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El mundo|Sábado, 24 de noviembre de 2007
TRECE MUERTOS EN TRES ATENTADOS SIMULTANEOS

Bombardean tribunales indios

Los trece muertos son abogados que se negaban a defender a musulmanes acusados de actos de terrorismo. Fueron seis bombazos coordinados en distintas ciudades. Hay sesenta heridos.

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Policías y testigos rodean una bicicleta deformada por la explosión en Varanasi.

La violencia sectaria también azota a la India. Al menos 13 personas murieron y otras 60 resultaron heridas en tres atentados casi simultáneos en tribunales en el norte del país, una zona de constante tensión entre la mayoría hindú y la minoría musulmana. Todas las víctimas eran abogados. Este grupo profesional se convirtió en un enemigo público de las redes terroristas que operan en el país, después de anunciar que no defenderán a ningún acusado de terrorismo, haya o no suficientes pruebas contra él.

Los tres atentados fueron frente a la puerta de los tribunales del estado norteño de Uttar Pradesh. Las primeras dos explosiones se produjeron en la ciudad de Faizabad. A los pocos minutos, otros tres estallidos se escucharon frente a las cortes de Varanasi, una de las ciudades sagradas para la religión hindú. Casi 15 minutos después de la primera explosión, otra bomba escondida en una bicicleta detonó en Lucknow, la capital del estado. Esta última fue la única que no dejó víctimas.

Apenas unos minutos después de que estallara la primera bomba, un canal de televisión difundió un correo electrónico, en el que un grupo hasta ayer desconocido se había adjudicado los atentados. Se llaman los Mujaidines Indios y su objetivo, dicen, era castigar a los abogados que se habían negado a defender a un grupo de musulmanes que habían sido detenidos días atrás por supuestos vínculos con grupos terroristas. Fuentes periodísticas indias incluso recordaban ayer las sistemáticas denuncias de tortura a islamistas detenidos que pesan sobre la policía.

Los ataques estuvieron muy bien planeados, según las asociaciones de abogados. En primer lugar, las bombas estallaron justo durante el horario del almuerzo cuando todos se reúnen en las escalinatas para comer o discutir los casos. Según destacaban algunos de los sobrevivientes, la gran mayoría de las veces los abogados prefieren reunirse fuera del edificio para charlar con sus clientes o discutir temas sensibles con sus pares. Además, al no tener que esquivar los controles de seguridad del edificio, el costo de los atentados fue mínimo.

Ni el enfrentamiento entre hindúes y musulmanes ni el terrorismo es nuevo para la India. Hace 15 años, muy cerca de donde ayer explotó la primera bomba, un grupo de extremistas hindúes destruyeron una famosa mezquita del siglo 16, la mezquita de Babri. El atentado desató una feroz ola de violencia entre las dos etnias, que dejó decenas de muertos y heridas que todavía no logran cicatrizar, en gran parte porque la mayoría de los responsables siguen impunes.

Más actuales son los ataques terroristas a gran escala, como supieron instalar en los últimos años grupos como Al Qaida. En julio del año pasado varias bombas explotaron casi simultáneamente en siete trenes de los suburbios de Mumbai, dejando 200 muertos, centenares de heridos y una de las mayores masacres de la historia india. Apenas haces tres meses, dos atentados mataron a 43 personas en la ciudad de Hyderabad, en el sur. Hasta ahora no se descarta la participación de alguna célula vinculada con Al Qaida.

Según organizaciones de derechos humanos, los musulmanes no son la única minoría que sufre los embates de los sectores radicales que dicen defender la primacía de la mayoría hindú, más conocidos como los hindutva. A principio de mes, una ONG francesa y el Consejo Nacional de Derechos Humanos indio denunciaron cerca de 470 atentados contra comunidades cristianas en los últimos veinte meses. “La policía se niega, en la mayor parte de los casos, a registrar las denuncias o a realizar una indagación seria”, aseguraba el informe. “A menudo, cuando se registra una denuncia, la Justicia termina condenando a las víctimas”, agregaba.

Pero a pesar de estas irregularidades, la India no ha recibido grandes reprimendas ni cuestionamientos de la comunidad internacional. Según las organizaciones musulmanas del país, el gobierno del primer ministro Manmohan Singh goza del apoyo incondicional de su par estadounidense George Bush. Nueva Delhi es uno de los principales aliados de la Casa Blanca en la región asiática en su cruzada contra el terrorismo mundial. El gobierno indio además se jacta de mantener muy buenas relaciones con Europa, especialmente con su antigua metrópolis, Londres.

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