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El mundo|Miércoles, 30 de enero de 2008

Cruda radiografía de un escuadrón de la muerte

En el juicio contra Alberto Fujimori por violaciones de DD.HH., los ex miembros del grupo Colina confesaron sus crímenes y sus vinculaciones con los más altos mandos militares y políticos.

Por Carlos Noriega
desde Lima
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El represor Marcos Flores testifica en el juicio contra el ex presidente Alberto Fujimori.

El grupo Colina no era un grupo irregular, sino un destacamento del ejército que asesinaba bajo las órdenes de los altos mandos militares. Con lujo de detalles, cuatro ex agentes de inteligencia que integraron el escuadrón de la muerte formado en el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), confesaron sus crímenes escalofriantes en el juicio contra el ex presidente por violaciones a los derechos humanos.

Los cuatro represores de Colina relataron con pasmosa frialdad cómo operaba el escuadrón de la muerte: “bautizos” macabros luego de que cada uno de ellos cometiera su primer asesinato, amenazas de muerte si alguno quería abandonar el grupo, aplicados entrenamientos antes de cada crimen, las celebraciones después de cada “operativo” que siempre terminaban en ejecuciones extrajudiciales, las felicitaciones que recibieron de sus jefes, incluido el propio Fujimori. Sus testimonios señalan al ex comandante general de las fuerzas armadas, general Nicolás Hermoza, y al ex brazo de derecho de Fujimori Vladimiro Montesinos, como los hombres que daban “luz verde” a los crímenes de Colina. Ambos reportaban directamente a Fujimori.

¿Cuando salían a un operativo ustedes sabían que iban a matar?, preguntó el presidente del tribunal, César San Martín. “Sí, doctor. Todos los operativos terminaban con la muerte de los detenidos”, respondió José Alarcón, quien aseguró no haber estado presente en la matanza de Barrios Altos en 1991, pero confesó haber actuado en cuatro operativos de ejecuciones extrajudiciales durante 1992 antes de participar en el asesinato de diez personas en la Universidad La Cantuta, en julio de ese año.

Marco Flores era el encargado de llevar la contabilidad de esos asesinatos. “Después de cada operativo me decía anotá cinco en tal lugar, anotá seis en este sitio. Yo anotaba en una libreta que tenía. Era el número de muertos en cada operativo”, reveló Flores.

Pedro Supo contó que el grupo Colina ensayaba minuciosamente sus crímenes. Antes del operativo de Barrios Altos, donde fueron asesinadas 15 personas, entre ellas un niño de ocho años, los miembros de Colina simularon hasta ocho veces el crimen antes de entrar en acción.

Según Marco Flores, la luz verde para ese operativo la dio Montesinos. Flores asegura que escuchó una conversación en la cual el comandante Enrique Rodríguez, uno de los jefes de Colina, les decía a los capitanes Santiago Martín Rivas, jefe operativo, y Carlos Pichilingüe, jefe administrativo: “El día que fue a ver a Vladi (Vladimiro Montesinos) para pedir luz verde para la operación de Barrios Altos, él me respondió: sácales la mierda”. En la noche, luego de cometer su crimen, los miembros de Colina se fueron a la misma playa donde habían entrenado para celebrar. Según el relato de los miembros de Colina, Martín Rivas, dirigía los asesinatos, seleccionaba a algún agente que todavía no había asesinado y le ordenaba ejecutar a un detenido, y cuando lo hacía lo felicitaba y le decía que ya estaba bautizado. Según Supo, la muerte de un niño en Barrios Altos hizo que algunos integrantes de Colina expresaran su deseo de apartarse del grupo: “Los más jóvenes le dijeron a Martín Rivas que querían salirse, pero él les dijo que de allí sólo se salía muerto y ya nadie volvió a hablar del tema”. Supo también contó que en cada operativo, además de armas con silenciadores, los Colina llevaban palas, picos y cal para enterrar a sus víctimas.

En sus testimonios, los ex Colina aseguraron que la amnistía que Fujimori les dio en junio de 1995, luego de que un tribunal militar los condenara por los asesinatos de La Cantuta, había sido previamente coordinada con ellos desde antes de su sentencia. Se les ofreció amnistiarlos luego de las elecciones de 1995 en la que Fujimori fue reelegido, para que el asunto no perjudique al presidente candidato, y la oferta se cumplió.

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