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El mundo|Sábado, 29 de diciembre de 2007
LA VIOLENCIA SECTARIA SE APODERO DEL PAIS, EN MEDIO DE UNA CRISIS POLITICA TERMINAL

Arde Pakistán en el adiós a Bhutto

Una ola de violencia se desató en todo el país a raíz del asesinato de la líder opositora. Más de treinta personas murieron en distintos incidentes y se incendiaron trenes, bancos y oficinas. Hubo protestas masivas en las ciudades y la policía de Karachi recibió órdenes de balear a los manifestantes. El país quedó al borde de la ruptura.

Por Omar Waraich y Andrew Buncombe *
desde Karachi
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Manifestantes del partido de Bhutto, el PPP, incendiaron un local partidario del partido de Musharraf en Peshawar.

La violencia se desató ayer en Pakistán después del asesinato de Benazir Bhutto, provocando un caos aún más profundo en el país y empujándolo hacia una posible ruptura. Mientras Bhutto era enterrada en su ancestral provincia natal de Sindh, más de treinta personas murieron en incidentes en todo el país. Se incendiaron trenes, bancos y otros edificios y las tropas fueron desplegadas para tratar de restaurar el orden. Con el humo subiendo de los incontables incendios en el sur de la ciudad portuaria de Karachi, las tropas ahí y en otros lados recibieron orden de disparar a matar a los manifestantes violentos. Una muchedumbre de 2000 personas incendió una estación de policía y en Hyderabad se prendió fuego a por lo menos veinticinco bancos y cien vehículos.

“Desde anoche se ha causado mucho daño. Se han incendiado negocios, autos y edificios gubernamentales”, dijo un importante oficial de la policía de Karachi, Azhar Ali Farooqi. Pero muchas partes de la ciudad estaban desiertas, ya que la gente se quedaba en su casa y, como la mayoría, si no todas, las estaciones de servicios estaban cerradas, había muy pocos autos en las calles. Todos los edificios públicos estaban cerrados y muchos vuelos que entraban y salían del aeropuerto fueron cancelados. En la ciudad central de Multan, unas 7000 personas saquearon siete bancos y una estación de servicio y se enfrentaron con la policía que respondió los lanzamientos de piedras con gases lacrimógenos. En Islamabad, unos cien manifestantes quemaron neumáticos en una de las zonas comerciales de la ciudad.

Los informes del distrito donde está el hogar de Bhutto, en Larkana, decían que cientos de negocios y vehículos todavía estaban humeando. Muchos de los miles de manifestantes gritaban cánticos contra el gobierno y culpaban a Musharraf por la muerte de Bhutto. En la ciudad de Peshawar, unos 4000 partidarios de Bhutto manifestaron y varios centenares saquearon oficinas, gritando “Perro Musharraf” y “Bhutto estaba viva ayer, Bhutto está viva hoy”.

Un vocero del Ministerio del Interior, Javed Iqbal Cheema, les dijo a los periodistas en Islamabad que grupos criminales se estaban aprovechando de la situación para saquear y robar, especialmente bancos. Pero era igualmente claro que la muerte de Bhutto y el supuesto fracaso del gobierno para protegerla del asesino habían gatillado una furia que no se disipará rápidamente.

Por su parte, el gobierno anunció que se estaban llevando a cabo dos investigaciones por separado del ataque, una por un juez de la Corte Suprema y otra por las fuerzas de seguridad. También culpaba a un equipo de tres hombres despachados por Al Qaida del ataque que mató a unas treinta personas e hirió a muchas más. Los funcionarios emitieron una transcripción de una conversación entre un líder militante y un clérigo musulmán que el gobierno dijo haber interceptado. Según la transcripción, el líder militante Baitullah Mehsud le dijo al clérigo no identificado: “Fue un trabajo espectacular. Los que la mataron fueron muchachos valientes”. Sin embargo, hasta el momento no resulta claro si murió por la explosión o por los disparos.

Junto con la desatada violencia, la muerte de Bhutto creó un nuevo caos político del que pareciera que no hay salida. Las elecciones para las que estaba haciendo campaña cuando la asesinaron estaban programadas para dentro de menos de dos semanas y, a pesar de que los políticos de la oposición dicen que boicotearán las elecciones, las autoridades dijeron ayer que no había planes inmediatos para posponerlas.

El primer ministro interino, Mohammedmian Soomro, dijo que el gobierno consultaría con todos los partidos políticos, pero que “por ahora las elecciones siguen estando donde estaban”. Sin embargo, hacer una elección en la presente situación parece totalmente insostenible. Muchos observadores se preguntan sobre la habilidad y la voluntad del presidente Pervez Musharraf para brindarles una significativa seguridad a los varios candidatos.

Poniendo de manifiesto la vulnerabilidad de aquellos involucrados en la elección, seis personas murieron en un acto de campaña en el valle de Swat, donde el candidato local para el Partido Musulmán de Pakistán Liga-Q pro Musharraf estaba haciendo campaña. El candidato estaba entre aquellos que murieron en el ataque, en una parte de Pakistán que ha visto incidentes similares en los últimos meses.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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