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El mundo|Martes, 11 de diciembre de 2007
MILLONARIOS ACUERDOS TRAS LA LIBERACION DE LAS ENFERMERAS BULGARAS

Polémica visita de Kadhafy a Francia

El presidente libio selló la normalización de sus relaciones con Occidente a cambio de comprarle a París aviones y equipo de combate. Asimismo, acordaron cooperar en energía nuclear. Le critican a Sarkozy que los negocios estén por delante de los DD.HH.

Por Eduardo Febbro
desde París
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El mandatario libio fue recibido por su par francés, Nicolas Sarkozy, en el Palacio del Elíseo.

Muammar Kadhafy llegó a París como un grande. Lejos están los años en que el presidente libio era el excluido del escenario internacional, el hombre que tenía la palabra y la entrada prohibida en el continente europeo. Ayer, París le abrió las puertas para una visita oficial de cinco días que tiene valor de símbolo para Libia y representa jugosos contratos para Francia. Kadhafy sella la normalización de sus relaciones con Occidente al tiempo que ofrece a Francia la debida recompensa: la firma de contratos millonarios que abarcan campos tan sensibles como el nuclear y el de los armamentos. En total, París y Trípoli firmaron ayer contratos por más de 13 mil millones de dólares.

Kadhafy ingresó en el patio del palacio presidencial del Elíseo bajo la marcha ejecutada por la Guardia Republicana y fue recibido con un caluroso apretón de manos por el presidente francés, Nicolas Sarkozy. La “recepción” de Kadhafy suscitó en Francia una densa polémica que ganó incluso las filas oficialistas. La presencia en la capital francesa de un presidente cuyo respeto más elemental de los derechos humanos es una metáfora y que, además, defiende el terrorismo como práctica valedera es el desenlace de una larga historia, cuyo punto clave es la liberación de las cinco enfermeras búlgaras y el médico palestino detenidos en Libia durante ocho años y liberados a último momento en virtud de la intervención personal del presidente francés. Según París, la liberación de las enfermeras y el médico hace cinco meses creó las condiciones para la normalización de las relaciones con Libia. Pero ese gesto de Trípoli tenía una contrapartida cifrada en la compra, por parte de Libia, de aviones de combate (14), aviones para transporte de pasajeros Airbus (21) el suministro a mediano plazo de uno o varios reactores nucleares, de 35 helicópteros, seis navíos, vehículos blindados y radares de defensa antiaérea. Esos equipos militares, así como un acuerdo de cooperación nuclear, figuran en un memorando de intenciones pactado hace cinco meses, es decir, cuando Nicolas Sarkozy fue a Libia luego de la liberación de las enfermeras y el médico.

Kadhafy no jugó al jefe del Estado discreto. Viajó del aeropuerto a París en una limusina blanca acompañado por una comitiva de 100 autos. Gesto inédito, París instaló una carpa de beduinos para Kadhafy en el Petit Hotel donde se alojan los jefes de Estado en visita oficial. La oposición y varios diputados oficialistas le reprochan a Nicolas Sarkozy haber cambiado el perfil de la acción diplomática de Francia y haberlo remplazado por “la diplomacia de la chequera”: cuando más compra un país, menos se habla de los horrores que comete. La más critica fue la secretaria de Estado de Derechos Humanos, Rama Yade, que dijo más o menos que Kadhafy en París era el beso de la muerte entre Francia y Libia: “Nuestro país no es un felpudo donde un dirigente, terrorista o no, puede venir a limpiarse la sangre de los pies”. El canciller francés, Bernard Kouchner, antaño socialista y médico de la acción humanitaria, aseguró: “Kadhafy ha cambiado”. Sarkozy salió al paso de la avalancha de críticas y presentó a Libia como un país que, progresivamente, había dado los pasos necesarios para que su reconocimiento sea legítimo: “Francia recibe a un jefe de Estado que eligió renunciar definitivamente a poseer armas nucleares, que devolvió sus municiones (armas de destrucción masiva), que renunció definitivamente al terrorismo y que eligió liberar a las enfermeras búlgaras”.

Las realidades libias son menos idílicas. Las enfermeras búlgaras fueron salvajemente torturadas durante sus años de detención para que confesasen un crimen que no habían cometido. Tanto Amnistía Internacional como Human Rigths Watch denunciaron la existencia de decenas de presos políticos en las cárceles libias. La visita de Kadhafy se produce incluso antes de que la comisión parlamentaria que investiga las condiciones en las cuales las enfermeras búlgaras y el médico palestino haya concluido su trabajo. Lo cierto es que Kadhafy en Francia viene a cerrar un círculo iniciado en 2003 cuando Libia empezó a normalizar sus relaciones con el mundo occidental. Primero renunció a su programa de armas de destrucción masiva y luego indemnizó a las víctimas del atentado contra el avión de la Pan Am que estalló sobre la localidad escocesa de Lockerbie –270 muertos en 1988– así como a las víctimas de otro atentado cometido contra un DC10 de la compañía UTA cuando sobrevolaba Níger (170 muertos en 1989). En ambos casos la implicación de Libia quedó ampliamente probada.

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