipo de acciones no le convienen”, manifestó la ex ministra, que fue diplomática francesa en el pasado.

“Las fuerzas armadas georgianas no poseen aviones Su-25 ni poseen este tipo de misiles guiados”, indicó en un comunicado el Ministerio de Interior de Georgia. Según el analista militar ruso Pavel Felguenhauer, el desmentido de Rusia deja poca esperanza de que un día se sepa la verdad y agrega que es poco probable que este incidente cambie gran cosa en las relaciones ya nefastas entre Rusia y Georgia, país de cinco millones de habitantes cuyo gobierno aspira a la adhesión a la OTAN y muestra su cercanía a Estados Unidos. “Este no es un problema de Georgia, sino un problema de la seguridad europea”, insistió el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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