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A pesar de la fuerte presión de la oposición, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió ayer dar por cerrada la crisis diplomática con Venezuela después del incidente verbal ocurrido durante la Cumbre Iberoamericana realizada en Chile la pasada semana entre Hugo Chávez y el rey de España, Juan Carlos I. El Partido Popular exigió ayer, a través de su secretario general, Angel Acebes, que la administración socialista tomara medidas diplomáticas contra el país caribeño y pidió que el ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos, comparezca en el Congreso para dar cuenta de la política exterior que lleva a cabo el gobierno, la que consideran demasiado tibia con el régimen venezolano.
Acebes pretendía también que el gobierno llamara a consultas a su embajador en Caracas, ya que a juicio de los conservadores las acusaciones de Chávez al rey de que conocía de antemano el plan para derrocarlo mediante un golpe de Estado en abril de 2002 son extremadamente graves. Desde el Partido Socialista la respuesta no se ha hecho esperar. Trinidad Jiménez, secretaria de Estado para Iberoamérica, pidió al PP que tenga “sentido de Estado y responsabilidad”, ya que la escalada verbal “no beneficia a nadie” y señaló que es normal que en las cumbres iberoamericanas se produzcan estos encontronazos, al tiempo que recordó el que tuvieron en su día en Bariloche José María Aznar y Fidel Castro.
En la cancillería española era visible ayer el esfuerzo por poner cuanto antes paños fríos a la crisis, al tiempo que hacían hincapié en la necesidad de mantener buenas relaciones con el gobierno venezolano. España es el cuarto inversor en Venezuela, ya que el primer lugar lo ocupa Estados Unidos, y algunas de sus empresas tienen un rol relevante en sectores como el bancario, donde el Banco Bilbao Vizcaya acapara el 19 por ciento del mercado, mientras que Telefónica es la empresa líder en su ramo. La petrolera Repsol es otra de las grandes empresas de la península presentes en el país, así como las eléctricas Iberdrola y Unión Fenosa. Desde la patronal empresaria también llegaron voces de moderación, haciendo hincapié en que el incidente político sólo servía para perjudicar los negocios de sus asociados en el país caribeño.
Hugo Chávez, por su parte, no puso mucho empeño en aplacar los ánimos. A su regreso a Venezuela dio a entender que él “no se callará” a pesar de todo y volvió a poner en el centro del debate el rol de las empresas españolas en América latina. Tampoco se la puso muy fácil al gobierno de Zapatero a la hora de aplacar las críticas del opositor Partido Popular, cuando se refirió a su actual líder Mariano Rajoy llamándolo “excremento”.
Mientras tanto, la violenta irrupción del rey Juan Carlos mandando callar a Chávez se transformaba en el tema preferido de los españoles en la calle y hacía irrupción en la red internet de un modo inusual. Sólo en YouTube, con escribir la ya famosa frase del monarca “por qué no te callas” aparecían al menos quince videos, algunos de contenido humorístico, hechos en forma casera por los internautas, mientras que los foros públicos de los principales periódicos se hacían eco del episodio y del fuerte debate social que ha suscitado.
Mientras la mayoría se manifestaba de acuerdo con lo que consideraban una muestra de firmeza del rey, algunos se hacían eco de las palabras del coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, que fue el único político español en señalar que don Juan Carlos “no ha sido demasiado diplomático” y que “al margen de las formas, Hugo Chávez tiene razón” cuando critica el rol que juegan las empresas españolas en América latina. Una muestra más de la popularidad que ha tenido el incidente es la aparición incluso de un tono para celulares en el que se repiten las palabras del rey en tono de rap.
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