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El mundo|Sábado, 24 de noviembre de 2007
SESIONO EN UN LICEO MILITAR, SIN REPRESENTANTES DE LA OPOSICION

Evo se quedó solo en la Asamblea de Sucre

En otra jornada caótica, con enfrentamientos callejeros entre locales y alteños, la Asamblea Constituyente volvió a sesionar en un liceo militar, tras una larga interrupción por desacuerdos en torno de la futura ubicación de la capital. Pero solamente concurrieron los representantes del oficialismo y de las fuerzas aliadas.

Por Pablo Ortiz
desde Sucre
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Estudiantes protestan en Sucre contra la reanudación de las sesiones de la Asamblea Constituyente sin presencia de la oposición.

Empezó la colimba en la Constituyente boliviana. En la tarde de ayer, la Asamblea encontró su camino de salida encerrándose en el liceo militar de la ciudad de Sucre. En ese mismo momento, más de mil ciudadanos de El Alto llegaban al centro sucrense para garantizar las sesiones del foro. Todo esto anunciaba un enfrentamiento entre alteños y locales si la Asamblea era convocada nuevamente en el teatro El Gran Mariscal. Por esta razón, la directiva de la Constituyente decidió encerrarse en un cuartel, rodeada por militares y policías. La Asamblea boliviana dejaba entonces de ser pública y se convertía en una reunión sindical de representantes del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), aliados de izquierda y disidentes de partidos de derecha.

A las 15 de ayer, 145 de los 255 asambleístas entraron al pasillo del liceo militar para iniciar la última etapa de la Asamblea Constituyente. La primera decisión no tardó en llegar. Los representantes aprobaron dejar afuera la disputa por la sede de los poderes entre las ciudades de Sucre y la actual capital, La Paz. Mientras esto sucedía dentro del liceo, en la plaza central de Sucre el comité interdisciplinario de la ciudad, liderado por el rector universitario Jaime Berrón, llamó a un cabildo abierto para exigir la autonomía departamental e instó a los miles de manifestantes que se habían reunido a la resistencia y desobediencia civil. También condenó a todos los representantes capitalinos que habían decidido asistir a la sesión en el liceo y los acusó de haber traicionado a Sucre y su pueblo.

Al concluir el cabildo, la gente no se dispersó, sino que se dirigió al teatro El Gran Mariscal, el lugar que hasta ayer había sido la sede de la Constituyente. El objetivo era tomar el edificio. Sin embargo, cuando llegaron al lugar se encontraron que allí los esperaban más de 250 policías antimotines. El gobierno los había trasladado de forma gradual en los últimos días desde La Paz. Las fuerzas de seguridad no escatimaron en gases lacrimógenos ni perdigones para repeler el avance de los manifestantes.

La batalla campal no tardó en estallar y se prolongó hasta horas de la noche. Los enfrentamientos incluso llegaron a acercarse al liceo militar donde sesionaban los constituyentes, a unos 15 kilómetros del centro de la ciudad. Anoche se habían registrado al menos cuatro heridos por manipulación de dinamita, más de cien intoxicados por los gases lacrimógenos y veinte lesionados por perdigones. También se reportaron cuatro policías heridos y seis universitarios detenidos.

Pero mientras las calles de Sucre se llenaban de humo, dentro del liceo militar se vivía una suerte de oasis. Pinos verdes, cerros y un castillo muy ecléctico rodeaban a los asambleístas, que de a poco se fueron acostumbrando a la tranquilidad y comenzaron a cambiar el reglamento interno de la Asamblea. Acortaron el tiempo de uso de la palabra y habilitaron al plenario a hacer el trabajo que debía durar tres meses en sólo diez días de sesiones. Para conseguirlo –y también por su propia seguridad– los asambleístas se quedarán a vivir en el liceo militar como máximo hasta el próximo 14 de diciembre, el último plazo legal para la constituyente. El gobierno desalojó a todos los alumnos para que los constituyentes oficialistas puedan utilizar los dormitorios.

También votaron para que el trabajo legislativo se extendiera a los fines de semana, cosa que estaba prohibida por el antiguo reglamento. Por último, antes de agotar la agenda del día introdujeron las sesiones por tiempo y materia (de duración indefinida). Con ello esperan poder cumplir con el regalo de Navidad al presidente Evo Morales, quien el jueves pasado redactó su carta a Papá Noel en un discurso pronunciado en Achacachi.

Sin embargo, la aprobación de la nueva Constitución no calmará los problemas en Bolivia, sino todo lo contrario. Para este lunes está prevista la reunión de la Media Luna –las provincias autonomistas– en la ciudad de Sucre. En ese encuentro se tomarán decisiones conjuntas sobre la cuestión de la capital de la república y la sede de los poderes. Se prevé que seis de las nueve provincias bolivianas aprueben un desacato a la nueva Constitución, que comenzará hoy a redactar el MAS en el liceo militar. Una vez aprobada esta decisión, el problema volverá a dirimirse en las calles.

Los Ponchos Rojos, un grupo de indígenas aymaras radicales que apoyan al gobierno de Morales, volvieron a preocupar a aliados y opositores al degollar en plena calle a dos perros. “Es lo que les haremos a los terratenientes que no quieren el cambio en el país”, explicaron. Hasta el momento, ni el gobierno ni la oposicion se han mostrado abiertos a escuchar las voces de la Iglesia Católica, del pueblo y de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos que, a pesar de sus diferencias, coinciden en pedir paz y calma.

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