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El mundo|Viernes, 8 de febrero de 2008
DESCONTENTO FRANCES POR EL EXHIBICIONISMO SENTIMENTAL DE SARKOZY

Llegó el divorcio tras el casamiento

El romance del presidente francés con la ex modelo es la sensación mediática del año. Pero nadie habla de sus consecuencias. La popularidad de Sarkozy ya cayó 13 puntos y el 76 por ciento desaprueba cómo exhibe su vida privada.

Por Eduardo Febbro
desde París
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Nicolas Sarkozy y Carla Bruni durante sus difundidas vacaciones en Egipto.

Nicolas Sarkozy ha conocido dos hechos simultáneos de igual intensidad: un casamiento y un divorcio. Su matrimonio con la ex modelo Carla Bruni, oficializado la semana pasada tres meses después de la separación de quien fuera su segunda esposa, Cecilia Sarkozy, intervino en el mismo momento en que la opinión pública pronunció un divorcio categórico con el jefe del Estado. Las encuestas de opinión registran una vertiginosa caída de la popularidad de Sarkozy. Felicidad íntima y desencuentro público. Las cifras son inapelables: el presidente perdió 13 puntos en las últimas semanas y las encuestas detalladas arrojan resultados que van mucho más allá del descontento para situarse casi en el encono.

El barómetro más reciente del diario Libération muestra que 76 por ciento de las personas interrogadas desaprueban la manera en que Sarkozy expone su vida privada, 84 por ciento está descontento con las medidas a favor del poder adquisitivo, el 75 con la política económica, el 68 con las medidas destinadas a reactivar el mercado laboral y el 63 con las políticas sociales del gobierno. El horizonte del presidente es una línea roja masiva. François Miquel-Marty, director de estudios en la encuestadora LH2, observa que la unión de todos esos segmentos de descontento conduce “al sentimiento de una impostura”. Los electores, que sean jóvenes, maduros, clases populares o burguesía, manifiestan el mismo desencanto. A muchos les queda el gusto de una intoxicación mediática, producto de la exposición constante de la vida íntima del mandatario.

Casi nadie se priva de incitar las ventas con alguna historia sobre la vida privada del presidente, de su actual mujer o de la anterior. Todo termina mezclándose en un remolino patético que conduce derecho a los Tribunales. La ex esposa de Sarkozy, Cecilia, presentó una querella contra el semanario Closer luego de que publicara en primera plana una foto de Cecilia en malla y otra de Carla Bruni con la misma ropa para comparar la belleza de ambas.

La semana pasada, Nicolas Sarkozy y Carla Bruni demandaron a la compañía irlandesa de vuelos a bajo costo Ryanair por haber utilizado la imagen de ambos en una campaña publicitaria. En esa publicidad, Bruni decía “Con Ryanair toda mi familia podrá venir a mi matrimonio”. Es lícito recordar que la compañía irlandesa recurre a menudo a ese método y ya ha perdido varios juicios: en septiembre pasado, Ryanair retiró una publicidad que implicaba al presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en mayo tuvo que hacer lo mismo con el primer ministro polaco Jaroslaw Kaczynski y a finales de septiembre Ryanair pagó una indemnización al ex primer ministro sueco Göran Persson por haber utilizado su imagen sin autorización.

Pero a fuerza de juicios e indiscreciones sentimentales, la armadura política del gobierno Sarkozy se pierde en el infinito. El último episodio sentimental que ocupó el espacio data de ayer. El presidente volvió a los tribunales a fin de presentar una querella por “falsificación” contra el portal de Internet del semanario Le Nouvel Observateur. El miércoles al mediodía, la revista reveló la existencia de un supuesto SMS enviado por Sarkozy a su ex esposa Cecilia pocos días antes de su matrimonio con Bruni. Según Le Nouvel Observateur, el SMS decía: “Si vuelves, lo anulo todo”. El abogado del presidente, Thierry Herzog, reconoció dos cosas: 1) “Es la primera vez que un presidente en ejercicio presenta una querella contra un órgano de prensa”; 2) “también es la primera vez que se trata tan mal a un presidente en ejercicio”. El abogado tiene razón: la política francesa vuela a ras del suelo.

Algo sustancial se ha esfumado en la gran democracia francesa. Todo este inmenso e inagotable ruido y sondeos contrarios vienen a coincidir con las elecciones municipales del próximo mes de marzo. Sarkozy ha conseguido la hazaña de tener una mayoría de la opinión pública en estado de hostilidad sin que la oposición socialista haya hecho nada para esto. Recién esta semana el presidente salió a la arena de la acción política concreta para alejar la cercanía del abismo. Medidas destinadas a los jubilados, visita a obreros que están por perder su trabajo, concesiones a taxistas en huelga, promesa de realizar inversiones públicas para sacar a flote una empresa perteneciente al grupo siderúrgico ArcelorMittal que está por despedir a 600 empleados, el jefe del Estado nada en un mar agitado en busca de su imagen perdida.

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