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El mundo|Sábado, 29 de diciembre de 2007

Perú protege al dictador Morales Bermúdez de la Justicia italiana

Acusado por el secuestro de dos militantes y de una Madre de Plaza de Mayo en el marco del Plan Cóndor, el dictador que derrocó a Velazco Alvarado recibió el apoyo del presidente Alan García.

Por Carlos Noriega
desde Lima
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Según la Justicia italiana, el general Morales Bermúdez quedó comprometido con el Plan Cóndor.

El presidente peruano, Alan García, salió ayer en defensa del ex dictador Francisco Morales Bermúdez, cuya detención ha sido solicitada por la Justicia de Italia, que investiga la desaparición de veinticinco ciudadanos de origen italiano en el marco de la Operación Cóndor. Junto con Morales Bermúdez también se ha pedido la captura del ex general Pedro Richter, quien fuera jefe de las Fuerzas Armadas y primer ministro durante la dictadura de Morales Bermúdez, y otros dos funcionarios de ese gobierno. Estas capturas han sido ordenadas por la jueza italiana Lussiana Figliola, junto con la de otros 136 funcionarios de las dictaduras militares de Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Uruguay y Paraguay, entre ellos el ex dictador Rafael Videla.

Morales Bermúdez está acusado por el secuestro de tres ciudadanos argentinos, Noemí Esther Gianotti de Molfino, de origen italiano, y María Inés Reverta y Julio César Ramírez. Alan García le ha ofrecido al ex dictador la protección de su gobierno para evitar su extradición y juzgamiento en Italia. “Es una exageración judicial y le daremos (a Morales Bermúdez) toda la ayuda necesaria. El es una personalidad respetable y le debemos honra y honor”, señaló García al referirse al pedido de detención contra Morales Bermúdez. El actual presidente peruano también pidió respeto para lo que llamó “los valores democráticos” del ex dictador. “El Perú nunca formó parte de la Operación Cóndor”, se defendió Morales Bermúdez. Sin embargo, los secuestros de los tres ciudadanos argentinos, ocurridos en 1980, comprometen seriamente a la dictadura de Morales Bermúdez con la Operación Cóndor.

El ex general Morales Bermúdez, de 86 años, llegó al poder luego de derrocar en agosto de 1975 al general izquierdista Juan Velazco Alvarado y en 1980 convocó a elecciones, en medio de masivas protestas exigiendo el fin de la dictadura militar. En julio de ese año entregó el poder al electo Fernando Belaúnde, quien había sido derrocado por Velazco en 1968. En junio de 1980, cuando ya se habían realizado las elecciones y el gobierno militar se preparaba para transferir el poder a los civiles, se llevó a cabo el operativo militar para capturar a los tres ciudadanos argentinos, que fueron sacados del Perú por la frontera y entregados a Bolivia. En su libro Muerte en el Pentagonito (que es como se le llama al local donde funciona la comandancia general del ejército), publicado en 2004, el periodista Ricardo Uceda revela el testimonio del ex agente del Servicio de Inteligencia del Ejército Arnaldo Alvarado, quien testimonia que la captura de los argentinos fue un operativo conjunto entre los militares peruanos. Las autoridades argentinas de entonces informaron al gobierno militar peruano que Montoneros preparaba un atentado contra Videla, que viajaría a Lima para la transmisión del mando presidencial del 28 de julio de 1980. El atentado, según los militares argentinos, sería dirigido por Roberto Perdía. Entrevistado por Uceda para su libro, Perdía negó que Montoneros preparaba un atentado contra Videla en Lima. Finalmente, Videla no viajó al Perú en julio de 1980.

El 12 junio de ese año, María Inés Reverta fue detenida frente a la Iglesia de Miraflores, un tradicional barrio limeño de clase media. El ex agente Alvarado dice que fue testigo de las torturas con picana eléctrica contra Reverta para que revele dónde estaban Ramírez y Gianotti de Molfino. Poco después, ambos fueron secuestrados, también en Miraflores. Noemí Gianotti de Molfino fue detenida en una vivienda de la calle Madrid y un mes después apareció muerta en un hotel de la ciudad de Madrid. Ella había llegado a Lima a inicios de 1980 acompañada por el menor de sus hijos, Gustavo, quien se salvó de ser secuestrado porque llegó a la vivienda donde estaba su madre apenas unos minutos después del secuestro. Al momento de su secuestro en Lima, Gianotti de Molfino tenía 55 años, un esposo asesinado por la dictadura, un hijo detenido, dos nietos desaparecidos y una hija exiliada en París.

En declaraciones para el libro de Ricardo Uceda, el ex dictador Morales Bermúdez negó su participación en el secuestro de los argentinos, pero dejó escapar una frase que suena a confesión: “No podíamos darnos el lujo de tener subversivos con las manos libres durante la transmisión del mando presidencial”. Reverta y Ramírez habrían sido llevados a la Argentina y siguen como desaparecidos, mientras Gianotti de Molfino fue llevada a España, donde apareció muerta en el cuarto de un hotel madrileño.

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