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El mundo|Sábado, 26 de enero de 2008
SIGUE EL EXODO DESDE LA FRANJA HACIA EGIPTO

Una avalancha de palestinos

Después de un día de infructuosos intentos por detener las avalanchas de palestinos que trataban de entrar a Egipto, las fuerzas de seguridad egipcias se retiraron y fueron reemplazadas por milicianos palestinos armados con fusiles de asalto. Los aparentes intentos de regular el flujo llegaron un día después de que Egipto rechazara la idea israelí de cortar todos sus vínculos con Gaza y traspasar a El Cairo la responsabilidad de abastecer la zona de electricidad, agua potable y medicamentos. Tras la retirada de los guardias egipcios, miles de palestinos continuaban cruzando con normalidad de un lado a otro de la frontera a través de los numerosos huecos abiertos en la empalizada para comprar todo tipo de producto en Egipto.

Los vehículos en los que fueron trasladados los efectivos egipcios abandonaron la zona junto con los camiones hidrantes que ayer a la mañana le impedían entrar en Egipto a los palestinos. Con esa retirada la frontera entre la Franja de Gaza y Egipto se ha quedado sin presencia militar egipcia. En uno de los puestos, un grupo de unos diez jóvenes, algunos ataviados con kufiyas (pañuelo palestino) y cazadoras de color caqui mostraban las pistolas y metralletas que llevaban escondidas bajo la ropa y se identificaron como miembros de Hamas y de las Brigadas de Azedin Al Kasam, brazo armado del grupo islámico.

A primera hora del día la policía egipcia, equipada con material antidisturbios, había anunciado mediante altavoces en la parte egipcia de Rafah y en El Arich, más al oeste, que la frontera quedaría sellada a partir del mediodía. Los policías antimotines egipcios habían formado cadenas humanas en un aparente intento de cerrar gradualmente la frontera con la Franja de Gaza, pero miles de palestinos lograron de todos modos cruzar a Egipto por tercer día. Las advertencias y el cierre de la mayoría de los pasos provocó una huida desesperada. Familias enteras, jóvenes y niños derribaron una parte del muro que les impedía pasar a territorio egipcio. La vorágine consumidora fue tal que la ciudad egipcia de Rafah se quedó sin pan, ni agua envasada. Sólo le quedaban algunos refrescos y la mayoría de los productos que se vendían era al por mayor.

El punto fronterizo, que no puede funcionar sin el visto bueno de Israel, según un acuerdo impulsado por Washington, estaba cerrado desde junio de 2006. Centenares de palestinos, que coreaban lemas en favor de Hamas, penetraron inmediatamente en Egipto, algunos a pie, otros en coche o en carros tirados por asnos, sin poder ser detenidos. La destrucción de nuevos trozos de la muralla fronteriza se produjo después de que las fuerzas egipcias anunciaran que iban a sellar de nuevo la zona. Durante dos días centenares de miles de palestinos aprovecharon la destrucción de los muros y vallas, en algunos tramos mediante explosivos, para abastecerse en el país vecino, ante la escasez de productos provocada por el bloqueo impuesto a la Franja de Gaza por Israel.

Israel y Estados Unidos mostraron su inquietud por la apertura de la frontera por la fuerza, tras estimar que Hamas podría aprovechar la situación para pasar armas desde Egipto.

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